La Biblia dice en Jeremías 10:14

“Necio e ignorante es todo hombre. Los ídolos defraudan al que los fabrica: son imágenes engañosas y sin vida.”

La lógica de Jeremías frente a la idolatría es sencilla: si esos dioses fabricados por manos humanas fueran capaces de transformar la realidad de las personas, quienes los manufacturan y comercializan, porque los ídolos se venden y compran, tendrían una inmensa paz, disfrutarían de bendiciones al por mayor y tendrían una vida envidable.

Pero no. Eso no sucedía en los tiempos en que el profeta lanzaba sus predicaciones a los hebreos un pueblo que tenía prescrito adorar imágenes, rendir culto a ídolos de madera, piedra o metal y que se había extraviado ofreciendo incienso a deidades que nada podían, ni pudieron hacer por ellos.

Esa es la razón por la que el vidente de Dios define al hombre como necio e ignorante porque es de una insensatez e imprudencia dejar la vida o los bienes materiales en manos de imágenes incapaces de hacer algo por sí mismas de tal forma que se tienen que cargar para instalarlos en tal o cual lugar.

La ignorancia es impresionante de quienes depositan su fe y certidumbre en ídolos que tienen ojos, pero no ven; manos, pero no pueden tocar; oídos, pero son incapaces de escuchar y labios, pero no pueden emitir sonido alguno y poner en ellos la vida es de una oscuridad pasmosa.

El profeta Jeremías dice con toda claridad que los primeros defraudados con los ídolos y las imágenes son los que las fabrican. Ellos son en primerísimo lugar los engañados por voluntad propia porque los ídolos son engañosos y sin vida, es decir, carecen de verdad y son inertes o sin movimiento porque solo existen en la imaginación.

Cuando se habla de idolatría mucha gente suele decir que eso sucedió en tiempos pasados por la ignorancia de las personas, pero hoy en día en pleno siglo XXI las cosas no han cambiado mucho porque si bien tal vez no hay ídolos de barro, piedra, madera o metales, lo que si hay es una moderna idolatría.

El dinero es el dios de muchos. Pero no solo el dinero, también el materialismo y finalmente el hombre es el nuevo dios. Al que hay que venerar permitiéndole toda clase de desviación moral porque nada lo puede limitar. Si se siente animal debe considerarlo como tal porque esa es la libertad que goza.

Pero igual que hace siglos la verdad dicha por Jeremías sigue más que vigente: Los ídolos defraudan al que los fabrica: son imágenes engañosas y sin vida.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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