La Biblia dice en Proverbios 25:14
Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad.
Introducción
La generosidad es una de las virtudes que más cuesta cultivar porque los seres humanos somos egoístas por naturaleza. La generosidad es pensar en los demás y dejar de mirar siempre por nosotros. Es una renuncia a nuestro “yo” para pensar en el “otro”, en nuestro prójimo necesitado, que requiere de ayuda y auxilio.
Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo ponderan esta actitud que tanto agrada al Creador porque lo opuesto a la generosidad es la avaricia que es una forma de idolatría porque los bienes se convierten en dioses que dominan totalmente la vida de sus poseedores que incapaces de desprenderse de ellos los convierten en sus ídolos.
Salomón nos va a llevar a pensar y reflexionar sobre este tema en el sentido negativo en que se puede presentar en la vida de las personas y en nuestra propia existencia cuando somos incapaces de descubrir que Dios nos quiere hacer generosos, pero que nosotros nos resistimos porque pensamos que todo es nuestro y no tenemos porqué compartirlo.
La palabra generosidad está asociada indisolublemente a la expresión dar. El generoso da. Da de su tiempo, regala lo que tiene, ayuda a su prójimo, se esfuerza por auxiliar a quien padece necesidad, tiene un corazón sensible a los requerimientos urgentes del necesitado, menesteroso, pobre, viuda y huérfano.
De hecho la palabra generoso en el hebreo procede de la misma raíz que bendición y por eso muchos pasajes como Génesis 12: 1 se utiliza como bendición cuando Dios le dice a Abraham que será bendición para todas las naciones. El generoso bendice o el bendito es generoso.
Proverbios 11:25 dice así sobre la generosidad y el generoso:
El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado.
La Biblia aplaude al generoso, pero según meditaremos en esta ocasión a quien solo alardea de hacer por los demás sin hacer nada, lo compara como un estruendoso viento o unas grandes nubes que no traen consigo lluvia, es decir, como una decepcionante o falsa expectativa de que lloverá, pero en realidad no cae una sola gota de agua.
Instrucciones para tiempos sin razón
La instrucción de la auténtica generosidad
A. Para defraudar a nadie
B. Para no presumir falsamente
Salomón conoció a una clase de persona en su tiempo: el que presumía de ser un gran dador, pero en realidad era solo una fanfarrón, incapaz de despojarse de algo para ayudar a otro, pero sí con mucha y sobrada capacidad para hacerse o presentarse como alguien con grandes dotes de filantropía.
El rey sabio de Israel nos ayuda a conocer a esta clase de personajes que no dan nada o no son generosos, pero quieren aparentar que son muy dadivosos, algo extremadamente extraño, pero que revela mucho de su personalidad en la que la apariencia es más valiosa que la realidad.
Treinta siglos después o tres mil años después de que Salomón se percató de la existencia de esta clase de individuos, ellos no han desparecido, se presentan en todas las culturas y en todas las naciones porque el mal de hacerse pasar como una alguien caritativo se ha extendido y siguen existiendo esa clase de seres.
Salomón apela a que nos convirtamos en auténticos hombres y mujeres desprendidos para favorecer y beneficiar a quienes por las más diversas circunstancias necesitan ayuda para sobrellevar su caótica situación.
A. Para no defraudar a nadie
Para mostrarnos el tamaño de la tragedia de fingir esplendidez, Salomón recurre a un ejemplo meteorológico. Nos dice así: Como nubes y vientos sin lluvia. Todos, sin duda alguna, hemos experimentado lo decepcionante que resulta ver y escuchar nubes y vientos que anuncian una gran lluvia sin que nada de ello ocurra.
Ante una inminente lluvia en el campo o en la ciudad las personas corren y se apuran para guarecerse y si tienen ropa tendida en sus casas la recogen, y si hay algo que el agua pueda dañar se apresuran a resguardarlo, todo para que no llueva y sea solo una falsa alarma o emergencia fallida.
Es sumamente desconcertante y también algo muy desilusionador cuando preparados para evitar mojarnos ante lo que parece ser una gran tormenta, todo termine en unas cuantas gotas que no cumplieron con la expectativa que se esperaba y nos decepcionemos de haber hecho tantas previsiones que al final no sirvieron para nada.
De ese tamaño es la decepción que causan o causamos cuando aparentamos que somos muy generosos y en realidad solo presumimos de dar cuando en realidad somos muy mezquinos a la hora de compartir lo que Dios nos ha dado con otros que están en grandes necesidades.
Salomón identifica así a quienes no han aprendido a sacrificarse de su egoísmo para dar. En realidad el monarca sabio de Israel nos presenta un gran mal de esta clase de personas porque en realidad no son generosos, pero quieren a toda costa aparentar algo que en realidad no son.
Su intención es claramente protagonista y para llamar la atención porque su altruismo es fingido, su abnegación por los demás es una impostura porque no aportan nada, lo que revela su triste condición moral porque en lugar de ser genuino caen en una tremenda hipocresía, la de aparecer como un benefactor cuando solo es un simulador.
Simular dar todo, cuando en realidad solo se están buscando reflectores lo encontramos en la historia de Ananías y Safira en el Nuevo Testamento. Ellos, según nos relata Lucas en su libro de los Hechos, quisieron aparentar su desprendimiento de una propiedad, pero en realidad mintieron al Espíritu Santo y pagaron cara esa actitud.
B. Para no presumir falsamente
Salomón nos está hablando de esta clase de personas: el hombre que se jacta de falsa liberalidad. Esta frase tiene diversas traducciones:
- Se jacta de dar y no da.
- Fanfarronea que no cumple promesas
- Habla de dar y nunca da nada
- Promete dar un regalo y no lo da.
- Presume de hacer regalos falsos
- Presume de su generosidad
- Se jacta falsamente de sus dones
- Alardea con juramentos falsos
- Presume de regalos que no ha hecho
- Jactancioso con sus promesas ilusorias
En las diez versiones encontramos de manera común la actitud jactanciosa, presuntuosa y fanfarrona de ciertas personas a la hora de hacerse pasar como muy generosas y en segundo lugar la expresión dar, regalos, generosidad y promesas y en tercer lugar la falsedad.
Salomón nos esta presentado a un hombre presumiendo una generosidad ficticia que solo existe en su mente. Una clase de persona que no hace nada por los demás, pero le gusta jactarse de hacer mucho, aun cuando ello sea una flagrante mentira porque todo lo que dice es falso.
El monarca quiere que nosotros evitemos esta clase de actitud porque revela un corazón completamente desviado en vista de que trata de llamar la atención, requiere reflectores para que la gente sepa de su existencia, aunque para ello emplee una mentira.
Esta clase de personas viven de la apariencia, aun cuando para ello tengan que mentir de manera dolosa.