La Biblia dice en Proverbios 25:16

¿Hallaste miel? Come lo que te basta, no sea que hastiado de ella la vomites.

Introducción

La miel es uno de los productos naturales que más se utilizan de forma metafórica en el Antiguo Testamento. Sinónimo de alegría, bienestar y sobre todo de placer y gusto por la vida, el producto de las abejas es utlizado por los escritores de las más diversas maneras para enseñarnos verdades profundas para nuestra vida.

Salomón la utiliza en este verso para enseñarnos como algo tan bueno, nutritivo y deleitoso puede convertirse en dañino o perjudicial para nuestras vidas, si no logramos tomar auto control y puede terminar por dañarnos cuando en realidad su función u objetivo fue hacernos un bien.

La palabra basta que usa nuestra versión Reina Valera 1960 se traduce en otras versiones como “lo suficiente”, “moderación” y “lo necesario”. Visto de esta manera entendemos que Salomón nos lleva a pensar y reflexionar sobre la capacidad que necesitamos de ser mesurados en esta vida.

Nos conduce a meditar sobre el necesario equilibrio que requiere la vida para no convertir una bendición en algo que nos termine por afectar nuestra vida. Apela a la necesidad de que cada uno de nosotros sepa tomar el control de cada uno de nuestras vidas y no dejarnos arrastrar por la indisciplina, la anarquía o la confusión.

Los seres humanos somos personas que necesitamos límites. Requerimos freno a nuestras pretenciones. Las carreteras son el mejor ejemplo de la necesaria regulación en la vida: los reiterados llamados a reducir o disminuir la velocidad es un recordatorio para todos de la necesidad que tenemos de controlarnos.

Hay dos clases de regulaciones en la vida la que impone la autoridad ¬–por ejemplo de no conducir en estado de ebriedad, no manejar vehículos con cansancio– y las que se impone o debe imponer cada persona. Es evidente que Salomón se va a referir a las fronteras que cada uno de nosotros debemos poner en ciertos aspectos de nuestra vida.

Salomón supo apreciar uno de los grandes errores de hombres y mujeres a la hora de descubrir un placer o un bien. En lugar de moderarse o aprender a tratarlo con cuidado y precaución se perdieron en lo que descubrieron.

Instrucciones para tiempos sin razón

La instrucción de la mesura
A. Ante los placeres de la vida
B. Para no perjudicarnos

La mesura es una habilidad o capacidad que se desarrolla de manera personal y es muy útil y necesaria para establecer con toda claridad y responsabilidad los límites en los que se va a conducir cada persona en los diferentes roles que tiene en esta vida, pero particularmente en todo lo que se refiere al placer y las cosas deleitosas, sabrosas, deliciosas que embriagan nuestros sentidos.

A. Ante los placeres de la vida

La vida esta llena de placeres. De hecho los seres humanos fuimos diseñados para disfrutar la vida. Los sentidos que tenemos sirven justamente para eso. Oler una rica comida, nos prepara para disfrutar de la ingesta de alimentos que luego el paladar hace que los degustemos con mucho placer.

Ni que decir del sentido de la vista que conecta el mundo exterior con nuestro cerebro y nos prepara para experiencias sensoriales que nos provocan placer. Los recientes estudios de anatomía celular de las neuronas nos ayudan a comprender mejor la manera en que los humanos procesamos nuestros placeres.

La miel es uno de los alimentos que si bien no tiene un fuerte aroma, si es sumamente placentero. Es junto con otros alimentos que dispara grandemente los sentidos de placer en las personas. Salomón lo usa no de manera accidental. Tiene el propósito de hablarnos de esa clase de placeres que se debe controlar o limitar.

No se trata de asustar a nadie ni especular sobre temas que desconozcamos. En realidad cuando vemos las imágenes en Estados Unidos de personas adictas a las drogas que utilizan el fentanilo para provocarse placeres, uno descubre que la falta de límites en esa área de la existencia humana puede resultar mortal.

Fuimos creados para disfrutar lo que Dios diseñó para nosotros. Todos los alimentos tiene un sabor y una textura y nuestro goce o disfrute desde que los vemos. El mango, la manzana y las uvas tienen colores que nos atraen y cuando los probamos el placer se incrementa porque así decidió el Creador que fuéramos diseñados.

Es interesante notar que Salomón no pide a nadie que se abstenga de esos placeres. Me refiero a los placeres que no atentan contra nuestra salud o contra nuestro cuerpo, sino de aquellos que están presentes en cada parte de la creación, sino que dice que se tome, pero que se haga con mensura.

La miel con todo y ser deliciosa puede hartar o empalagar y ese ejemplo sirve para aprender que hay muchas cosas placenteras en esta vida que de no poner un límite puede terminar con nuestra vida.

B. Para perjudicarnos

Cuando Dios puso en nosotros los sentidos del tacto, el olfato, la vista, el oído y el paladar jamás lo hizo para que nos dañaramos con ellos. Los puso exclusivamente para que disfrutarmos de la vida, gozaramos con todo lo que creó para nosotros, pero en algún punto de la vida nos perdimos.

Y eso sucedió cuando dejamos de poner límites, cuando la templaza fue derrotada y cuando exiliamos a la mesura de nuestra vida para tomar todo cuanto hay en la vida, me refiero a toda clase de placer sensorial.

La advertencia de Salomón es clara. La persona que ante el placer no se mida o no se autoregule terminará padeciendo por algo que en un principio fue para su esparcimiento y recreo, no para vivir atado a ella o esclavizado de ella, lo que nos lleva irremediablemente a hablar de las adicciones.

Los seres humanos somos frágiles y podemos convertirnos en adictos a muchas cosas en esta vida desde los placeres, hasta el dinero, el alcohol, la comida, el trabajo, el juego de apuestas, el deporte, las drogas y una larga lista inacabable que puede lesionarnos gravemente a nosotros mismos y a quienes nos rodean.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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