La Biblia dice en Proverbios 25:23
El viento del norte ahuyenta la lluvia, y el rostro airado la lengua detractora.
Introducción
La traducción de este verso sufrió una modificación sustancial a su paso de la versión Septuaginta –del hebreo al griego– y luego en la Vulgata Latina –del griego al latín– y que la versión Reina Valera 1960 retoma tal y como lo hicieron muchas otras versiones antiguas, situación que no prevalece ni el texto original en hebreo, ni en las versiones modernas.
La versión de la Biblia Hebrea traduce este mismo verso de la siguiente forma: El viento del norte trae lluvia, y la lengua detractora un semblante hosco.
Lo que dice la versión Reina Valera 1960 y lo que plantea la versión hebrea son completamente diferentes. Los biblistas han resuelto está situación recordando que las traducciones antiguas particularmente la griega y la latina de la Biblia judía buscaron hacer más asequible los conceptos, particularmente en lo referente a figuras atmosféricas.
La Vulgata Latina traduce este verso así: El viento Aquilón desata las lluvias y la cara triste la lengua murmuradora. Cito aquí la filologa Inmaculada Rodríguez Torné de la Universidad Complutese de Madrid que dice al respecto lo siguiente sobre la diferencia en las traducciones.
“Nos encontramos ante un caso claro de inmersión en la cultura romana: el viento del norte o noreste tenía en lengua latina el nombre propio de Aquilón o viento frío. En la mitología romana se le representa como un anciano de cabellos blancos y desordenados. Y por esa razón lo traduce así.
Se trata de una traducción dinámica más que formal. Es decir tratando de hacer más clara a los lectores no hebreos el proverbio escrito por Salomón, hecho que se subsana en las versiones más modernas que siguen la traducción hebrea al plantear el versículo base de nuestra meditación.
Dicho lo anterior podemos decir que el proverbista aborda uno de los temas más complejos de la naturaleza humana: la lengua maligna que divesas versiones traducen como chismes, críticas, palabras malas y detracciones. Son las expresiones de nuestros labios que tienen fundamentalmente el objetivo de dañar la reputación o fama de las personas.
Salomón va abordar el complejo tema de la murmuración que tanto fastidió a Dios en el desierto y condenó a los judíos a peregrinar por cuarenta años en el inhóspito desierto hasta que toda la generación que salió de Egipto murió y lo hace porque las malas palabras contra nuestro prójimo despiertan molestia, enfado y enojo.
Instrucciones para tiempos sinrazón
La instrucción de evitar la murmuración
A. Porque siempre tiene consecuencias
B. Porque produce enfado
Para nuestro estudio nos ceñiremos a la versión hebrea de este texto que dice: El viento del norte trae lluvia, y la lengua detractora un semblante hosco.
Hablar mal de los demás, criticar, difamar, injuriar, denostar y calumniar son acciones que Dios reprueba grandemente porque separan a la personas, dividen familias enteras y producen enfrentamientos que socavan la paz y tranquilidad en la que deben vivir las famlias.
A. Porque siempre trae consecuencias
La figura atmosférica del viento del norte trayendo lluvia era perfectamente entendida por los judíos y Salomón recurrió a ella porque cuando soplaba aire del norte era seguro que habría lluvia. Era algo inevitable o algo que iba a suceder tarde o temprano en los tiempos del rey de Israel y desde siempre.
El uso de esa figura nos lleva a considerar que hablar mal de los demás más pronto que después provocará consecuencias que dañaran no solo contra quienes se dicen, sino también a quien las dice porque la palabras que lastiman y ofenden son incendiarias como lo establece Santiago cuando escribe precisamente sobre la lengua maligna en su carta.
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. 7 Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; 8 pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. 9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. 10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 11 ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? 12 Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. Santiago 3: 6-12
No se trata de un mal menor, ni de un problema que podemos ignorar. Se trata de un grave problema en la vida de las personas que no toman control o dominio de sus palabras o de lo que dicen. Se trata de un llamado preventivo para todos a la hora de escoger nuestros temas de conversación en la casa, el trabajo o la escuela.
Porque es un mal para nosotros mismos. Santiago nos plantea junto con Salomón una delicada situación para nuestras propias vidas si no tenemos cuidado de lo que hablamos cotidianamente.
B. Porque produce enfado
La segunda parte del verso dice así: y la lengua detractora un semblante hosco. La palabra detractora procede de la raíz hebrea “celther” que literalmente significa “escondido”, “oculto” o “a escondidas”.
Salomón está hablando de las palabras que se dicen atrás de las personas. De aquellas expresiones que no se dicen en público, pero que tarde o temprano se llegan a conocer y entonces producen un semblante hosco, es decir enojo. Se trata de las palabras que se esconden y que hacen de las personas seres hipócritas y de doblez.
Por esa misma razón la expresión que se traduce como hosco procede de la raíz hebrea “zaam” que literalmente quiere decir indignación que tiene relación directa con la ira, la irritación y el enfado.
Es segurísimo que cuando se descubre a alguien hablando mal de otra persona en privado ya no importa lo que diga en público. Ha quedada destruida su credibilidad y en consecuencia la persona ofendida cambiará su trato afable por un trato hosco y duro con el dueño de la lengua detractora.