La Biblia dice en 1º Libro de Samuel 28:3

“Para entonces ya Samuel había muerto, y todos en Israel habían llorado su muerte, después de lo cual lo habían enterrado en Ramá, su ciudad natal. Saúl, por su parte, había expulsado del país a los adivinos y a los que invocaban a los muertos.”

La nigromancia, es decir la consulta a los muertos, ha sido una practica ancestral en la humanidad. Desde los remotos tiempos bíblicos ya había personas que evocaban a los espíritus de los muertos para inquirir, lo que según ellos, los que habían dejado este mundo no habían revelado a sus descendientes, amigos y conocidos.

En estricto apego a la ley mosaica, Saúl había expulsado de Israel a los adivinos y a los que invocaban a los muertos porque el libro de Levítico establece claramente su condenación contra los médiums dedicados al espiritismo por ser una actividad demoniaca contraria a la voluntad de Dios.

El texto que hoy meditamos es el preámbulo de una grave equivocación final del depuesto rey Saúl, quien había hecho lo correcto al desalojar a los practicantes de esa desviación porque la sanción para quienes promovían esas prácticas era y es conocida en el judaísmo como karet, una dura sanción que involucra la muerte misma de la persona.

Así lo señala Levítico 20: 6 cuando establece: “Y si alguien recurre a espíritus y adivinos, y se corrompe por seguirlos, yo me pondré en contra de esa persona y la eliminaré de entre su pueblo.”

Esa fue la razón por la que Saúl había echado de Israel a los nigromantes o médiums, porque desviaban el corazón del pueblo de Dios a prácticas equivocadas, a actividades en las que privaba generalmente desviaciones graves porque al hacerlo se involucraban o relacionaban con espíritus del mal.

Al asociar la muerte de Samuel con la consulta a los muertos, el verso nos introduce a un recurso pecaminoso y depravado al que Saúl recurrió para tratar de escuchar a Samuel, a quien por cierto en vida nunca atendió ya que las ordenes que el profeta le dio al rey, generalmente las incumplió.

Los advinos y los que invocaban a los muertos fueron echados porque teniendo a Dios para consultarlo, su presencia era no solo irrelevante, sino sobre todo innecesaria. El Dios vivo de Israel siempre habla y sus hijos no necesitan esa clase de recursos tenebrosos para saber que es lo que el Señor quiere para sus vidas.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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