La Biblia dice en Romanos 11: 29
“Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.”
Pablo discurre sobre la situación de Israel en el tiempo o periodo de la iglesia sobre esta tierra con una sólida argumentación sobre el papel del pueblo de Dios ante la dispensación de la gracia. Uso el término dispensación en el sentido de época o temporada o periodo de tiempo. Por qué Israel no aceptó a Cristo, era la interrogante de los tiempos del apóstol.
Esa pregunta generó y genera aún una serie de equívocos de lo que hoy en día representa la nación judía y ha servido para un sin fin de persecuciones y latrocinios contra los israelitas, ignorando por completo lo que Pablo escribió hace unos dos mil años respecto a las coincidencias y grandes diferencias entre Israel y la Iglesia.
Pablo dice claramente antes de este verso que los hebreos en cuanto al evangelio son enemigos por causa de la los gentiles que fueron llamados a salvación y a conformar congregaciones cristianas, pero son amados por causa de los patriarcas a quienes se les prometió una nación que sería redimida de este mundo.
Los pactos que Dios hizo con Abraham y David, por citar solo dos de ellos, no han prescrito. Se mantienen vigentes, solo que tuvieron y tienen un compás de espera que concluirá cuando “entre la plenitud de los gentiles” y entonces todo Israel será salvo y el plan de Dios habrá concluido.
Todas estas verdades, concluyen con una revelación citada por Pablo: los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables. En otras palabras Dios cumplirá lo que ha dicho y en particular el propósito con Israel se llevará a cabo porque Dios no incumple y cuando llama lo hace para siempre.
De esta forma nos conduce por un principio eterno que escapa la compresión humana. Cuando Dios toma a una persona o a una nación la conducirá para llevarla al punto para lo cual fue creada. La palabra llamamiento procede de la raíz griega “klésis” que tiene el sentido de convocar o llamar por parte de Dios.
Dios no desinvita a nadie. Una vez que ha hecho su llamado se mantiene hasta el fin. Alguien podrá decir y qué pasa con quienes alguna vez se llamaron cristianos y luego se alejan para siempre. La respuesta es sencilla: nunca en realidad fueron llamados. Fueron simpatizantes que llegado el momento de la prueba no pudieron superarla.
Dios tiene un compromiso con los llamados que recibieron el don de la gracia. Los conducirá hasta la redención eterna. En otras palabras: Dios siempre estará contigo. Nunca te dejará ni te abandonará.