La Biblia dice en Romanos 9:1-5

Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, 2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; 4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; 5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.

Introducción

El apóstol Pablo fue mal entendido por los judíos. Su vigorosa predicación del evangelio entre los gentiles fue tomada por muchos hebreos como un acto de deslealtad al pueblo de Israel. Fue condenado, perseguido, hostigado, amenazado e incluso estuvo a punto de perder la vida por acercar las verdades divinas a los paganos.

Su denodado evangelismo entre quienes nunca habían escuchado las palabras de Cristo en el imperio romano hizo que fuera considerado enemigo de los judíos. Pero esa no fue una verdad. En realidad Pablo estaba sumamente interesado en su pueblo puesto que él mismo era israelita.

De hecho antes de comenzar su mensaje de salvación entre los gentiles acudía siempre a las sinagogas para compartir primero a sus compatriotas, pero ellos rechazaron el evangelio de Cristo y entonces comenzaba a predicarlo entre los paganos que se convertían y fundaban iglesias.

En ocasiones dirigió duras palabras a ellos, pero nunca dejó de amarlos. De hecho acudía regularmente a Jerusalén a adorar a Dios y a cumplir con algunos votos, pero nunca se le reconoció tal actitud. Se le condenó y se le tuvo por un traidor que se contaminó con los gentiles.

Esa es la razón por la que comienza el tema de Israel declarando con toda sinceridad que decía la verdad, que no mentía y que su conciencia lo guiaba ante todo lo que iba a decir, en otras palabras que no lo movía ni el rencor, ni el resentimiento, todo lo contrario lo movía el amor a sus connacionales.

Pablo conoció muy de cerca la bondad y la severidad de Dios con Israel y quedó profundamente impactado. Dios fue bueno con Israel al elegirlo entre todas las naciones para hacerlo su pueblo. Los adoptó, les dio sus leyes y sobre todo les dio miles de promesas, pero ellos rechazaron a Cristo y fueron endurecidos, así vivieron la severidad de Dios.

Hablar de la bondad y la severidad de Dios para con Israel nos conmueve profundamente. Nadie que observé el trato que Dios le ha dado a Israel puede dejar de sentir una profunda conmoción. Y justamente así estaba Pablo a la hora en que escribió los capítulos nueve al once de la carta a los Romanos.

Israel: La bondad y severidad de Dios

I. Conmueve profundamente

A. Con un sincero dolor constante
B. Con un sincero acto de amor
C. Con un sincero reconocimiento de la gracia

A. Con un sincero dolor constante

Pablo dice que lo que a continuación va a decir lo hace con toda sinceridad, con honestidad, con verdad y veracidad, sin mentiras ni hipocresias, ni tampoco falso amor o exagerado interés, sino con la convicción que nace de una conciencia guiada, dominada y controlada por el Espíritu Santo.

Pablo experimentaba tristeza y dolor constante en su corazón por Israel. Es interesante que no era una emoción ocasional lo que sentía por el pueblo de sus padres, sino algo que lo lastimaba de manera permanente. Esa clase de dolor que se padece cuando una herida está expuesta o que no cierra.

Pablo no estaba a gusto con lo que le pasaba a los judíos, quiero decir que no disfrutaba lo que estaban experimentando porque su condición de nación elegida por Dios ante los hombre parecía haberse desdibujado. Él sabía perfectamente que eso no era así, pero para muchos gentiles eso parecía una determinación divina.

El apóstol tenía una gran tristeza y había en él un dolor continuo. De ningún modo se alegraba por lo que estaban viviendo los judíos. Lo decía así porque muchos pensaban que el estaba empujando la condenación de Israel, pero eso era una calumnia y una mentira insostenible.

B. Con un sincero acto de amor

Para cortar de tajo toda duda de su sinceridad, Pablo recurre a una palabra extremadamente delicada entre los hebreos. Dice que si la situación de Israel pudiera cambiar, él estaría dispuesto a ser anatema, esta palabra es una trasliteración del griego al español y su origen hebreo se encuentra en la expresión jérem.

Esta palabra se utilizaba cuando se condenaba a un infractor de la ley que merecía la expulsión de la comunidad por hereje o por su abierta rebeldía y obstinación a Dios o por haber quebrantado una disposición divina que tenía como castigo justamente esa sanción tal y como le ocurrió, por ejemplo, a Acán.

Pablo no estaba jugando. No estaba asumiendo un pose al decir que sentía pesar por su pueblo, al contrario estaba asumiendo un sincero acto de amor porque quería tomar el lugar de su pueblo y convertirse en alguien separado de Cristo si de esa manera la situación de los hebreos pudiera cambiar.

El apóstol Pablo usa cinco veces la palabra anatema en el Nuevo Testamento: en Romanos 9: 3 “Porque deseará yo mismo ser anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne.” En 1ª de Corintios 12:3 “Por tanto os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.”

También En 1ª de Corintios 16: 22 dice: “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.” En Gálatas 1: 8 señala: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.” Y en Gálatas 1:9 “Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.”

La palabra griega para anatema es “anathema” en una clara trasliteración del griego al español. Indudablemente Pablo tiene en mente el origen hebreo de la expresión anatema, cuya raíz griega proviene de la Biblia llamada Septuaginta (A. T. está en griego) donde el término hebreo “jérem” fue traducido como anatema, que en sentido simple significa separado o apartado para su destrucción.

Una persona podía caer en ese estado o esa condición a causa de un pecado gravísimo. Una persona señalada como anatema o como jérem era un reo de muerte y de acuerdo a Levítico no alcanzaba rescate como si lo tenían otra clase de personas durante el jubileo, cuando se perdonaban toda clase de deudas.

C. Con un sincero reconocimiento de la gracia

Israel fue una nación privilegiada que fue adoptada, que recibió la gloria a través de la recepción de la ley divina en el monte Sinaí, que Dios hizo un pacto con ellos, que tuvieron bajo su cuidado el servicio a Dios y por si eso fuera poco recibieron miles de promesas de parte de Dios.

Además son descendientes directos de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob y tuvieron el enorme privilegio de que a través de ese pueblo naciera y viniera Cristo a este mundo, al que llegó para salvarlo.

Estamos ante un profundo acto de gracia del Señor para con Israel. Ellos no eran diferentes de otros pueblos, pero al Señor le plació y determino que ellos serían los elegidos para servir a Dios. No tenían nada especial, lo único especial que tenían era que Dios los había elegido por pura gracia, es decir por un favor inmerecido.

Los judíos tuvieron y tienen ese gran privilegio que Pablo cita así: que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; 5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.

Por eso la bondad y severidad de Dios con Israel conmueve tanto a Pablo y debe conmovernos a nosotros también porque estamos ante una de las manifestaciones más poderosas de nuestro buen Dios. Se trata de una de sus acciones más complejas para los seres humanos: el Creador mostrando su bondad y su severidad.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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