La Biblia dice en Romanos 9:24-29

24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no solo de los judíos, sino también de los gentiles? 25 Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada.26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente. 27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo; 28 porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud. 29 Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.

Introducción

El argumento sobre la bondad y severidd de Dios es expuesto en la Escritura desde el Antiguo Testamento. El apóstol Pablo recurre a dos pasajes de los profetas Oseas e Isaías para hablarnos del amor previsto desde antes a los gentiles que se convertirían en la iglesia y el juicio sobre Israel.

Se trata de los dos ángulos que a muchos no les gusta apreciar porque a muchos creyentes solo les gusta hablar y considerar a un Dios de amor y no mucho de un Dios de justicia que retribuye según la obra de cada uno. Pero el apóstol nos introduce a la revelacion divina para recordarnos la expresión más contundente de la elección es con los gentiles e Israel.

Pablo va a hablarnos de la manera que Dios decidió adoptar a los gentiles, de dónde los sacó, lo que eran antes de conocer a Cristo y sobre todo en lo que se han convertido, merced al favor divino sobre todos ellos. Por la manera en que interpreta Oseas podemos afirmar que ese era un plan divino pensado mucho antes del pentecostés cuando se fundó la iglesia.

Pero también, Saulo de Tarso nos va a hablar sobre lo acontecido a Israel. De la forma en la que Dios tuvo que hacerlos a un lado. La manera en que tuvo que pausar su relación con ellos. No destruirla, tampoco retractarse de ella, sino que replantearla ante la inminente salvación que se avecinaba sobra los gentiles.

De esa forma, Pablo nos pone entre el amor y la justicia divina, las dos grandes columnas sobre las que descansa este mundo, según los judíos. Dios actúa siempre en amor, compasión, bondad y piedad, sin embargo el empecinamiento en el pecado de parte de los hombres hace que se presente su justicia.

Israel: La bondad y severidad de Dios
Expone el amor y la justicia divina
A. Con los gentiles que no eran pueblo
B. Con los israelitas que si eran pueblo

La Biblia es un libro que expresa el amor de Dios hacia el hombre. La creación, la idea de poner al hombre en el huerto del Edén, el plan de hacer de Adán y Eva los padres de la humanidad y otras muchas obras nos muestran a un Dios interesado en los seres humanos mostrando siempre su favor hacia ellos.

Pero también, la revelación divina nos muestra a una humanidad ingrata, incapaz de retribuirle a Dios todos los favores recibidos y no solo carecer de gratitud sino de una profunda y abierta rebeldía hacia el Creador de tal forma que Dios tuvo que intervenir para mostrar su justicia ante tales hechos.

Amor y justicia siempre son presentados en la Biblia. Dios es bueno, pero también es severo. Dios ama, pero también castiga.

A. Con los gentiles que no era su pueblo

La cita que Pablo hace de Oseas dice de la siguiente forma:

25 Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada.26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente.

Ningún otro libro de la Biblia expresa mejor el amor de Dios como el profeta Oseas. A este hombre Dios le indicó que tomara para sí una mujer ramera. El varón de Dios obedeció y se casó con una prostituta lo que levantó toda clase de murmuraciones entre el pueblo de Israel porque no concebían como un hombre llamado por Dios podía tomar a alguien así.

Sin embargo, fue una manera clara y pedagógica para enseñarle a Israel la clase de amor que Dios le profesaba. Los amaba a pesar de su condición pecaminosa. Los quería a pesar de que lo engañaban teniendo “dioses ajenos”. Israel fue infiel y se portó como los paganos que seguían ídolos mudos y ciegos.

Los gentiles no eran pueblo de Dios. Eran una masa de naciones, pueblos y lenguas que carecían del conocimiento del Dios verdadero, pero en Cristo el Señor los adoptó como pueblo suyo, mostrando su favor hacia con ellos de dos maneras que el apóstol nos precisa en estos versos.

  1. Son amados

A las naciones paganas Dios no las amaba, en la misma medida que Israel, pero su actitud cambió y por medio del sacrificio de Cristo los amó de tal manera que les dio a su Hijo.
Los hebreos pasaron así a compartir el amor de Dios con todos aquellos que confiesan a Cristo como su Salvador. Hubo un cambio radical porque pasaron de no ser amados a ser amados por el Creador, lo que representa un cambio vital en la relación de Dios con toda la humanidad.

  1. Son hijos del Dios viviente

Pero no solo los amó, sino que los adoptó como hijos del Dios viviente. Esa adopción les permite gozar de los derechos que da ser hijos y ya no extranjeros o extraños. Son ahora herederos y coherederos de la gracia infinita de Dios porque pueden acercarse al Señor como su padre.

B. Con los israelitas que si eran pueblo

Sin embargo hubo un cambio drástico con Israel y para explicarlo, Pablo usa lo escrito por el profeta Isaías.

27 También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo; 28 porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud. 29 Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.

El pueblo judío se volvió tan obstinado que Dios tuvo que ejecutar su sentencia sobre la tierra de Israel en justicia y con prontitud e hizo dos cosas con ellos. En primer lugar salvó solo a un remanente fiel y luego les dejó una descendencia para que no desaparecieran de la tierra como sucedió con Sodoma y Gomorra.

Pablo utiliza esas dos citas del libro del profeta Isaías para mostrarnos la severidad que Dios tuvo con su pueblo. Los hebreos si eran el pueblo de Dios, pero su pecado y maldad sostenida hizo que el Creador los sancionara fuertemente de tal modo que de una multitud inmensa solo salvó a algunos y no los destruyó completamente.

  1. Solo un remanente será salvo

Algunas versiones en lugar de usar la palabra “remanente” utilizan la expresión “resto” para referirse que solo un pequeño número sería considerado por Dios a la hora de salvarlos en contraste con una multitud incontable de hebreos. Es decir, no todos los judíos serían salvados.

La razón de esta determinación radica en la dureza del corazón de los hebreos no solo en el tiempo del profeta Isaías, sino a la largo de muchos siglos antes de que Cristo se encarnara y su actitud se mantuvo aún cuando Cristo estuvo con ellos y tuvieron el privilegio de conocer la salvación de Israel.

  1. No los destruyó completamente

Dios fue extremadamente severo con los hebreos que les dejó solamente unos cuantos para que no se extinguiera su raza sobre esta tierra. De no haber sido por este hecho, hoy en día los judíos serían semejantes a Sodoma y Gomorra, no quedaría nada de ellos más que el testimonio de que existieron.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

1 COMMENT

  1. Gracias por su enseñanza, hoy en mi lectura 1Reyes 13.16-22 meditaba en la severidad que tuvo ntro Señor para con los profetas del Antiguo Testamento, y el amor, tierno amor con que me trata a mi, me vinieron a la mente las palabras “amor y severidad” y las busque en el buscador de internet para que me diera una escritura, y salio este lugar que es vuestro sitio, y me hizo entender porque mi Padre celestial tiene que hacer uso de su justicia, gracias por su escrito, El Señor lo bendiga.

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