La Biblia dice en Romanos 11:29
Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.
Introducción
El endurecimiento de Israel podría confundir a los creyentes con respecto a las promesas y compromisos que Dios hace. El hecho de que el pueblo escogido de Dios pasara de una relación estrecha y cercana con su Creador a vivir distanciado, apartado y alejado del Señor podría poner en duda la seriedad de lo que Dios hace y dice.
Además, el trato a los gentiles que de ser idólatras y enemigos de Dios haciendo por naturaleza obras de iniquidad, pasaron a tener un trato benigno de parte del Señor, cuando su destino era completamente incierto podría hacer todavía más confusa la percepción de que lo dicho por Dios tiene sentido.
La carta a los Romanos dedica tres capítulos completos al tema de Israel para hacer comprender a la iglesia la condición que hoy en día tiene el pueblo de Dios y la posición de la Iglesia ante el nuevo escenario que se comenzó a gestar desde el inicio del establecimiento de las comunidades cristianas del primer siglo.
Dios eligió a Israel como su nación de entre muchos pueblos que había porque así le plació. Pero los endureció y los volvió sus enemigos por causa del evangelio. Luego tomó a los gentiles porque así lo decidió. Esos hechos podrían servir para pensar que Dios había cambiado de parecer.
El nuevo trato de Dios con Israel pudo hacer pensar a muchos que el Señor cambió de opinión y como los dioses del Olimpo grecorromano era caprichoso, voluntarioso y sobre todo inestable en cuanto a sus decisiones, parecido excesivamente a los hombres que habitan esta tierra.
Esa es la razón que mueve a Pablo a aclarar categóricamente que Dios no cambia, que Dios es inmutable, que no cambia de parecer, que lo que ha dicho lo sostendrá y que nada lo hará moverse o modificar su voluntad. Que el no revoca sus acuerdos y muchos menos se desentiende de ellos.
Quiere dejar en claro que las promesas de Dios se mantiene intactas. Que sus compromisos son irrenunciables y que ni una de sus palabras caerán en tierra antes de que se cumplan porque es un Dios que se mantiene firme en lo que dice, lo que representa garantía y seguridad para todos nosotros.
Israel: La bondad y severidad de Dios
La firmeza de los compromisos divinos
A. Sus dones son irrevocables
B. Su llamamiento es irrevocable
La severidad de Dios con Israel podría hacer pensar a algunos que Dios los había desconocido totalmente. En efecto eso ocurrió y por mucho tiempo se pensó que los hebreos habían sido desechados para siempre de los planes divinos y la iglesia era ahora la única receptora de la gracia divina.
Esa fue una equivocación que paso por alto el verso que hoy estudiamos. Dios no cambia, Dios no dice una cosa y luego se desdice. Si Abraham le prometió que su descendencia sería dueña de la tierra que él vio, se lo cumpliría y se lo cumplió.
La palabra irrevocable es de suyo interesante. Procede de la raíz griega “ametamelétos” que se compone de dos vocablos. Una preposición “a” y un sustantivo “metamelétos”, que proviene de la expresión metanoia y que nuestra versión Reina Valera 1960 traduce como arrepentimiento.
De acuerdo a esta formulación gramatical la palabra “ametamelétos” significa literalmente “sin arrepentimiento” y si vamos a más profundidad quiere decir “sin cambio de parecer” o “sin cambio de mentalidad”. Esa es la razón por lo que la Reina Valera lo traduce como “irrevocable”.
La expresión quiere decir, entonces, que Dios no cambia de opinión, no cambia de parecer, una verdad que la Biblia ha expresado ya en el libro de Números 23:19 que dice de la siguiente manera:
Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?
En comentario sobre esta pasaje el rabino Rashí escribe lo siguiente citando al Targum: “La palabra de Dios no es como las palabras de los seres humanos: los seres humanos hablan y se retractan. Y tampoco [actúa] como los actos de los seres de carne, ya que éstos deciden hacer algo y vuelven a reconsiderar. Pero él dice y hace. Todas su palabras se cumplen.
A. Sus dones son irrevocables
La palabra “dones” que usa el apóstol Pablo en este versículo procede de la raíz griega “charisma”, de donde nace la expresión carisma, expresión que tiene varios usos en el Nuevo Testamento:
- Puede significar un favor que uno recibe sin ningún mérito propio.
- El don de la gracia divina.
- El don de la fe, el conocimiento de la santidad, la virtud.
- La economía de la gracia divina, por la cual se otorga a los pecadores el perdón de los pecados y la salvación eterna en consideración a los méritos de Cristo obtenidos por la fe
- Gracia o dones que denotan poderes extraordinarios, que distinguen a ciertos cristianos y los capacita para servir a la iglesia de Cristo, cuya recepción se debe al poder la gracia divina que opera por su Espíritu Santo.
Esta palabra “charisma” o “carisma” es la misma que utiliza Pablo en Romanos 6:23 que dice:
Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús.
El regalo inmerecido que Dios da no lo recoge, no lo quita. Y todo lo que le dio de gratis a Israel y al propio creyente no se lo va retirar. Dios no cambiar de parecer respecto a algo que ha otorgado. A Israel le otorgó la calidad de ser su pueblo con un pacto de tierra para ellos. Eso no cambiará.
A nosotros como iglesia nos ha prometido su gloriosa presencia a través de su Espíritu Santo y se sostendrá en esa promesa. Significa eso que entonces podemos hacer lo que nos venga en gana? De ninguna manera.
B. Su llamamiento es irrevocable
La palabra llamamiento que usa nuestra versión Reina Valera 1960 proviene de la raíz griega “klésis” y puede traducirse también como invitación o vocación.
En el Nuevo Testamento se utiliza cuando Dios invita a todas las personas a recibir su regalo de salvación, incluidas todas las bendiciones que acompañan tal llamado.
En Efesios 4:4 dice de la siguiente forma:
Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación.
O en 2 Pedro 1:10
Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
Cuando el creyente ha sido llamado, ese llamamiento nunca cesará. Nunca dejará de ser un llamado y permanecerá en la gracia divina. A Israel Dios lo llamó y ese llamamiento nunca dejará de manifestarse.