La Biblia dice en Romanos 9:19-23
Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? 20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? 22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, 23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria.
Introducción
El trato bondadoso y/o severo con Israel implica una elección de Dios. Esa elección irremediablemente nos lleva a pensar en que a unos llama y a otros rechaza. Esa verdad inevitablemente puede hacer pensar a muchos que Dios es injusto y que no tiene derecho a culpar a nadie, pues él mismo ama y aborrece, llama y endurece.
El apóstol continúa con su hilo de pensamiento para llevarnos a una verdad indiscutible sobre la naturaleza divina. Nos lleva a la voluntad divina. La palabra “voluntad” que usa Pablo en este verso procede de la raíz “bouléma” que se traduce también como deseo, consejo y propósito.
Los deseos, el consejo y el propósito del Señor son irrestibles. Nadie puede ir contra de lo que el Creador ha determinado. En el caso de la elección de Jacob por encima de Esaú fue una clase de esas decisiones que el Señor concentra para sí mismo sin que dé explicaciones a nadie.
Eso no exonera al hombre. El hombre tiene una responsabilidad porque a todos los seres humanos se les da una oportunidad para creer, como las múltiples ocasiones que tuvo el Faraón y que rechazó o el propio Esaú a quien se le dio la primogenitura, pero que rechazó por un plato de comida.
Teniendo en mente todas estas verdades, Pablo se dispone explicar de manera muy sencilla porqué la voluntad de Dios es irresistible, porqué nadie puede altercar, discutir o de plano pedirle cuentas de lo que hace o deja de hacer. El ejemplo al que recurre es al de un alfarero que lo mismo hace vasijas para lucirse que vasijas para el trabajo rudo de una casa.
A Dios nadie puede resistirlo. La palabra resistir procede de la raíz griega “anthistémi” que se usa catorce veces en el Nuevo Testamento para precisar una actitud de oposisción o de enfrentamiento. El hombre no puede ni oponerse, ni resistir a Dios y mucho menos enfrentarlo porque siempre perderá y jamás ganará.
Israel: La bondad y severidad de Dios
La irresistible voluntad divina
A. Como un alfarero que hace lo que quiere con el barro
B. Como un alfarero que hace vasos para deshonra
C. Como un alfarero que hace vasos para honra
A. Como un alfarero que hace lo que quiere con el barro
El ejemplo del alfarero lo utilizo elocuentemente el profeta Jeremías cuando Dios lo envió a la casa de un hombre dedicado a esta labor para hacerle oír sus palabras. Pablo lo retoma para enseñarnos que Dios es cómo ese alfarero y los hombre somos barro, arcilla o greda en sus manos.
Con una pregunta, Pablo nos lleva a esta idea: ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así? Dice el verso veinte de nuestro texto en estudio. El vaso no puede decirle al que lo formó porque lo hizo así y de igual manera los hombres no pueden decirle al Señor lo mismo.
Se trata de un reconocimiento expreso de las limitaciones humanas frente al Creador a la hora de cuestionar lo que Dios hace precisamente cuando despliega su bondad y su severidad. Dios puede hacer lo que le plazca porque es un alfarero divino que responde a sus propósitos, deseos y consejos que solo están en su voluntad.
De esa forma nos queda claro que Dios puede, como el alfarero, hacer vasos para honra y otros para deshonra. Según dice el verso veintiuno de nuestro texto: ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? La respuesta a esta interrogante es sí. Dios tiene la potestad de hacer lo que quiera.
B. Como un alfarero que hace vasos para deshonra
El verso veintidós dice lo siguiente:
¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción…
Pablo cambia aquí el término deshonra por ira. Dios, dice el apóstol, tenía preparados vasos de ira para destrucción. Lo hizo con la finalidad de mostrar su ira y hacer notorio su poder, claro antes de ello los soportó con mucha paciencia, es decir esos vasos tuvieron su oportunidad.
Es evidente que Pablo está hablando de los judíos a quienes compara con vasos de deshonra o ira, pero la expresión es amplia porque la ira de Dios ha venido en otros tiempos registrados por el Antiguo Testamento y según la revelación del Nuevo Testamento vendrá de nueva cuenta sobre todo el mundo.
Son dos las razones por las que esos vasos, vasijas u ollas como dice la versión Dios Habla Hoy, fueron elaborados.
- Para mostrar su ira
Dios es amor es una verdad que conocen hasta los incrédulos, pero Dios se llena de ira, resulta incomprensible para muchos porque consideran que Dios jamás se enoja o nunca se fastidia con el pecado. Pero Dios se llena de ira, se llena de enojo y cuando eso sucede lo manifiesta de manera contundente.
El diluvio, las plagas de Egipto, Sodoma y Gomorra son apenas unas cuantas manifestaciones de esa verdad que perturba, sobre todo para quienes consideran que Dios es solo amor y nada más.
- Para hacer notorio su poder
Con las vasijas para deshonra o de ira Dios hizo notorio su poder. Los malvados, contrario a lo que podemos pensar, tienen un lugar en el plan de Dios. Con su destrucción harán notorio el poder de Dios. No podrán salvarse todos aquellos que se rebelaron contra Dios que lo resistieron y que lo ignoraron.
C. Como un alfarero que hace vasos para honra
El último verso de nuestro estudio dice de la siguiente manera:
y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria…
Dios no solo preparó vasos para deshonra e ira, sino también diseñó vasijas, vasos, y ollas para honra o como los llama aquí Pablo de misericordia. Esta es una verdad que llena nuestros corazones o debe llenarlos de gratitud porque Dios no solo es fuego consumidor, también es compasión, piedad y bondad.
Nosotros somos el objeto de su misericordia. Los gentiles que en otro tiempo estábamos perdidos ahora podemos acercarnos a Dios por medio de Jesucristo quien dio su vida por nosotros a quienes la gracia del Señor nos alcanzó en una clara muestra del amor incondicional del Señor.
Dios tuvo una razón fundamental para hacer esto y fue como dice Pablo “para hacer notorias las riquezas de su gloria”. Dios quiso hacer patente que era rico en gloria y quería manifestarla y tomó una decisión llamar a la salvación a lo gentiles porque tenía de sobra capacidad para obrar esta formidable acción.
Y lo hizo con mucha antelación y con propósito. En otras palabra los vasos de misericordia fueron planeados para mostrar al mundo la inmensa grandeza de Dios que no tiene ningún límite a la hora de hacer público su amor por toda la humanidad, como tampoco tiene quien le resista.