La Biblia dice en Romanos 10:5-13
5 Porque de la justicia que es por la ley, Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. 6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); 7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). 8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. 11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. 12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; 13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Introducción
Pablo presenta la justificación del hombre de dos formas. Una, como la planteaban los judíos a través de la ley y la dos, como la predicaban él y los discípulos del Señor. La justificación es la declaración de inocencia del hombre por medio de la muerte de Cristo. La liberación de la culpa es una discusión que Pablo resuelve en estos versos.
De la justificación o liberación de la culpa del ser humano, el apóstol nos lleva a la salvación del ser humano por medio de la fe. Con dos pasos sencillos y sin complicaciones: Creer y confesar. Ambas acciones hacen posible que el hombre sea salvo y ambas acciones las tiene a la mano.
No tiene que ir lejos, ni tiene ninguna clase de pretexto porque la salvación está a la mano. Pablo hace un contraste entre lo que la ley exigía y lo que la predicación de Cristo ofrece. La Torá demandaba obras para salvarse y la salvación en Cristo solo pide confianza y confesión.
Esa fue la base de la predicación apostólica y debe ser la base de la evangelización de la iglesia contemporánea. Los hombres y mujeres pueden alcanzar la salvación si creen y confiesan a Jesucristo. Esta verdad ha sido objeto de tergiversaciones porque en algunos casos se ha pensado que el hombre puede hacer algo por sí mismo para salvarse.
Israel: La bondad y severidad de Dios
Una salvación tan cercana
A. Basada en la obra de Cristo
B. Para todos los hombres
A lo largo del libro de Romanos Pablo muestra la manera en que el hombre se salva de la condenación eterna. A lo largo de su carta el apóstol reitera la fe como base salvífica para la humanidad y rechaza la posibilidad de que el hombre se pueda salvar a sí mismo por más que haga buenas obras.
A. Basada en la obra de Cristo
El verso cinco de nuestro texto dice de la siguiente manera:
Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.
La discusión que tenían los creyentes en el tiempo de Pablo era que la ley judía era el único instrumento viable para obtener la salvación eterna. De hecho el texto que cita en el verso cinco es tomado del libro de Levítico 18:5
“Por tanto guardareis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová.”
La ley o Torá hebrea tenía como tarea señalar la maldad del hombre y a través de sacrificios y ofrendas presentadas ante Dios alcanzar el perdón divino. Quien salía de esa forma de vida sencillamente estaba fuera de la relación con Dios. En ese sentido la salvación se convertía en un esfuerzo netamente humano.
El grave problema era que muchos no podían con los mandamientos y cargas de la ley y entonces estaban perdidos y difícilmente podían cambiar su condición, entonces operaba la fe. De hecho Pablo cita ampliamente el caso de Abraham que fue justificado por la fe y que su fe se mostró en obras, pero no a la inversa porque no tenía ley.
La idea de Pablo con toda esta argumentación es llevarnos a la obra vicaria de Cristo, es decir su sustitución por nosotros en la cruz del calvario. En realidad quienes debimos haber sido crucificados éramos nosotros y no él, pero el tomó nuestro lugar para perdonarnos, justificarnos y quitarnos la culpa.
Por medio de la ley era difícil la redención porque los hombres tenían que hacer por ellos mismos y eso se hace complicado. Entonces alguien podrá preguntar ¿cómo se salvaron hombres como Elías, Josué, Eliseo, David, Abraham, Isaac y Jacob? La respuesta es sencilla se salvaron por fe. La fe es la única forma de salvación aún en el Antiguo Testamento.
Habacuc, a quien Pablo cita al comienzo de su epístola lo dice categórico: Más el justo por la fe vivirá.
B. Para todos los hombres
Para hablar de la cercanía de la salvación, Pablo dice lo siguiente:
Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); 7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).
Pablo cita Deuteronomio 30: 2-14 haciendo una interpretación a la luz de Cristo porque el texto de la ley habla de los mandamientos del Señor, pero Pablo lo usa para señalar que en Cristo la salvación esta muy próxima, es decir que no está lejana como para no poder alcanzarla.
Con estas palabras el autor de Romanos nos muestra que la salvación está disponible para todos. Que es tan accesible que nadie puede ser excluido de ella y si alguien no la alcanza es porque en realidad nunca la quiso porque está a la mano para todos aquellos que tengan necesidad de ella.
Este es uno de los grandes pasajes de la Biblia porque explica cómo obtener la salvación. Se trata de una definición valiosísima porque nos dice como librarnos de la muerte eterna sin grandes complicaciones y solo con fe. La justificación de la que habla Pablo en estos versos es la que surge de la fe.
Si la salvación por medio de la Torá o ley hebra ponía el acento en lo que el hombre hace y sus vanos esfuerzos, la salvación por medio de la fe hace sencilla la salvación y sobre todo sin pretexto por lo cercana que la puso Cristo al morir en la cruz y resucitar al tercer día con poder del Espíritu Santo.
De los versos ocho al diez encontramos la fórmula de la salvación:
Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
La salvación se alcanza confesando y creyendo. Confesando que Jesús es el Señor y creyendo en nuestro corazón que Dios le levantó de los muertos. Dos acciones que todos los hombres pueden hacer, pero que muchos no lo quieren hacer para seguir viviendo como les place.
Merece una explicación la palabra “confesares”. La expresión procede de la raíz griega “homologeó” que sencillamente quiere decir hablar lo mismo o estar de acuerdo. En términos jurídicos quiere decir declarar públicamente para reconocer o alinearse con una verdad.
Cuando Pablo dice que si el hombre confiesa con su boca que Jesús es el Señor, lo que está diciendo es que el primer paso de la salvación consiste en estar de acuerdo con la condición o naturaleza de Cristo. Jesús es lo que dijo ser, Dios manifestado en carne, nuestro Salvador porque somos pecadores.
Confesar o estar de acuerdo o hablar lo mismo significa en relación con el señorío de Cristo, aceptar todas y cada una de las enseñanzas de Cristo sobre su autoridad expresadas en los evangelios. Se trata de admitir que es el Señor y nosotros sus súbditos o siervos necesitados de su perdón.
El segundo paso es creer. La palabra creer no es un hecho mental de dar por cierta una verdad. La palabra creer implica un compromiso nacido de la persuasión, es decir una persona que cree da crédito a una verdad y la abraza con toda su alma. En el caso de lo que dice Pablo en este pasaje, creer que Jesús se levantó de los muertos se acepta totalmente.
Santiago es quien mejor explica el término creer cuando escribe en su carta lo siguiente:
“Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” Santiago 2: 19.
Los demonios creen, es decir, aceptan intelectualmente la existencia de Dios, pero son incapaces de comprometerse con él y mucho menos de abrazar esa verdad con todo su corazón. Creer para salvación es, entonces, una acción mediante la cual el hombre acepta como un hecho incontrovertible la resurrección de Cristo.
Del verso once al verso trece encontramos la siguiente afirmación:
Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. 12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; 13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
La salvación se hizo universal con el sacrificio de Cristo. No hay distinción entre judíos y gentiles. No hay discriminación alguna para alcanzar la gracia de Dios. La salvación es para todo aquel que invoca al Señor confesando y creyendo en él.