La Biblia dice en Job 32:22
“Porque no sé hablar lisonjas; de otra manera, en breve mi Hacedor me consumiría.”
La Biblia Dios Habla Hoy traduce este verso así: “En realidad yo no acostumbró a hacer halagos; ¡el Creador me castigaría enseguida si los hiciera!”. Estas son las palabras de Eliú, un cuarto amigo de Job, más joven que Elifaz, Bildad y Zofar, que llegó también a consolar a Job en medio de su calamidad.
Hizo uso de la palabra luego de escuchar a los tres amigos del patriarca que fallaron en su intento de condenar a Job ya que éste siguió insistiendo es su inocencia y de cierto modo culpando a Dios de sus tribulaciones y por eso Eliú habló y lo hizo de una manera clara, fuerte, directa y concisa, advirtiendo con toda claridad que no adularía a nadie.
Su juventud podría ser tomada como desventajosa a la hora de intervenir en un asunto complejo, pero usó una técnica que no falla a la hora de hablar con toda clase de personas: evitar la adulación, la lisonja y la zalamería porque eso desagrada profundamente al Señor debido a que vuelve servil a quienes la practican.
La lisonja procura quedar bien con todos. Alabando a los demás o poniéndolos en un pedestal las personas dejan de ver las cosas en su justa dimensión. Una persona que solo recibe halagos corre el grave peligro de perder la noción de la realidad, pero sobre todo puede perder el sentido autocrítico consigo mismo.
Pero también el que practica la zalamería corre también un grave riesgo el de recibir el castigo del Creador por conducirse de esa manera, por ello el amigo de Job le advierte tanto al patriarca como a sus amigos que evitará a toda costa recurrir a ese tipo de palabras que envanecen a quienes se las dirigen.
En medio del sufrimiento no se necesitan esta clase de palabras. Lo que en realidad se requiere es sobriedad. Palabras adecuadas para quienes están pasándola mal y también para aquellos que quieren ayudar, pero en lugar de usar las expresiones correcta incurren en la adulación.
Eliú se disculpó por no saber hablar lisonjas, una virtud poco apreciada porque los lisonjeros han copado el mundo y a mucha gente le encanta la adulación, aunque saben que el adulador distorsiona la realidad.