La Biblia dice en Eclesiastés 11:1

“Echa tu pan al agua; después de algún tiempo lo encontrarás.”

El tema principal que desarrolla el Predicador en su libro es que el hombre carece absolutamente del control de los acontecimientos en esta vida. En otras palabras el futuro es incierto. El porvenir no se puede conocer. El mañana para todos es un gran incógnita porque ignoramos completamente que nos depara.

Lo mismo el futuro puede ser prometedor, pero de igual forma puede ser demoledor para nuestras aspiraciones, sueños, anhelos y proyectos. Lo hace para que estemos prevenidos y ante cualquiera de las dos circunstancias actuemos con sensatez, prudencia y aceptemos tanto uno como otro.

El problema que muchos tenemos ante la incertidumbre del mañana es que nos paraliza. Solemos pensar que si es incierto o no sabemos que traerá consigo, entonces, para qué planeamos, para qué proyectemos, vivamos el día a día sin ninguna clase de objetivo o sin acciones de ningún tipo, al fin y al cabo no sabemos si será útil hacer o dejar de hacer.

Ante esa pesimista y sombría actitud, el Qohelet o Predicador nos regala un proverbio muy común en sus tiempos: Echa tu pan sobre el agua y después de algún tiempo lo encontrarás, que algunos especialistas en el libro de Eclesiastés asociación al comercio de trigo que se hacía en barcos y después de mucho tiempo se obtenían las ganancias.

La idea esencial de esa sentencia judía, entonces, tiene que ver con invertir, arriesgar y no detenerse por el miedo o el temor del mañana. Sí, no sabemos qué pasará en el futuro, por supuesto, pero eso de ningún modo nos debe llevar a cruzarnos de brazos y esperar, sin hacer nada, que vengan lo bueno o lo malo.

Se trata que lo que venga en el futuro nos encuentre haciendo algo, principalmente desafiando a lo incierto. Ese es el sentido de echar nuestro pan sobre las aguas, es decir de plantarnos ante lo que pueda venir el día de mañana y luchando siempre por nuestros sueños, nuestros anhelos.

La incertidumbre del mañana se enfrenta el día de hoy con determinación, sin cobardía y con valentía sabiendo que lo que encontremos sea bueno o sea malo, pero particularmente los días malos o aciagos, los toparemos de frente batallando por lo que creemos y amamos, abrazando con la ayuda de Dios lo que amamos hacer.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

Deja tu comentario