La Biblia dice en Apocalipsis 18:9-20
9 Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, 10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: !Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio! 11 Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías; 12 mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol; 13 y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. 14 Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás. 15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, 16 y diciendo: !Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! 17 Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos; 18 y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? 19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: !Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.
Introducción
Juan nos ofrece una perspectiva estrictamente económica o material de la gran ramera. La gran ramera no solo es una falsa religión, es también un intenso poderío económico que también se derrumbará junto con su fornicación espiritual y hay un gran lamento mundial por esa ruina.
En estos versos encontramos reiteradamente expresiones como mercaderes, mercaderías y mercadería lo que hace muy visible la intención del autor del libro de la Revelación de hablarnos de un tema estrictamente financiero porque se enlistan una serie de productos que en aquellos tiempos formaban parte de la actividad económica de las naciones ricas.
Junto con estas descripciones podemos encontrar tres clases de personas que hacen lamento por la repentina caída de Babilonia: los reyes, de los que ya se ha hablado en versos anteriores, los mercaderes o comerciantes, lo que hoy en día serían los empresarios y finalmente los marinos que en ese tiempo eran los encargados de transportar el comercio.
Hay un marcado contraste entre el lamento que ellos hacen “de lejos” y la alegría que priva entre los santos, apóstoles y profetas por el juicio en contra de la gran ramera que tanto daño causó al pueblo de Dios. Su destrucción de ningún modo puede verse como una injusticia sino como el fin de una institución pervertida y falsa.
La caída de la gran ramera
Los tres grandes lamentos y la alegría de su pueblo
A. El lamento de los reyes de la tierra
B. El lamento de los mercaderes
C. El lamento de los marineros
La caída de Babilonia está acompañada de lamentos. Los ayes en la Escritura son expresiones de dolor y gran sufrimiento por los juicios de Dios. A lo largo de toda la Biblia encontramos. Los encontramos en los escritos del profeta Jeremías, también en los evangelios y por supuesto en Apocalipsis.
Juan nos presenta el drama que vivirán tres clases de personas que tuvieron una relación estrecha con la gran ramera y esos tres grupos de individuos lamentarán grandemente su caída porque se beneficiaban de ella y obtenían placer, riquezas y un estilo de vida suntuoso y exquisito.
A. El lamento de los reyes de la tierra
Los versos nueve y diez dicen de la siguiente manera:
Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, 10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: !Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!
Cuando leemos estos versos de inmediato notamos que nadie podrá hacer nada por Babilonia. Lo único que recibirá la gran ramera es lamentacion porque será quemada en un tiempo muy breve: una hora. Su esplendor y grandeza caerán estrepitosamente.
Que gran lección le dio Juan a la iglesia primitiva y nos da a nosotros cuando enfrentamos instituciones o personas que se mofan de Dios y que atacan a su pueblo y parecen invencibles. El juicio de Dios cuando viene nos hace ver que en realidad su grandeza era pura apariencia.
Juan nos dice que los reyes de la tierra con todo y que tienen poder no podrán hacer nada cuando Dios lance su juicio contra Babilonia y lo único que podrán hacer será pararse de lejos por el temor de su tormento y lanzar sus ayes, sin siquiera poder hacer algo por ella que parecía tan fuerte.
B. El lamento de los mercaderes
En la visión de Juan sobre Babilonia, la madre de todas las abominaciones de la tierra, sobre sale el tema de los mercaderes que hacen lamentación por ella. Al respecto Apocalipsis 18: 11-16 nos dice lo siguiente
11 Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías; 12 mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol; 13 y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. 14 Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás. 15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, 16 y diciendo: !Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas!
Babilonia vivía del lujo. La riqueza y esplendor es su marca. Casi todos los artículos que Juan menciona en su escrito son artículos de alto precio y que eran utilizados por los potentados de su tiempo. Solo algunos cuantos son de uso común, pero la inmensa mayoría eran usados solo por gente de dinero.
Los mercaderes lloran y hacen lamentación por Babilonia porque era su principal mercado. Tenía dinero y podía acceder a estos articulos lujosos, pero con su castigo ha perdido su poder adquistivo y ellos no lloran por ella, sino que lloran porque no habrá quien les pueda comprar.
Es un hecho que la gran ramera tiene gran poder económico. Que esa religión oficial basa en mucho su poder en la economía que tiene o que tendrá porque defintivamente cuando aparezca en nuestros días mostrará su músculo de manera poderosa a traves del dinero.
C. El lamento de los marineros
Los versos diecisiste al diecinueve dicen de la siguiente manera:
17 Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos; 18 y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? 19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: !Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!
Dentro de la cadena económica del primer siglo, los barcos o la marina mercante eran parte fundamental del comercio. De hecho hoy en día la mejor manera de transportar mercancías es por barcos. Por encima de aviones, camiones o trenes resulta más económico trasladarlos de un país a otro país o de un continente a otro.
Su mención en libro de Apocalipsis nos deja en claro que todos los que tenían alguna relación cercana o lejana con la gran ramera llorarán su destrucción.