La Biblia dice en Joel 2:25
Yo les compensaré a ustedes los años que perdieron a causa de la plaga de langostas, de ese ejército destructor que envié contra ustedes.
En tiempos del profeta Joel se desató sobre Israel una terrible plaga que arrasó con los cultivos y trajo sobre la nación una fuerte crisis alimentaria. Fueron tiempos devastadores para todos los judíos porque si hay algo que daña severamente a una nación es dejar de producir o perder sus productos básicos.
Fue tan impresionante que el mismo profeta lo describe así: “Todo se lo comieron las langostas, lo que unas dejaron, otras vinieron y lo devoraron”. Y luego asentó: “Ha destruido nuestros viñedos, ha destrozado nuestras higueras, las han pelado por completo, hasta dejar blancas sus ramas.”
La descripción de lo sucedido es sumamente ilustrativa, perdieron todo. Se quedaron sin nada. En medio de esa tremenda crisis, Dios les envió al profeta Joel quien los llamó a un profundo arrepentimiento. Les pidió que cambiaran de actitud, que dejaran su complacencia y se volvieran al Señor con todo su corazón.
Los llamó a ayunar de verdad. Los convocó a dejar la simulación de seguir al Señor, la tibieza con sus mandamientos y a una transformación nacional para superar la grave crisis que estaban viviendo. Es interesante notar que ante la situación que vivían los haya llamado a volverse de todo corazón a Dios y no a volver a sembrar árboles y semillas.
Hay alguna clase de problemas en esta vida, entonces, que no se resuelven volviendo a comenzar, tampoco se resuelven pidiendo ayuda a otros o con nuestros propios recursos. Hay un tipo de problemas que solo se resuelven clamando a Dios, implorando al Creador su compasión, dejando todo por seguir de nueva cuenta con él.
Así se entiende cuando le pide a los novios que salgan de su tálamo y dejen de celebrar y que los sacerdotes llorarán diciendo: “Perdona, Señor, a tu pueblo.”
Si ellos hacían eso, el Señor se comprometía a compensar las pérdidas sufridas por la nación. Es decir Dios estaba asumiendo la responsabilidad de ayudarles a paliar la grave crisis que estaba viviendo. Dios estaba prometiéndoles resarcir los daños que padecieron por la plaga de las langostas. Coloquialmente, Dios estaba abriendo su chequera para cubrir el siniestro.
Dios les estaba diciendo que el podía y puede revertir toda clase de crisis. Que para él nada es imposible, ni aún las más desoladora de la circunstancia. Que él puede subsanar los efectos de una plaga de la manera más sencilla: haciendo producir la tierra de nueva cuenta, e incluso haciendo venir una cosecha más abundante. El Señor puede compensar toda pérdida. Todo está en volvernos correctamente a sus caminos.