La Biblia dice en Gálatas 6: 12
Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo.
Introducción
A lo largo de la historia el cristianismo ha sufrido persecución. Jesús, el fundador de la fe en Dios a través de su persona padeció persecución desde que era un niño y cuando realizó su ministerio terrenal fue acosado y hostigado por fariseos, escribas y sacerdotes junto con los gobernantes judíos del sanedrín.
Los primeros grandes opositores al cristianismo fueron los propios hebreos del tiempo de Jesús. El capítulo ocho del libro de los Hechos nos da cuenta de la virulenta reacción de los israelitas contra la naciente fe en el Hijo de Dios y la manera en que fueron perseguidos los miles de nuevos creyentes en Jesucristo.
Desde el principio el cristianismo fue atacado, se abrió paso en medio de la hostilidad y creció muchas veces en la clandestinidad. Muchos ofrendaron su vida y otros más fueron encarcelados por proclamar la salvación por medio de Cristo Jesús, el autor y consumador de la fe.
Los hebreos persiguieron a los cristianos. De eso nos da cuenta el libro de Hechos escrito por Lucas porque lugar a donde se presentaba Pablo y sus colaboradores a compartir las buenas nuevas de la justificación ante el Padre de las luces ellos aparecían para deslegitimar el mensaje y también para perseguir a Pablo.
El propio Pablo fue un perseguidor que camino a Damasco a tomar presos a hermanos en la fe, tuvo su encuentro personal con Jesús y a partir de ese momento su vida dio un giro de ciento ochenta grados, de tal suerte que se convirtió en el heraldo de quien blasfemó y atacó.
Sin embargo, la decisión de Pablo en lugar de apaciguar la molestia y enfado de los judíos, los enardeció más de tal manera que en Jerusalén cuerante hombres juraron que no comerían alimentos hasta que vieran muerto a Pablo porque la persecución del cristianismo es su signo distintivo. Todos los que quieran vivir piadosamente padecerán persecución, escribió el propio Pablo.
Pero la estafeta de la persecución pasó de los judíos a los romanos porque luego de los israelitas los que continuaron con la intolerencia contra los cristianos fueron los emperadores romanos que veían con recelo que los creyentes hablaran de un rey llamado Jesús.
El cristianismo del primer siglo vivió así: por un lado los judíos que pensaban que la fe en Jesús disminuía el judaísmo y por otra parte los romanos que creían que la proclamación de un rey llamado Cristo mermaba o debilitaba la fuerza del imperio y se unieron al pueblo de Israel en su persecución contra la iglesia.
Las comunidades cristianas del primer siglo padecieron mucho por la incomprensión de lo que realmente era la fe en Jesús, pero Cristo lo había advertido durante su ministerio terrenal. En su primer parábola, la del sembrador, claramente señaló que la semilla caída en pedragales y se secaba eran las personas que no soportaban la persecución.
Desde su primer discurso en el Sermón de la montaña Cristo hablo de la persecución. En Mateo 5: 10 dijo: Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los cielos. Y también en Mateo 5: 11 dice: Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
No podía ni puede ser distinto el destino de los creyentes porque Jesús mismo fue perseguido. Así nos lo dice Juan 5: 16 “Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo.”
Y fue una enseñanza suya planteada a sus discípulos así en Juan 15: 20 “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor: Si amí me han perseguido también a vosotros os perseguirán…”.
El Nuevo Testamento es claro al señalar que los creyentes sufrirán persecución. La palabra implica que habrá personas molestando u hostigándolos por tener fe en Jesucristo. La persecución tendrá un cariz que puede ir de simples molestias y burlas hasta la afectación de bienes y hasta atentados contra su propia vida.
La cruz de Cristo tiene esa característica que no debemos olvidar para evitar sentirnos frustrados o decepcionados de creer en Cristo. Vamos a sufrir persecución y tenemos no solo que resistirla, sino hacer lo que Pablo dice al escribir la carta a los Romanos donde les pidió que bendijeran a sus perseguidores. Que los bendijeran y no los maldijeran.
No hay alternativa, no hay escapatoria, somos como esos reos condenados. La persecución será una señal inequívoca de la autenticidad de nuestra fe, una manifestación clara de que hemos abrazado una fe viva, una fe que es real y genuina porque al hacer el bien hay personas que no solo se incomodan, sino nos hostigan.
Ninguno de nosotros se puede decir sorprendido, entonces, al momento de llegar ese tipo de adversidades y muchos menos uno puede rechazar esos tristes acontecimientos que llegan para hacernos sufrir.
Serie: La cruz: sufrimiento y consuelo
I. La cruz: sufrimiento y consuelo en la persecución
A. Que algunos evitan con engaños
B. Que algunos rehúyen con agobio
La cruz siempre será sinónimo de sufrimiento, dolor, agobio y pesar. Cristo lo sabía perfectamente desde siempre. Y desea profundamente que nosotros también lo sepamos. Los creyentes debemos tener conciencia que seguimos a un hombre que con determinación y valentía tomó la cruz y sufrió en ella los dolores más inhumanos que pueden existir.
Cristo convirtió la cruz de un instrumento de dolor y muerte en un símbolo no solo de padecimientos, pero también de esperanza porque en su vida primero fue la cruz y luego la gloria y de igual modo en sus discípulos la cruz siempre será el primer paso para alcanzar la gloria y por ello debemos comprender los alcances que tiene tomar nuestra propia cruz.
I. La cruz: sufrimiento y consuelo en la persecución
Pablo sufrió mucha persecución a causa de la cruz. Esa es la confesión que le hace a los Gálatas. Pero también les informa que podría evitarla, con lo que sabemos todos que la cruz más que una circunstancia accidental en nuestras vidas en realidad es una determinación, es decir, yo decido tomarla o rechazarla.
Tomarla trae consigo muchas y grandes tribulaciones, pero aparejadas con ellas trae consuelo porque Cristo sabe perfectamente que sufrir por él es sumamente desgastante y si no viniera en nuestro auxilio en esas terribles horas de dolor, decaeríamos y moriríamos de desolación.
Pero la cruz, sí es sufrimiento, pero también consuelo, aún en la persecución que es una de las circunstancias en las que parece que Dios se ha olvidado de nosotros. Llega a ser tan compleja nuestra situación que a veces quisiéramos dejarlo todo y abandonar nuestra fe a causa de todo lo que nos ocurre por obedecer a Dios.
A. Que algunos evitan con engaños
En los tiempos de Pablo muchos sucumbieron ante la persecución. De ellos habla en este texto. Algunos para ya no ser perseguidos por los judaizantes cayeron y permitieron ser circuncidados con tal de ya no ser molestados o fastidiado, aun cuando la circuncisión carecía de valor delante de Dios.
Cuando la cruz nos impone persecución muchos en lugar de esperar en Dios, renuncian y la evitan con engaños al hacer “concesiones” en su fe aun cuando ellas pongan en segundo lugar la voluntad de Dios. Para ellos escapar de la hostilidad vale más que evitar la confrontación con los hostigadores.
Pablo sabía que él mismo podía dejar de ser perseguido si tan solo accedía a dejar que su predicación se acompañase de la circuncisión, pero lo evitó cuando muchos otros aceptaron ese engaño y cayeron de la gracia al permitir que un hecho externo les permitiría “vivir en paz” con sus adversarios y críticos.
B. Que algunos rehúyen con agobio
Dice Pablo que algunos para no padecer persecución optaron por obligar a los demás a circuncidarse. Ellos rehuyeron de la cruz y dejaron a un lado las prescripciones del mensaje de las buenas nuevas con tal de evitar la presión por la fe en Cristo. Huir de la cruz no es opción porque es una forma de negar a nuestro Salvador.
Pero muchos dimitieron, abdicaron y renunciaron a su fe con tal de encontrar un atajo que evitara la presión, pero en esa decisión lo único que hicieron fue rechazar los sufrimientos de la cruz y se convirtieron así en enemigos de la cruz de Cristo.