La Biblia dice en 1ª Corintios 1:28

“Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia de este mundo, es decir a los que no son nada para anular los que son algo.”

La ciudad de Corinto albergaba, además de opulencia y religiosidad al por mayor, una enorme herencia cultural de Grecia. Corinto era asiento de grandes pensadores para los cuales la filosofía formaba parte muy importante de su vida. Se sentía herederos de grandes pensadores como Sócrates, Platón, Aristóteles y una cauda inmensa de pensadores.

A ese lugar Pablo llegó con su predicación en el segundo viaje misionero y logró plantar una iglesia que fue despreciada tanto por los griegos como por los propios judíos que veían con recelo la predicación de Pablo por hablar de un Mesías que había sido muerto en la cruz, una de las formas más vergonzosas de privar la vida a una persona en esos tiempos.

Era de tal magnitud el menosprecio que los miembros de la iglesia vivían que cuando Pablo les escribe a sus hermanos la primera carta les anima para no sentirse mal cuando los griegos “sabios” les llamaban locos por creer en un hombre llamado Jesús que Pablo predicaba que estaba vivo.

Les pide no subestimarse ante esta clase de burla y también aquella que los tratara de minimizar o empequeñecer. Su fe daba para mucho más y los sabios no siempre tenían la razón y sus juicios carecían de veracidad y aquí es donde les da un argumento propicio para enfrentar las críticas de esta clase de acusaciones.

Dios en realidad había decidido o determinado escoger o elegir personas que eran despreciadas y que para este mundo carecían de importancia. De hecho la elección de Dios parte exclusivamente de su voluntad sin que el ser humano intervenga absolutamente para nada, es decir no importa quién es o qué hace, lo importante y básico es que Dios escoge.

Y esta decisión de escoger personas sin “el perfil intelectual”, sin “la grandeza” o “sin la sabiduría” o los que definitivamente no son nada en este mundo es exactamente para anular a los que son algo. La razón de estas palabras de Pablo radican en la verdad que nadie se puede presentar a Dios con prendas de grandeza. Dios ni las necesita ni las atiende.

Dios aprecia grandemente la humildad y sencillez con la que las personas lo buscan y se aparta de aquellos que piensan que tienen algo que le pueden ofrecer a Dios o que definitivamente son tan valiosos que Dios les debe a ellos y no ellos a él. En realidad el Señor eligió lo vil de este mundo para avergonzar a quienes se sienten “grandes”.

Su elección se basó en su amor no en lo que hombre alguno le puede ofrecer. Nos eligió porque vio nuestra miseria, no porque en nosotros hubiera algo bueno o algo que lo impactara. Pensar que nosotros teníamos algo que lo impresionó es simplemente soberbia y altivez.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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