La Biblia dice en 1º Libro de Samuel 18:9
Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.
La fama tiene caminos indescifrables. Abre puertas, pero también enciende odios a gran escala. Ser popular tiene costos que son elevados. Quien aspire o pretenda ser conocido en estos tiempos en los que las fronteras físicas han sido superadas y cuando millones de personas pueden darse a conocer y millones de personas pueden saber de otros debe estar consciente de sus pretensiones.
Y debe estar seguro, también, de lo que quiere porque muchas personas que nunca han buscado ser populares, famosas o reconocidas, pero que por algún hecho o alguna acción se han dado a conocer, han padecido los estragos que produce ser conocido por miles de personas.
Eso fue lo que le ocurrió a David, según nos relata el primer libro de Samuel. Luego de derrotar al gigante Goliat, David pensó que su hazaña había quedado solo entre los soldados judíos que vieron como venció al colosal paladín de los filisteos que cayó muerto ante sus pies y que hizo posible la victoria de los israelitas sobre sus antiguos y poderosos enemigos.
Pero como la fama, buena o mala, en aquellos días se transmitía de boca en boca, ahora diríamos se hace viral en redes sociales, cuando el rey Saúl y David, quien se convirtió en su yerno, volvía a la tierra de Israel las mujeres comenzaron a cantar y a danzar. Ellas decían: “Saúl hirió a sus miles y David a sus diez miles.”
David no ordenó que cantaran esa canción, menos les pidió que danzaran y mucho menos les sugirió que lo hicieran justamente cuando venía de vuelta con el rey que ahora era su suegro, pero así suele ser la celebridad y el renombre. Para bien y para mal la reputación suele llegar de las maneras más insospechadas.
Pero esa buena fama de David, bien ganada y no buscada, le costó el odio del rey Saúl quien a partir de ese momento lo persiguió, le quitó su esposa y lo convirtió en exiliado de su patria, todo porque se llenó de envidia del reconocimiento que el pueblo hacía de David. La envidia acompaña siempre la buena fama. Siempre.
Una canción de apenas once palabras que encumbró a David le valió muchos sinsabores y peligros que a punto estuvieron de costarle la vida, sin que él lo pidiera o quisiera. La buena fama hace ganar seguidores que aprecian, pero también envidiosos que detestan y tratan de dañar.