La Biblia dice en Deuteronomio 2:25

Hoy comenzaré a poner tu temor y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo, los cuales oirán tu fama y temblarán y se angustiarán delante de ti. 

Cuando Dios introdujo a su pueblo a la tierra prometida se hizo cargo de absolutamente todo. Y el primer paso fue hacer desmayar a los pueblos que habitaban Canán. Dios animaría a los judíos, pero desanimaría a las naciones cananitas. Dios pelearía a favor de los hebreos, pero lucharía en contra de sus enemigos. En pocas palabras Dios se encargaría de todo. 

Una vez que la generación de hombres que salió de la tierra de Egipto murió, Dios comenzó a obrar. Habían muerto ya todos aquellos a quienes el Señor sentenció de que no verían la tierra prometida porque se habían rebelado una y otra vez hasta alcanzar diez momentos de obstinación que los llevaron a la muerte. 

Ese es el sentido de la palabra “ahora” que usa Moisés en Deuteronomio para marcar con toda claridad que Dios comenzaría a obrar a favor de su pueblo difundiendo la fama el pueblo de Israel, por cierto una fama que no vendría de ellos, sino de lo que Dios había hecho por ellos. 

Es muy importante entender que la popularidad que alcanzaría el pueblo de Israel ante las naciones paganas nacería por la difusión que Dios haría entre ellos. Difusión que vemos perfectamente retratada en Jericó donde Rahab recibió a los espías y les dijo que sabían lo que Dios había hecho en el Mar Rojo. 

Ese hecho había ocurrido unos cuarenta años antes, pero Rahab lo contaba como si hubiera sucedido la mañana misma de ese día. A eso se refería Dios cuando les dijo que pondría temor y espanto en los pueblos. La experiencia se repitió con los gabaonitas que también suplicaron la piedad de Israel, sin siquiera haber peleado. 

Es claro que Dios es el que se encargó de someter en primer lugar a los pueblos enemigos de Israel insertando en ellos una gran angustia que los hacía temblar para que de esa forma pudieran conquistarlos fácilmente debido a que una persona con miedo es presa fácil de cualquier adversario. 

Dios utilizaría su propia fama para introducirles a la tierra prometida. Dios les había prometido que los introduciría al lugar donde fluye leche y miel y se valió de todo lo que tenía a la mano para lograrlo. De pronto la gente de ese lugar comenzó a hablar de Israel y rápidamente todos comenzaron a tenerles miedo. 

Dios obrando usa la propia necedad de la gente para obrar su perfecta voluntad. 

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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