La Biblia dice en Éxodo 1:12

“Pero mientras más los maltrataban, más aumentaban. Así que los egipcios les tenían mucho miedo.”

El relato de la salida de Israel de Egipto nos muestra que cuando Dios ha tomado una decisión, no hay, ni habrá poder humano que pueda contra ella. Dios había determinado sacar a su pueblo de esa nación y llevarlos a la tierra donde se asentaría para siempre y entonces dio el primer paso multiplicando a su nación escogida.

Los rabinos hebreos explican que cuando el libro de Éxodo dice que los judíos fructificaron, se multiplicaron, fueron aumentados, fortalecidos y se lleno la tierra de ellos, en realidad son seis verbos que significan lo mismo: que crecieron, pero en realidad lo que la Torá hebrea quiso decir es que la mujeres tenían partos de seis hijos cada uno.

De esa manera el crecimiento demográfico por parte de los hebreos fue exponencial y solo de esa manera se entiende la desesperación de los egipcios y las inhumanas medidas de matar a los niños que nacieran, algo que no pudieron lograr porque el pueblo de Israel no decreció.

Me llama la atención el hecho de que a mayor maltrato de Faraón y sus gobernados a los hebreos mayor crecimiento. Eso quiere decir que el pueblo de Israel creció y se multiplicó en medio de una gran confrontación y que la oposición de ningún modo es impedimento para crecer.

Solemos pensar equivocadamente que una vida fructífera necesita las mejores condiciones, que requiere de bonanza, calma y quietud y que la oposición nunca nos permitirá se fortalecidos como en el caso de los judíos en Egipto, pero es un error porque a Dios no le importan las condiciones en las que estemos si ha decidido hacernos crecer.

A veces quisieramos que nada se opusiera a nuestros planes, que la gente nos siguiera o que la circunstancias no favorecieran para desplegar, implementar o desarrollar nuestros planes, pero no siempre será así. Habrá ocasiones en las que de la mano de nuestros proyectos encontremos resistencias y adversidades, pero debemos seguir.

Dios le demostró a Israel y nos demuestra a nosotros que su fuerza y su poder son suficientes para abrirnos paso en la adversidad, para sustentarnos ante nuestros adversarios, pero sobre todo para darnos la victoria cuando todo parece perdido o cuando nuestros enemigos parecen más fuertes que nosotros.

Entre más grande parece el adversario, la realidad es que Dios es inmensamente poderoso y nadie puede contrariar sus planes.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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