La Biblia dice en 1ª de Timoteo 2:5

“Porque no hay más que un Dios, y un solo hombre que sea el mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús.”

La palabra griega “mediador” que utiliza Pablo en esta carta procede de la raíz “mesitas” que se usaba para referirse a un árbitro que se colocaba en un conflicto entre dos partes y su arbitraje servía para mantener la concordia, restaurar la paz entre ambos o que respetaran las reglas de convivencia.

La humanidad de Cristo tuvo esa finalidad. Pablo tenía claro que así como Moisés había sido el intermediario entre los hebreos y Dios para traer la ley, así Jesús de Nazaret se encarnó para ser el intermedio entre el Creador y la criatura, pero que a diferencia de Moisés, Jesús cumplió la lay mosaica y dio su vida en rescate por muchos.

Los seres humanos habían olvidado, extraviado y desconocido las reglas para convivir con Dios y nos habíamos separado del Señor del cielo y de la tierra y fue indispensable que Cristo se humanizará para conocer perfectamente todas nuestras flaquezas, e intervenir como un árbitro perfecto entre Dios y nosotros.

De esa manera nosotros tenemos en Cristo el medio perfecto para reconciliarnos con Dios, su humanidad es el testimonio de su preocupación genuina por la humanidad, al hacerse hombre o encarnarse Jesús dio muestras palpables de su genuino interés por los seres humanos condenados a vivir eternamente sin Dios.

Dios no está más airado con los hombres, en su Hijo, verdadero hombre y verdadero Dios su ira se disipa y por esa razón, Jesús media, sirve como intermediario para que el Señor nos reciba pues ha cumplido con todos los requisitos que Dios demanda y que nosotros por nosotros mismos jamás hubiéramos podido alcanzar, obtener o lograr.

Celebramos la encarnación de Cristo en estos días con júbilo y gratitud porque ahora ya no somos extraños ante el Creador, ya no somo extranjeros, sino formamos parte de su nación santa, revestidos de una nueva condición que nos hace dignos del objeto de su amor incondicional por medio de Jesús.

Jesús sirve como un puente para que nosotros volvamos a Dios y de esa manera podamos tener comunión con nuestro Creador lo que le da sentido a nuestra vida, todo ello gracias a su determinación de hacerse hombre y vivir entre nosotros y luego padecer toda clase de infamias en su contra al grado de morir violentamente en la cruz.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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