La Biblia dice en Proverbios 6:20
“Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre y no dejes la enseñanza de tu madre.”
El capítulo seis del libro de los Proverbios nos ofrece algunas de las dificultades que la vida presenta para todos los seres humanos: La primera de ellas ser aval de una persona que no cumple con sus obligaciones. En la vida nos encontraremos personas abusivas y fraudulentas.
La segunda problemática es la lucha contra la pereza. En esta vida habrá personas flojas. Procuremos no ser una de ellas. La tercera situación de la que nos habla este capítulo es que habremos de enfrentar a seres oscuros llenos de maldad, a quienes Dios aborrece y en consecuencia debemos evitar relación estrecha con ellos.
Finalmente al tema que más versos le dedica el capítulo es al adulterio. El proceso de engaño al esposo o esposa tiene una dinámica que debe evitarse desde el principio porque los resultados de una relación ilícita son terriblemente desastrozos para todas las personas involucradas.
En síntesis Proverbios seis expone las grandes dificultades que habrá de sortearse en este vida y en medio de todos esos asuntos expone con toda claridad la profunda necesidad de escuchar a nuestros padres. El papá nos ayudará con sus ordenes y la mamá con sus enseñanzas. Parecen términos iguales, pero en realidad son completamente distintos.
El padre de familia tiene la obligación de enseñar a sus hijos e hijas el principio de autoridad. Saber que hay límites y fronteras infranqueables es muy útil para todos porque solo de esa forma las personas respetan a los demás. El progenitor tiene esa encomienda y el hijo o hija de obedecerla, atenderla y no olvidarla nunca.
En ese mismo nivel, la mamá tiene la encomienda de enseñar a hijos e hijas todo los concerniente a esta vida. La palabra enseñar o instruir tiene la idea de entrenar a los hijos para los retos que han de enfrentar en esta existencia. La madre debe ser la pedagoga de sus vástagos para que sepan los desafíos que les depara esta vida y como sortearlos.
Los seres humanos enfrentamos en esta vida grandes peligros que pueden arruinar nuestra existencia. La única manera de evitarlos es obedeciendo a nuestro papá y atendiendo a nuestra mamá. La familia se convierte así en el centro del desarrollo personal de cada individuo. Sin familia es complejo que las personas desarrollen el potencial que tienen.
Sin embargo, la Escritura tiene una hermosa promesa para todos aquellos que por alguna razón ajena a su voluntad carecen o carecieron de papá, mamá o ambos. El salmo 27: 10 dice así: Aunque mi padre y mi madre me dejaren, con todo el Señor me recogerá. Dios se puede convertir en ese padre ausente o en esa madre ausente.