La Biblia dice en 1º Samuel 25:14

“Pero uno de los criados de Nabal fue a decirle a Abigail, la mujer de Nabal: Desde el desierto David envió unos mensajeros a saludar a nuestro amo, pero él reaccionó muy groseramente.”

La historia de Nabal es sumamente aleccionadora para todos nosotros porque ejemplifica claramente el destino de los ingratos y también la triste condición de quien vive solo para sí mismo, sin considerar que la vida no solo es acumular bienes, sino también compartir con los necesitados y con quienes requieren de auxilio.

Nabal era un hombre rico: tenía tres mil ovejas y mil cabras. Cuatro mil animales que enviaba a cuidar y que David y sus hombres ayudaban a proteger, no solo de los ladrones sino de todos los peligros del campo, como los animales salvajes y los lugares donde podían perderse.

Un día cuando se trasquilaban las ovejas para aprovechar su lana para la confección de ropa y que servía también como un momento de fiesta, David envió mensajeros a Nabal para suplicarle comida a fin de tener que compartir con sus soldados, pero la reacción de ese varón fue excesiva y los maltrató.

La versión Reina Valera 1960 utiliza la expresión “los ha zaherido”. Este es un verbo que se utiliza en el libro de 1º libro de Reyes para precisar que los profetas de Baal se cortaban con cuchillo la piel para invocar a ese ídolo. Es decir Nabal hirió en su fuero interno a los que fueron a pedirle ayuda.

Era suficiente decirles un no, simplemente. Pero Nabal fue grosero, pesado, insensible y les reclamó el hecho de que hayan ido a pedirle, olvidando por completo que David y sus hombres velaron por esa inmensa manada de cuadrúpedos, sin recibir ninguna clase de remuneración y frente a toda la riqueza que tenía un poco de alimento era nada en realidad.

Pero ese hombre reaccionó airadamente porque carecía de gratitud. La gratitud es una prenda que es escasa porque las personas olvidan rápidamente y con facilidad los favores recibidos y luego cuando se encumbran son egoístas porque piensan que todo se lo deben a sí mismos. Nabal fue ingrato, pero también fue avaro con sus posesiones.

Los creyentes nos comportamos muchas veces así con nuestros semejantes, pero principalmente con Dios. Olvidamos fácilmente los bienes y favores que nos ha dado y somos inmensamente avaros con el tiempo. Lo tenemos y en lugar de dárselo a él, nos lo reservamos para gastarlo solo en nosotros.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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