La Biblia dice en Proverbios 4:18

“Más la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.”

Los amaneceres o la salida del sol son siempre espectaculares. En cualquier lugar presenciar el retiro de la noche para que llegue el nuevo día es una experiencia única que sobrecoge a los espectadores porque tiene un misterio y un encanto que no puede pasar desapercibido para nadie.

Es una batalla entre la luz y las tinieblas que finalmente gana la luz para iluminar completamente el día y darle claridad a la naturaleza creada por Dios lo que se convierte en un maravilloso milagro que se repite todo los días.

El proverbista recurre a esa ilustración para ejemplificar la vida de un justo. El hombre piadoso que teme a Dios y que conduce su vida sujeto a la palabra de Dios, que ora y que trata a toda costa de poner siempre primero a Dios en todas sus decisiones y que vive para ayudar a su prójimo.

Es un ejemplo muy sencillo y hasta quizá muy simple, pero de mucha profundidad porque fue escrito por Salomón para animarnos, consolarnos y alentarnos a todos aquellos que hemos abrazado la fe en el Dios de Abraham, Isaac y Jacob y saber que librarnos una lucha con la oscuridad, las tinieblas que tratan de oscurecer nuestra vida.

Desde Génesis encontramos esta lucha cuando Dios separó la luz de las tinieblas y que los rabinos hebreos interpretan como la decisión celestial de reservar para los temerosos de Dios la luz de su gracia y la oscuridad para los impíos.

El justo tiene una luz que siempre derrotará a las tinieblas, pero esa victoria será gradual, como el despuntar del alba. Implica abandonarse en Dios que llevará ese proceso para que la vida del hombre piadoso alcance la luz que Dios tiene preparado para él y no debe tratar de apresurarse ni desesperarse.

El justo debe confiar en su victoria siempre sobre la oscuridad porque ocurrirá de idéntica manera como sucede con el crepúsculo que trae todos los días la luz. Nunca la noche se ha quedado más tiempo del que Dios le ha señalado y de esa misma manera la vida del justo tendrá un final lleno de luz.

Así como la oscuridad jamás ha derrotado a la luz, asimismo la impiedad nunca vencerá a la justicia. El justo debe tener siempre la certeza que su fe vencerá, aún cuando atraviese momentos de tinieblas.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

Deja tu comentario