La Biblia dice en Apocalipsis 21:22-27

22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. 23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. 25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. 26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

Introducción

La luz es uno de los grandes temas que Juan desarrolló en todos sus escritos. El evangelio de Juan, por ejemplo, comienza hablando de la luz: Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

También escribió que Jesús dijo: Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas. Y así de manera recurrente Juan se refirió a Cristo y plasmó en su evangelio la verdad sobre la luz de Dios, expresada o manifestada a través de la persona de su hijo que vino a la tierra.

En sus cartas también habló del tema. Por ejemplo en la 1ª Carta de Juan 1:5-7 escribió lo siguiente:

5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. 6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; 7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

Pero no solo fue Juan quien habló de la luz de Dios, David también lo hizo cuando escribió el salmo veintisiete que dice: Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? La idea de Dios como luz es reiterada en los salmos, por ejemplo, el salmo treinta y seis que dice: Contigo está el manantial de la vida y en tu luz veremos la luz.

Estos son algunos de los muchísimos versos que encontramos en la Palabra de Dios sobre el tema. De hecho su mención inicia en Génesis uno cuando dice lo siguiente: Y dijo Dios: Sea la luz ; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y la mañana, un día.

Y la Escritura no podía concluir de otra manera. El último libro de la Biblia concluye citando una ciudad donde todo es luz porque Dios brilla en ella.

La nueva Jerusalén, una ciudad de luz

A. Donde Dios es el templo y la ilumina
B. Donde las naciones andarán en luz
C. Donde no habrá noche
D. Donde solo entrarán los inscritos en el libro de la vida

La nueva Jerusalén es una ciudad de luz. Así la describe Juan en los últimos versos del capítulo veintiuno. Un lugar sin necesidad de sol ni luna. Donde no hay noche y la presencia gloriosa de Dios ilumina todo. La gloriosa descripción que hace Juan nos hace ver lo esplendoroso que será ese lugar.

A. Donde Dios es el templo y la ilumina

En los versos veintidós y veintitrés encontramos la siguiente descripción:

22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. 23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.

La ausencia del templo en la nueva Jerusalén tiene una razón: el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son el templo de ella. Debemos saber que una vez muerto Cristo, en Jerusalén se siguieron ofreciendo sacrificios. Aun cuando el Cordero había sido ya sacrificado, los judíos siguieron con su culto ceremonial, hasta el año setenta cuando el templo se destruyó.

El mensaje de Juan es claro: la presencia de Dios hará innecesario el templo ya que como dijo el propio apóstol Pablo todo ello era sombra de lo que habría de venir y que tendrá su cabal cumplimiento cuando la iglesia sea arrebatada, comience la Gran Tribulación y Jesús vuelva y reine por los siglos de los siglos.

B. Donde las naciones andarán en luz

El verso veinticuatro dice de la siguiente forma:

Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.

La salvación universal fue un tema recurrente en todos los salmos. Ahora Juan dice que las naciones andarán en su luz, es decir estarán sometidos a Dios de tal manera que los reyes de esas naciones le traerán a la ciudad gloria y honor, una manera de expresar que reconocerán al Dios del cielo.

C. Donde no habrá noche

Nuestro versículo veinticinco dice así:

Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.

En la antigüedad todas las ciudades cerraban sus puertas en el día y particularmente en la noche para evitar que sus enemigos pudieran ingresar y dañarlos, destruirlos o tomar su ciudad. Las puertas de Jerusalén hacían eso justamente para que nadie entrará durante las noches y asi preservar su seguridad.

Juan dice que en la nueva Jerusalén las puertas nunca serán cerradas porque allí no habrá noche y no habrá día porque la ciudad eterna estará siempre iluminada con la potente luz de Dios que alumbrará a todos.

D. Donde solo entrarán los inscritos en el libro de la vida

El verso veintisiete dice de la siguiente forma:

No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

Juan reitera el perfil de quienes han de ingresar a la nueva Jerusalén. Ni lo inmundo, ni lo que hace abominación, ni los mentirosos tendrá parte en la presencia de Dios. Lo hace para recordarle a sus lectores, y a nosotros también por supuesto, que la santidad es justamente el sello distintivo de la presencia de Dios.

En la eternidad no habrá más maldad. El pecado será expulsado para siempre y los seres humanos gozarán de la vida perdurable al lado del Señor Dios Todopoderoso.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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