La Biblia dice en Efesios 4:13

“Hasta que todos lleguemos a estar unidos por la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, y alcancemos la edad adulta, que corresponde a la plena madurez de Cristo.”

Pablo usa en este verso para la palabra griega “pleroma” que la versión Dios Habla Hoy traduce como “plena”. El término griego era un vocablo marítimo que se empleaba en los puertos del imperio romano para conocer si una embarcación de cualquier especie, es decir si llevaba carga o pasajeros o ambos, estaba completa.

Es decir, si las personas y los productos que iba a transportar estaban instalados ya en el barco para zarpar. Por eso algunas versiones la traduce como lleno, completo porque comunica la idea de un lugar o espacio abarrotado, repleto, atestado, saturado, ocupado o pletórico.

La finalidad de los dones en la iglesia es justamente que todos lleguemos a la unidad de la fe, al conocimiento del Hijo de Dios y la madurez. Me detengo en el tema de la madurez de Cristo. Pablo les dice a los Efesios que el creyente debe madurar y el tipo de madurez que se espera es aquella en la que su vida esté saturada de los consejos y dirección de Cristo.

La plena madurez de Cristo es aquella conducta que refleja el carácter de Jesús en los diversos ámbitos de la vida. Amor ante los necesitados, compasión ante los desvalidos y solidaridad ante los maltratados, pero también firmeza ante los hipócritas y valentía para enfrentar a los que desvían la fe en Dios.

Pablo quiere que la vida del creyente no deje un solo resquicio de inmadurez para que de esa forma pueda manifestar la verdad del evangelio en su existencia, permita a otros conocer a Jesús y sobre todo dirigir su vida de acuerdo a los altos estándares que Jesús estableció en su palabra.

La madurez es un imperativo para los creyentes, para que como dijo antes de este verso que hoy reflexionamos ya no sean niños fluctuantes llevados por todo viento de doctrina. Una triste y lamentable realidad para muchos creyentes que se dejan llevar como un barco por donde el aire va.

En este contexto la madurez que pide Pablo es la firmeza en lo que se cree sobre la iglesia, sobre Cristo y sobre la salvación, claro que no es por demás pensar que se refiere también a la responsabilidad y determinación en las convicciones para no cambiar de parecer a cada rato tan solo por oír nuevas cosas.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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