Se conoce como Reforma Protestante al movimiento que encabezó el monje agustino de ascendencia alemana Martín Lutero en 1517 para desterrar de la iglesia católica todas aquellas prácticas y tradiciones que contradecían abiertamente las enseñanzas de las Sagradas Escrituras.
Lo que en un inicio fue un intento por renovar o reformar la iglesia católica se convirtió en el primer gran movimiento religioso que cimbró primero Alemania, pero que luego se extendió por toda Europa y se convirtió en la palanca para discutir ya no solo temas de libertad religiosa, sino aspectos de toda índole, sociales, económicos, políticos y culturales.
En honor a la verdad debemos decir que antes que Martín Lutero encabezara esa formidable batalla contra el poder político-económico-religioso más poderoso en el que se había constituido la iglesia católica, hubo muchos otras hombres que dieron su vida con tal de defender sus ideas de renovar la fe católica. Algunos lo pagaron en la hoguera.
Hace poco se celebraron los 500 años de dicho suceso. La celebración permitió de nueva cuenta valorar y ponderar en toda su dimensión un hecho histórico que marcó para siempre el devenir de la humanidad porque rompió con el monopolio de la fe, arraigado por siglos en manos de la iglesia católica.
El protestantismo —como algunos llaman al resultado de la labor de Martín Lutero— aglutina hoy en día a unos 900 millones de creyentes en todo el mundo, lo que lo coloca como una de las más grandes expresiones religiosas junto con el propio catolicismos, el islamismo y el budismo, por citar las más preponderantes.
Las famosas noventa y cinco tesis que Martín Lutero colocó en la abadía de Wittenberg el 31 de octubre de 1517 y sus famosas cinco “solas”: solo gracia, solo Cristo, solo fe, solo Biblia y solo a Dios la gloria son el núcleo de la gran disputa que tuvo con el catolicismo romano.
Y que separó para siempre a los creyentes en la nominación de católicos y a los cristiano-evangélicos, fundados en un postulado revolucionario para ese tiempo: el libre examen de las Escrituras. Lutero presentó la necesidad de que cada creyente pudiera acceder a la Biblia, leerla, analizarla y aplicarla a su vida.
Hoy eso es una verdad instalada en todo el mundo, pero en el tiempo de Martín Lutero, no.
La libertad religiosa por la que Martín Lutero pugnaba fue finalmente la piedra de toque para que la Ilustración se instalará en el mundo y se abriera el paso ya no solo a libertad religiosa, sino a todas las libertades que el hombre por su sola condición de ser humano debe disfrutar.
La reforma protestante no se puede entender sin Martín Lutero. De hecho es su personaje central, de allí que es indispensable contar con referencias suyas para entender ese importante movimiento.
Martin Lutero nació a finales del siglo XV en pleno cénit del poder terrenal de la iglesia católica. Se hizo monje de la orden de San Agustín y a los 28 años siendo ya monje hizo un viaje a Roma donde conoció de primera mano los excesos del papado, particularmente lo relacionado con las indulgencias y las reliquias que promovía la iglesia romana.
Ese viaje resultó decisivo para la vida del monje que regresó a Alemania impresionado por lo que vio en lo que él consideraba la ciudad más espiritual de toda Europa, sin embargo encontró no solo vicios e inmoralidad en la ciudad, sino una gran desviación espiritual en el clero romano que acompañaba al Papa en la encomienda de pastorear a la iglesia.
El periplo lo hizo, según los historiadores en 1511 y solo seis años después escribió sus famosas 95 Tesis en las que plasma su condena contra las indulgencias. “Si el Papa quiere beneficiar a los atormentados en el purgatorio que los saque de ese lugar por amor y no por dinero”, dijo.
Sus postulados promovían —como nunca había ocurrido— la necesidad de que cada creyente tuviera acceso al libre examen de las Escrituras a fin de percatarse por sí mismo de cual es la voluntad de Dios y no ser objeto de manipulación por quienes custodiaban la palabra de Dios en ese tiempo.
Las reacciones ante sus críticas que no tenían otra intención que reformar desde dentro a la iglesia católica, no gustaron y su obra fue quemada en la hoguera, él fue señalado de hereje y sobre su vida pesó la espada de la inquisición.
Fue tan fuerte la sacudida a la iglesia católica que Lutero fue convocado a la ciudad de Worms donde fue interrogado sobre todos sus escritos. En realidad la intención que tenía la iglesia católica era que el monje agustino se retractara de todo lo que había escrito y predicado.
La reunión a la que acudieron todos los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico se llevó a cabo del 28 de enero al 15 de mayo de 1521 y contó con la presencia del soberano imperial Carlos V y una delegación especial de la iglesia católica encabezada por el cardenal Girolamo Aleandro.
Fue en ese lugar en donde Martín Lutero expuso a toda la humanidad su pensamiento de manera clara y diáfana. El príncipe Carlos V y el cardenal Girolamo Aleandro querían que se retractara de todas sus publicaciones y a la interrogante de que si renunciaba y dimitía a todas sus ideas publicadas, el padre de la reforma protestante contestó:
“Si no estoy convencido por medio del testimonio de las Escrituras o por razones evidentes, ya que no confío ni en el papa, ni sus concilios porque siempre han errado y hasta se han contradecido, me mantengo firme a las Escrituras a las que he adoptado como mi guía.”
“Mi conciencia es prisionera de la palabra de Dios, y no puedo ni quiero revocar nada, reconociendo que no es seguro o correcto actuar contra la conciencia. Que Dios me ayude, amén.”
Con esa declaración Martín Lutero se salvó y a la reforma protestante, añadiéndole su fórmula básica o corazón de la misma: el hombre puede y debe leer la Biblia confiando en que el Espíritu Santo habrá de hacer la obra para dirigirlo a toda verdad y así dejarse guiar por lo que su conciencia comprenda de la revelación divina.
Lutero planteó así la esencia de la reforma: se le debía regresar al hombre la posibilidad de conocer por sí mismo lo que Dios había revelado en su palabra.
Para consolidar la reforma protestante Lutero hizo algo revolucionario para su tiempo: tradujo la Biblia al idioma alemán. Por siglos solo quienes hablaban y leían en latín podían leer la Escritura llamada Vulgata latina. Todos los demás permanecían en total ignorancia sobre los textos sagrados.
Para su monumental obra, Lutero recurrió al lenguaje más sencillo o del vulgo para que la revelación divina pudiera ser entendida por todos los alemanes cultos o incultos, de tal manera que al abrir la Escritura pudieran leer el mensaje divino y así descubrir cuál era la voluntad del Señor para sus vidas.
La decisión de Lutero fue copiada por muchos otros y gracias a su tenacidad hoy podemos contar con la Biblia en cientos de idiomas de todo el mundo a fin de que el mayor número de personas pueda acceder a ella.
La reforma protestante fue un movimiento eminentemente religioso, pero sus repercusiones fueron más allá de lo estrictamente religioso. Lo que comenzó como un movimiento para reformar la institución dominante de todo el mundo conocido, derivó en una de las grandes y profundas transformaciones de la historia.
Fue tan grande su influencia en el mundo que la iglesia católica tuvo que hacer una recuento de daño y creó la orden de la Compañía de Jesús encabezada por el español Ignacio de Loyola a fin de detener todos los cambios que la reforma protestante propugnaba, meta que ya no fue posible alcanzar porque el mundo cambió para siempre.
Bibliografía
– “Reforma Protestante”, en: Historia de la Iglesia, Biblioteca Católica Digital, Transcrito por Marie Jutras y Traducido por Bartolomé Santos, Biblioteca Católica Digital, Marcaba Seminario Cristiano de Información y Formación.
– “Lutero”, F. Funck Brentano, Editorial Diana 1963.
– Historia de la Sociología, Fernando Gómez Sandoval, Costa-Amic, Editores 1985.
– Breve historia de la iglesia cristiana, Howard Vos, Editorial Vida, 1963