La Biblia dice en Marcos 14:32
“Luego fueron a un lugar llamado Getsemaní. Jesús dijo a sus discípulos: Siéntense aquí, mientras voy a orar.”
Jesús llevó a todos sus discípulos a orar la noche que lo detuvieron al huerto de Getsemaní. Fueron los once, Judas Iscariote había salido antes que ellos a cumplir con su ruin y triste misión de entregar a Cristo a los soldados del templo que lo detuvieron esa larga noche en la que fue juzgado por los sumos sacerdotes Anás y Caifás.
Es interesante notar que llevó a los once a quienes dejó sentados en lugar para luego pedirle a Pedro, Jacob y Juan que fueran con él más adentro del huerto, y cuando llegaron a determinado lugar, también les pidió que le dejaran solo y se apartó de ellos a una distancia como un tiro de piedra dicen algunas versiones para señalar unos cuarenta metros.
Y allí en la soledad Jesús oró al Padre, para suplicarle fortaleza en esos durísimos momentos que se avecinaban para redimir a la humanidad porque quedaría a merced del maligno al despojarse de sí mismo, lo que lo convertiría en una presa fácil para el adversario que ya lo había tentado en desierto cuando comenzó su ministerio.
Pudo haber salido a orar solo, pero optó por llevarlos a todos. Todos supieron que estaba orando, como ejemplo que en los momentos de mayor necesidad, premura, en los tiempos de grandes crisis y sobre todo en los momentos en los que se define nuestra misión de vida, la oración es el único instrumento capaz de darnos fuerza.
Era ya noche, por eso Pedro, Jacobo y Juan dormitaron, sin embargo esa situación fue aprovechada por Jesús para recalcarle la relevancia de velar en oración. Esa noche en el huerto Jesús nos estaba dejando uno de los grandes ejemplos de la relevancia de clamar al Padre en la soledad absoluta.
Estaban allí sus queridos discípulos, pero fue solo, enseñándonos con eso que muchas de nuestras grandes luchas espirituales las libraremos solos. Aunque como dijo Pablo cuando todos lo abandonaron en su audiencia con el César, Dios siempre estuvo conmigo y es entonces muy cierto que estará con nosotros en esos momentos.
Jesús llevó a todos al Getsemaní, pero la lucha fue solo suya. La soledad del dolor es así. Solo el Creador puede darnos fuerza para resistir los embates del maligno y salir avante para no perder la fe.