La Biblia dice en Job 22:2

“¿Traerá el hombre provecho a Dios? Al contrario, para sí mismo es provechoso el hombre sabio.”

Para Elifaz Job era un rico arrogante, desprendido de toda compasión por el pobre, la viuda y el huérfano. No podía, entonces, esperar una trato distinto por parte de Dios que sufrir y padecer porque además de su altivez como poderoso encumbrado habría que sumar su falta de sensibilidad para buscar al Señor.

Esas son las palabras que le dirige al patriarca abrumado y desolado por tanto dolor físico y pesar en el alma. En realidad era un diagnóstico equivocado porque Job era todo lo contrario a eso: era justo, recto, temeroso y apartado del mal y no lo decía él mismo, sino el propio Creador lo “presumía” así ante el maligno.

Y aunque son equivocadas las apreciaciones de los amigos de Job, no dejan de ser verdades que nos resultan muy útiles para reflexionar sobre todos los acontecimientos cuando las personas sufren. Todas las posibles explicaciones o los orígenes de esos momentos de gran dolor.

Elifaz comienza este capítulo con una interrogante. Una interrogante que la versión de la Biblia Dios Habla Hoy traduce así: “¿Crees tú que el hombre, por muy sabio que sea, pueda serle a Dios de alguna utilidad? En tanto que la versión de la Biblia de América lo hace así: “¿Puede un hombre ser útil a Dios, si apenas lo es el sabio para sí mismo?”.

La pregunta quiere pegar directamente al orgullo y la soberbia de los seres humanos que muchas veces se sienten imprescindibles. No era el caso de Job, quien en realidad se sentía tan pequeño delante de Dios, pero Elifaz trata de ingresarlo en esa categoría porque a su juicio sus padecimientos tienen su génesis justamente en su arrogancia.

El orgullo y la soberbia son casi siempre el primer paso a la humillación de las personas. La altivez hace que el hombre tropiece una y otra vez y es la causa de muchos dolores de las personas porque en lugar de someterse a la soberanía divina optan por vivir de acuerdo a su propia tabla de valores.

El hombre jamás se podrá ayudar a sí mismo cuando el sufrimiento se planta ante él. Jamás podrá hacerle frente al dolor porque lo sobre pasa con todo y que sea inteligente. El hombre solo puede ser de utilidad a Dios cuando rinde incondicionalmente su vida a él porque en realidad Dios es Dios siempre y nunca deja de serlo.

El dolor adquiere un cariz distinto cuando Dios está presente en medio de él porque es un bálsamo para sostenernos cuando parece que vamos a un abismo sin fondo y no tenemos ninguna utilidad en esta vida.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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