La Biblia dice en Job 23:13
“Pero si él determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Su alma deseó, e hizo.”
Job expresa una verdad estremecedora: cuando Dios decide algo lo lleva a cabo sin importar lo difícil o complicado que parezca tal o cual cosa o lo dolorosa que resulte esa acción. Las decisiones del Creador se cumplen siempre muy a pesar o muy a gusto de nosotros porque él así lo ha determinado.
Las decisiones de Dios mientras sean buenas para nosotros, o las consideremos buenas, no nos quejamos de ellas ni tampoco las rechazamos o criticamos. Al contrario, esas nos producen mucho gozo porque nos traen bienestar, pero aquellas que juzgamos malas o equivocadas las repudiamos con nuestros actos y a veces con nuestras palabras.
El verso que hoy meditamos tiene esta interesante traducción en la versión Dios Habla Hoy: “Cuando él decide realizar algo, lo realiza; nada le hace cambiar de parecer.” La versión la Biblia de la iglesia de América lo hace de la siguiente forma: “Pero él es de un solo pensar, ¿quién lo hará desistir?”.
Job nos muestra que Dios toma decisiones sin consultar a nadie. Ni a nosotros mismos, aunque esas determinaciones “afecten” nuestra vida. No hablamos de un Dios caprichoso que se deleite produciendo sin sabores y perplejidad en sus hijos, sino de un Dios que es soberano y conduce nuestra vida por donde es mejor y con propósitos que a veces se esconden a nuestros ojos.
Esta ha sido siempre la parte más difícil de comprender y asimilar en la vida de fe: un Dios que nada lo hace cambiar de parecer ni nadie lo hace desistir cuando ha hecho una elección para la vida de cada uno de sus hijos. Cuando ha decidido que alguien, como Job, sea probado con dolor y aflicción no se puede hacer nada.
El patriarca nos está ofreciendo por experiencia propia una gran verdad que debemos tener presente siempre, pero particularmente cuando las cosas parecen descomponerse en nuestra vida con situaciones cada vez más complejas o inexplicables que suceden como un remolino que nos desestabiliza.
Suplicar por su compasión y clamar por su ayuda en esos momentos es nuestra única alternativa porque cuando él juzga conveniente hacer algo en nuestras vidas, lo hará hasta que hayamos aprendido lo que él nos quiere enseñar.