La Biblia dice en Juan 13:20

De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.

Introducción

El lavamientos de pies por parte de Jesús a sus discípulos generó, además de la certeza de la humildad en el servicio a Cristo, la certeza de la elección porque Jesús les dejó a sus seguidores un ejemplo muy claro y genuino de la manera en que debía tratarse unos a otros: con servicio y con humildad.

El trato que se debían mutuamente se iba a manifestar con la forma en que se relacionaran entre ellos. Un verdadero seguidor de Cristo debía y debe ante poner su egoísmo y debe darse sin medida a sus semejantes. Es inconcebible que alguien que se asuma como discípulo de Jesús se conduzca de una manera distinta a la que Jesús mostró al lavarles los pies.

Pero lo habría y lo hay y por eso Jesús nos ofrece la certeza de la elección. ¿Cómo saber si un creyente es genuino? ¿Cómo descubrir si cada uno de nosotros de manera personal somos auténticos seguidores del maestro? ¿Existe una manera específica para saber si lo que hemos creído en realidad es verdad o solo es una ilusión?

Juan 13:18- 20 nos conduce por la respuesta a estas interrogantes fundamentales e importantes para la vida espiritual, para la vida diaria y sobre todo para saber con toda exactitud que cada uno de nosotros ha sido elegido y si la medida de la humildad es el servicio, la medida de la elección de nuestras vidas por parte de Cristo, es la apropiación de su persona.

18 No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.19 Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy. 20 De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.

Aquí Jesús está hablando claramente de una persona que no se va a comportar como se espera que se conduzca alguien que entendió el lavamiento de pies. Es impensable que haya alguien que no comprenda el significado de ese evento, pero lo hubo y lo hay. La razón de esta lamentable condición en esa persona es que no valoro su elección.

Nos acercamos así a un tema de primera relevancia en la vida de los creyentes. La elección que Dios hizo de sus vidas y la forma en que se honra ese acto divino que hizo el Creador para hacernos partícipes de su salvación.

Las irrefutables certezas de Cristo

La certeza de la elección

A. Al reconocernos unos a otros
B. Al apropiarnos de Cristo

Jesús nos enseñó la manera en la que podíamos no solo identificar nuestra elección, pero también conocer la manera de permanecer en comunión con Cristo asegurando con ello nuestra plena relación con él y en consecuencia viviendo totalmente nuestra fe de manera agradable ante su presencia.

Las deserciones de hombres y mujeres que no solo tuvieron contacto con el evangelio, sino que fueron participantes e incluso dirigentes de comunidades cristianas del tiempo de Juan y aún de nuestros tiempos siempre despierta una ola de interrogantes sobre su regreso al mundo y justo en la certeza de la elección aprenderemos sobre ello.

En el verso veinte que es la base de esta certeza encontramos cuatro veces la palabra “recibe”. Como una especie de efecto dominó. Me explicó: Se debe recibir a quien él envía, luego como resultado de esa decisión se recibe a Cristo mismo y luego quien recibe a Cristo en realidad recibe a Dios.

La palabra recibir es muy interesante. Procede de la raíz griega lambanó. La palabra tiene relación con la manera en la que le damos la bienvenida a una persona a nuestra vida, pero en realidad el énfasis de la expresión reside en la manera en la que la dejamos entrar en nuestra vida.

La expresión se refiere más bien a asir a alguien o algo. Asir o agarrar con las manos. Es un término que subraya tomar con las manos algo o alguien con mucha fuerza. Con mucha seguridad o convencido de lo que se está haciendo porque la voluntad está puesta en esa determinacion.

La palabra recibir, entonces, que se utiliza cuatro veces en el verso de Juan 13:20 se refiere en la manera en que nos relacionamos tanto con nuestros semejantes como con Cristo y por supuesto con Dios. No es una relación distante, ni lejana, sino una relación cercana y apegada.

Hay otra palabra que el Nuevo Testamento utiliza para la expresión recibir. Es dechomai. Se usa en Gálatas 4:14, pero aquí se refiere a acoger a alguien con cariño y con delicadeza en un hogar o una casa.

A. Al reconocernos unos a otros

La vida cristiana se vive en comunidad. Es imposible vivir como creyentes y hacerlo de manera individual. La iglesia siempre ha sido y siempre será una colectividad. No se puede concebir a un creyente que viva en solitario su fe porque se necesita siempre la comunidad para vivir en fe.

La elección de doce hombres por parte de Jesús es una prueba fehaciente de estas afirmaciones. De haber querido formar individualidades hubiera seleccionado a doce y los hubiera preparado por separado, pero en lugar de eso reunió a doce hombres con distintas orientaciones ideológicas.

Y el punto de partida es que recibieran al que él enviará. Jesús les pidió a sus seguidores que se considerarán unos a otros. Que no fueran apáticos o distantes de lo que le sucedía a cada uno de los discipulos. Que se alejaran del egoísmo que hace que las personas solo piensen en ellas mismas.

El egoísmo es individualidad y el cristianismo es colectividad. El tema de la elección pasa por este punto. Un creyente, un nacido de nuevo vive en comunión con los salvados por Cristo. No puede practicar su fe fuera de la iglesia, salvo en condiciones en las que la iglesia viva bajo persecución. Pero en condiciones normales la fe es colectiva o comunitaria.

La palabra “recibir” tiene la connotación de apropiarse de quien Cristo envió. Es decir sentir la necesidades de los demás como si fuera propia. Sentir su alegría como si fuera también de nosotros. Se trata de una identificación plena con cada uno de los hermanos, asumiendo con consideraciones su existencia.

Al lavar los pies de sus discípulos Jesús no solo dejó en claro que la clase de servicio que esperaba de sus seguidores, sino también la clase de relación que debía haber entre ellos y eso sería uno de los efectos para conocer que en realidad estábamos ante elegidos del Señor y no simplemente seguidores de ocasión.

B. Al apropiarnos de Cristo

Un elegido se apropia de Cristo. A Jesús se le toma como algo propio. Se hace como algo nuestro, nos apropiamos de él como cuando una persona toma una casa y se adueña de ella. Vive en ella siempre porque es suya. De esa manera podemos entender la forma en que nos debemos relacionarnos con Cristo.

Cuando Jesús dijo: No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar. Estaba haciendo una clara diferenciación entre alguien que se había apropiado de su persona y de otra que simplemente no había llegado a ese nivel de fe.

La relevancia de la palabra “recibir” radica en que de ella se desprenden expresiones como “apoderarse” y “aprehender”, es decir una identificación plena con su persona y como resultado de ello tomarlo como algo de lo que uno es propietario y por tal razón cuidarlo y protegerlo.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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