La Biblia dice en Juan 10:1
De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.
Introducción
Una de las figuras o alegorías (como la presenta Juan) más recurrentes para presentar la relación de Dios con los hombres fue la de un pastor con un rebaño de ovejas. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento esta idea se mantuvo vigente.
Las ovejas son animales indefensos y con la imperiosa necesidad de contar con alguien que no solo las guíe, sino que también las proteja y las lleve a los campos verdes que les sirvan de alimento para bien vivir. Las ovejas se desorientan fácilmente y pueden ser presa de toda clase de animales salvajes.
De idéntica manera los hombres necesitan dirección para orientar su vida hacia fines dignos en su condición humana, requieren orientación para poder comprender la razón de su paso por la tierra y al igual que las ovejas pueden ser presa de los enemigos naturales que los pueden llevar a la destrucción.
Fue David quien mejor expresó esta verdad cuando compuso el salmos veintitrés que dice:
Jehová es mi pastor; nada me faltará. 2 En lugares de delicados pastos me hará descansar;
junto a aguas de reposo me pastoreará. 3 Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. 4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. 5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. 6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.
Cristo ahondó en ese tema porque se presentó como el buen Pastor. Pedro lo llamó el príncipe de los pastores. Si el Antiguo Testamento formulaba la necesidad de un pastor, Jesús se convirtió desde su vida, muerte y resurrección en el pastor de todos aquellos que se acercan a su persona.
Las irrefutables certezas de Cristo:
La certeza de su cuidado
A. Para no caer en mano de ladrones
B. Para ser ovejas de su rebaño
Para mejor comprender la certeza que hoy abordaremos será conveniente considerar el contexto completo del versículo de donde nace nuestro estudio. Para ello, leamos Juan 10:1-6 que dice de la siguiente forma:
De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. 2 Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. 3 A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. 4 Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. 5 Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. 6 Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.
En estos versos podemos encontrar que Jesús estaba haciendo una clara diferenciación entre la clase de pastor que era él frente a los ladrones y salteadores, una manera de referirse al maligno que más adelante descubrirá como el diablo que solo busca dañar a las ovejas.
Jesús quería que sus interlocutores pudieran ver la clase de pastor que era él. No era un pastor convencional, sino un pastor a quien las ovejas oyen su voz y que él las conoce tan bien que las llama a cada una de ellas por su nombre. Esta frase “llamar a cada una de ellas por su nombre” es idéntica a la que utiliza el libro de Job cuando dice que él llama a cada estrella por su nombre.
Dicha frase, además de resaltar su omnisciencia, subraya el cuidado y la delicadeza que el Creador tiene al conocer a cada uno de sus hijos y en consecuencia o como resultado ellos lo siguen como ovejas porque reconocen su voz. Las ovejas que no reconocen su voz simplemente no lo siguen.
Juan dice que esta alegoría o ejemplo no lo entendieron los judíos. No lo comprendieron porque ellos les resultaba difícil comprender la naturaleza de Jesús como un pastor que garantiza la seguridad de las ovejas. En la cultura hebrea eso era un prerrogativa exclusiva del Dios.
Sin embargo, Jesús resaltó la idea de las ovejas y estableció que o están bajo el cuidado de un pastor o están a merced de un ladrón y salteador. El pastor las cuida, en cambio el ladrón solo viene a dañarlas de allí la necesidad de su protección y por eso la certeza de su cuidado.
A. Para no caer en manos de ladrones
Para comprender las palabras de Jesús será importante saber que el pueblo hebreo fue por mucho tiempo un pueblo de pastores de ovejas. Era el animal por excelencia en su cultura. Lo requerían por varias razones. 1. Para los sacrificios en el templo. 2. Para su celebración de pascua. 3. Para obtener su lana y utilizarla para elaborar ropa de toda clase y otras muchas razones más.
Entonces a lo largo y ancho de la nación israelita era común encontrar pastores cuidando sus ovejas. De hecho la comunidad de Belén era un comunidad casi dedicada exclusivamente a esa actividaad. Por eso cuando Jesús nace en esa ciudad, son los pastores los que son convocados a tan milagroso evento.
La actividad era casi una profesión a la que se le debía dedicar empeño y esmero porque las ovejas a diferencia de otros animales requieren en demasía de un pastor que las conduzca o dirija. Se establecía entonces una relación pastor-oveja que hacía del pastorado una actividad completamente distinta a otras.
Como es obvio en todas las sociedades había hombres vagos y malvivientes que ante su pereza se dedicaban a hurtar y robar ovejas. Para ello, como dice Jesús, en esta alegoría, saltaban la puerta y buscaban a las ovejas, no para alimentarlas o cuidarlas sino para matarlas y sacar provecho de ellas.
La alegoría es una figura retórica que sirve como ejemplo. La palabra alegoría procede del griego y puede traducirse como “figuradamente”. Es un figura que sirve para ayudarnos a comprender una verdad valiéndose de una ilustración. Jesús está utilizando una ilustración para mostrarnos que en la vida somos como ovejas que estamos en peligro.
O tenemos un pastor que nos cuide o quedamos desprotegidos y desprovistos de cuidado que faciliten que una ladrón o salteador nos hagan daño. Él se presenta como el pastor que nos cuidará. La certeza que hoy estudiamos nos hace entender que solo él puede cuidarnos de todos los peligros que nos acechan.
B. Para ser ovejas de su rebaño
En la alegoría que nos presenta Jesús sobresalen tres aspectos en la relación pastor-oveja. La primera es que las ovejas oyen su voz. La segunda es que conocen su voz y la tercera es que no conocen la voz de los extraños.
Queda claro que Jesús ofrece a todos los seres humanos su cuidado y protección, pero solo se hace efectivo en todos aquellos que voluntariamente desean ser sus ovejas. Jesús no obliga a nadie ni impone a nadie su protección. Cada persona lo decide, si quiere y desea, si no, simplemente no aplica su resguardo.
Jesús está comprometido a cuidar a todos aquellos que así lo desean. A quienes no, pues sencillamente no lo hará.
La certeza de su cuidado nos lleva a confiar en su persona porque él esta comprometido a defendernos de todos los peligros que hay en este mundo. Claro que él cuidará de cada uno de nosotros si nos convertimos en sus ovejas.
Su cuidado va más allá de lo que podamos entender. Nos conoce por cada uno de nuestros nombres y sabe perfectamente lo que necesitamos.