La Biblia dice en Apocalipsis 2: 8-11

8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto:  9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. 10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.  11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.

Introducción

La iglesia de Esmirna es la iglesia del sufrimiento, es la iglesia de la persecución. En los cuatro versos que la retratan podemos apreciar claramente que es la iglesia perseguida, pero no con cualquier clase de persecución sino con aquella que se traduce en odio y muerte de sus seguidores.

Todo el mensaje nos conduce a pensar que la muerte constituye el máximo testimonio de la iglesia. Desde la presentación de Cristo como el primero y el postrero y el que estuvo muerto y vivió, pasando por la solicitud de ser fiel hasta la muerte para recibir la corona de la vida, hasta la promesa de no sufrir daño de la segunda muerte, se percibe su destino.

Una iglesia que hasta en su nombre llevaba su destino: Mirra, una especie aromática que se utilizaba para ayudar a los moribundos en agonía a bien morir y luego también era usada para preparar los cuerpos de los fallecidos para su sepultura. Nada de que alarmarnos. Fue uno de los regalos que los sabios de oriente llevaron a Jesús cuando lo vieron en Belén.

Con este mensaje, Jesús preparó a su amada iglesia para el trance más difícil que su pueblo puede tener: la persecución para ser martirizada. Para morir ofrendando su vida como testimonio de la verdad. El más alto de los sacrificios que demanda Dios de sus seguidores a los cuales escoge.

Es un mensaje que todos debemos tener en consideración porque la iglesia de Cristo fue puesta en la tierra como sal de la tierra. La sal fue utilizada como acompañante de todos los sacrificios. Al decir que la iglesia es sal de la tierra, Jesús daba a entender que la iglesia había de acompañar el sacrificio de Cristo, es decir una iglesia sufriente en este mundo.

Estamos, entonces, frente a la iglesia que habrá de dar testimonio del amor del Señor ofrendando su existencia, el grado más alto de compromiso para la cual Cristo preparó a sus seguidores diciéndoles que no deben temer a quien mata el cuerpo, sino a aquel que tiene el poder de matar el cuerpo y destruir el alma.

I. Presentación de Cristo

Cristo se presenta a esta iglesia de dos maneras: primero como el primero y el último que es semejante en su sentido a la expresión “yo soy el alfa y la omega” y en segundo lugar se presenta como “el que estuvo muerto y vivió”.

La primera presentación nos conduce a mirar a Cristo como el origen de todo y también el destino de todo. Es una manera de hacernos comprender que el mundo no marcha a la deriva o sin control. Todo lo contrario la existencia humana sobre la tierra se dirige con tropiezos y con muchos dolores a su destino final: el triunfo de Jesucristo sobre todos.

En medio del dolor de la persecución es conveniente recodar siempre que la historia de la humanidad esta controlada y dirigida, a pesar de que por momentos pareciera que la iglesia está sometida a los vaivenes delirantes de quienes gobiernan las naciones que la atacan ferozmente.

El primero y el último es una forma de recordarnos constantemente que nada de lo que ocurre en esta tierra le es ajena al Señor. Aun aquella que hace sufrir y padecer a su pueblo. Tarde o temprano el batirá a sus enemigos y la iglesia ocupará su lugar de grandeza que tiene destinado

La otra frase: “que estuvo muerto y vivió es un recordatorio de que Cristo padeció y fue llevado a la cruz donde murió. Pero la muerte no lo pudo detener. Como no podrá detener a su iglesia. Ningún seguidor de Cristo debe olvidar que el pagó de su redención fue la sangre preciosa de Cristo. Morir por él, entonces, no es un castigo, sino un gran privilegio.

La muerte fue vencida por Cristo. No lo pudo retener ni detener. La venció contundentemente y por eso el orden en que aparecen las palabras: estuvo muerto y vivió. No, vivió y murió. La muerte por la fe puede ser una realidad en la vida de los creyentes, pero nada de eso debe asustar porque Cristo venció por nosotros.

II. Reconocimiento

A la iglesia de Esmirna el Señor le reconoce cuatro cosas: 1. Sus obras. 2. Su tribulación. 3. Su pobreza, aunque era rica y 4. Su lucha con un grupo de judíos a los que llama “sinagoga del diablo.”

1. Sus obras

Al igual que a la iglesia de Éfeso, el Señor reconocer el trabajo y labor. La palabra para obras es la expresión griega ergo que comunica la idea de energía y fuerza con la que se emprende una actividad.

La iglesia de Esmirna había desplegado toda su energía en esa ciudad. No era una iglesia pasiva. Al contrario era una comunidad muy activa que proclamó el mensaje de salvación en ese lugar, lo que provocó que los judaizantes la enfrentaran, confrontaran y persiguieran.

Una iglesia sufriente no necesariamente se detiene, por el contrario su misión sigue sin detenerse. Así era la iglesia de Esmirna y así se lo reconoció Cristo.

2. Su tribulación

Esmirna era una congregación que vivía la tribulación. Es muy reconfortante saber que Cristo sabía que su pueblo sufría. En esos momentos en que más solos nos sentimos porque nos oprimen por nuestra fe, este mensaje nos recuerda que Dios está presente.

Esta congregación nos recuerda a todos que la iglesia va a sufrir. La iglesia de Cristo enfrentará adversidades de todo tipo y la persecución es una situación que puede llegar y a nadie debe sorprenderle. Pienso que con tantas advertencias sobre esta situación podemos afirmar que en la iglesia habrá sorpresas, pero no sorprendidos.

El testimonio de la iglesia siempre le hará ganar enemigos. Los altos valores que impone el cristianismo no cabe en un mundo que cada día se separa más de Dios y se pierde en la oscuridad y las tinieblas. En mundo con muchas tinieblas y una iglesia resplandeciente de la luz de Cristo garantizan un choque tarde o temprano.

3. Su pobreza, aunque era rica

La iglesia de Esmirna era una iglesia pobre. Es necesario señalar que no se refiere al ámbito espiritual. Es una evidente referencia a sus situación material. Una iglesia pobre, con carencias y necesidades no parece ser una iglesia “de testimonio”.

La iglesia rica o con riquezas no merece ser condenada, pero en el caso de esta iglesia es un reconocimiento al mantenerse en esa condición no porque la pobreza sea el estado que mejor retrate a la iglesia, sino porque si la riqueza lleva a trastocar las verdades de la palabra de Dios siempre será mucho mejor abrazar la pobreza.

La idea de este pasaje es que veamos con mucha madurez ambas condiciones. Habrá iglesias con riquezas y habrá iglesias con pobreza. Así fue con esta congregación, no así con la de Laodicea que fue muy rica. 

4. Su lucha con un grupo de judíos que llama sinagoga del diablo

Los judíos fueron los primeros perseguidores de la iglesia cristiana de Jerusalén, según se relata en el de los Hechos. La clase sacerdotal y los fariseos y escriban martirizaron a Esteban y luego emprendieron una encarnizada violencia contra los creyentes.

Durante todo el ministerio de Pablo siguieron con esa misma actitud. De hecho fueron ellos los que hicieron que Pablo fuera encarcelado y luego llevado a Roma para testificar ante el emperador sobre su actividad como predicador del evangelio. En Esmirna parece ver encalado un colonia de ellas que se oponía a la congregación.

La blasfemia de estos judíos concuerda con la que Cristo le señaló a sus opositores en su ministerio. Entre los apóstoles quedó perfectamente grabada la discusión del Señor con los fariseos que lo acusaron de hacer milagro por mano de Belzebú y justo allí planteó que las blasfemias contra el Espíritu Santo son imperdonables. Marcos 3: 20-30.

III. Peticiones

Cristo le pidió a la iglesia no temer ante lo que se venía contra ella y mantenerse fiel hasta la muerte para recibir la corona de la vida.

1. No temas en nada

Cristo le anuncia a su amada iglesia que vienen días difíciles. Al menos diez porque “el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que sean probados y tendrán tribulación por diez días”.

La lucha de la iglesia, decía Pablo, no es contra carne y sangre, es decir contra personas de carne y hueso, sino contra principados y potestades. El mensaje a la iglesia de Esmirna ratifica esa verdad. La iglesia lucha contra el diablo y éste usa personas para dañar a su iglesia.

La primera solicitud de la Cristo a su iglesia es que no tenga miedo, que no tenga temor por la prueba que se avecina. Esa es una de las virtudes dolorosísimas de la persecución que filtra, depura y aparta a los verdaderos creyentes de los falsos. Cataloga perfectamente a quienes siguen a Cristo por convicción y quienes no.

La persecución es un instrumento doloroso, pero a veces muy necesario para purificar a su iglesia. Para limpiarla y desechar a todos aquellos que no están comprometidos cabalmente con su Salvador.

2. Se fiel hasta la muerte

La nueva traducción viviente de la Biblia traduce esta frase de la siguiente manera: “pero si permaneces fiel, incluso cuando te enfrentes a la muerte, te daré la corona de la vida.

En la versión Reina Valera 1960 la idea parece ser la de mantenerse fieles hasta la muerte, es decir no rendirse nunca durante nuestra existencia, pero en realidad la idea es de ser fieles hasta con la muerte si es necesario. Cristo le está pidiendo a su iglesia su vida, de ser necesario.

La primera promesa es que Dios les daría la corona de la vida. El tema de las coronas de la vida es muy interesante porque nos lleva a los atletas que luchaban o competían en justas deportivas y eran premiados con una corona de laurel que les daba prestigio y reconocimiento en sus pueblos y ciudades. Así los creyentes serían reconocidos en el cielo.

IV. Las promesas

El que venciere no sufrirá daño de la segunda muerte es la promesa. Para entender esta promesa debemos tener presente la enseñanza de Cristo. Los creyentes mueren solo una vez cuando entregan su cuerpo. La segunda muerte que es la de condenación no tiene efecto sobre ellos.

La segunda muerte es la valiosa, la fundamental. La primera todos la sufrirán y la segunda la sufrirán todos aquellos que no creyeron en Cristo, pero su iglesia mártir no pasara por la esa que conduce a la condenación eterna.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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