Apocalipsis 2: 12-17

12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto:  13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. 14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. 15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. 16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.  17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

Introducción

La ciudad de Pérgamo era asiento de las más profundas desviaciones espirituales que pueden tener los seres humanos sobre la divinidad y eso le hizo alcanzar el título más inquietante y perturbador que un lugar puede tener para la cristiandad: el trono de Satanás.

El mensaje a la iglesia de Pérgamo tiene dos veces la mención de que el lugar donde está instalada o establecida es el trono del maligno y donde mora. Es doble repetición quiere dejar en claro que la lucha que sostenía esa comunidad de creyentes se daba en el ámbito espiritual en un confrontación sin cuartel.

Esta verdad nos recuerda que la iglesia es más que un simple edificio o unas instalaciones. La iglesia es el cuerpo de Cristo y por esa condición su lucha se libra en el ambiente espiritual y particularmente contra las fuerzas oscuras de maldad, contra principados, contra gobernadores de tinieblas de este siglo y potestades.

Estamos frente a una de las grandes verdades de la lucha espiritual de la iglesia de todos los tiempos. La iglesia combate contra el maligno, batalla contra sus demonios y se abre paso en medio de gran oposición demoniaca. No es un juego ni una simple posición del pueblo de Dios; es un cruento conflicto permanente.

El mensaje a la iglesia de Pérgamo nos instala en el escenario real de nuestras amadas iglesias. Nos coloca en la realidad que a veces olvidamos. Estamos en medio de una conflagración espiritual de la que saldremos adelante solo gracias al poder de nuestro bendito Salvador.

En la ciudad de Pérgamo hoy Bergama en Turquía concentró en los tiempos del apóstol Juan al menos cuatro centros de atención: 1. Tenía una biblioteca con más de 200 mil libros, era un lugar de mucho conocimiento. 2. Tenía un templo dedicado a Zeus que competía en preeminencia con el templo de Diana en la ciudad de Éfeso.

3. Concentraba el templo de Esculapio, dios de la medicina que se adoraba mediante la veneración a las serpientes y 4. Tenía un templo dedicado a la adoración al emperador romano que al igual que Nabucodonosor había elevado su condición a la de un dios al retener tanto poder humano.

Era un ciudad donde no había escapatoria a la idolatría. Era excepcionalmente pagana, pero combina esa condición con la búsqueda de conocimiento humano. Esa combinación fue lo que hizo que Juan la llamara “El trono de Satanás”.

Serie: Las siete iglesias del Apocalipsis

La iglesia de Pérgamo: La iglesia que lucha contra Satanás

I. Presentación de Cristo

Desde su presentación Cristo nos muestra como vencer al maligno. Lo hace diciendo que es el que tiene la espada aguda de dos filos. Una referencia clara a la palabra de Dios, según vemos en Hebreos 4: 12.

La lucha que tenemos frente a la maldad la podemos ganar si tomamos la palabra de Dios. Es la única manera de derrotarlo como Cristo mismo nos dio testimonio cuando lo tentó en el desierto y luchó contra él teniendo como único recurso la palabra de Dios, según leemos en Mateo 4.

No es casual que Cristo se presente a esta iglesia como el poseedor de la espada de doble filo. Cristo es el poseedor de su palabra y nos ha legado a nosotros para poder hacer frente a un ser cuya principal característica es que es el padre de la mentira. La mentira solo se puede combatir con la verdad y la Escritura es la verdad.

II. Reconocimiento de la iglesia

A la iglesia Cristo le reconoce dos cosas: 1. Retienes mi nombre y 2. No has negado mi fe, que nos permiten comprender la lucha que tenía la iglesia por mantener su mensaje en una ciudad cargada de maldad.

1. Retienes mi nombre

La frase retienes mi nombre, algunas versiones la traducen como “eres leal”. La iglesia de Pérgamo mantuvo su lealtad a Cristo, a pesar del entorno adverso que le tocó vivir y fue reconocido por el Señor.

Cristo le reconoce la lealtad a la iglesia porque la fidelidad se mide en función de todo aquello que nos incita a dejar nuestras convicciones y sucumbir ante la maldad reinante. Es muy fácil ser fiel sin tentaciones o pruebas, pero la lealtad se mide cuando existe una presión muy alta de traicionar nuestros principios.

Esta congregación a la que Juan dirige un mensaje muy perturbador, el Señor le reconoce su apego y determinación de mantenerse firme ante las asechanzas del maligno que la asolaba y presionaba para que hiciera a un lado su función o propósito de predicar la verdad del evangelio.

2. No has negado mi fe

Antipas fue un mártir de esa congregación. Lo mataron por proclamar la verdad de Cristo y eso llenó de temor a toda la iglesia, pero a pesar de ello no negaron la fe, ni se volvieron atrás como espera el maligno.

Cristo anunció que la fe a veces se tenía que probar con la muerte. Se lo dijo claro a sus apóstoles y nos los dejó claro en Mateo 18: 28 que dice: “No temáis a los que mata el cuerpo, mas el alma no puede matar; temed más bien a aquel que puede destruir el lama y el cuerpo en el infierno”.

Dijo eso para evitar que ante el peligro de vida los creyentes retrocedieran porque en Mateo 18: 33 dijo: A cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos. La iglesia de Pérgamo no tuvo temor y no negó su fe.

Antipas sufrió la muerte por la fe y la iglesia a pesar de esa situación de mantuvo firme y no retrocedieron porque si lo hubieran hecho, hubieran desagradado el alma de nuestro Señor y Salvador. 

III. Reproche a la iglesia

Dos son los reconocimientos a la iglesia, pero también son dos los reproches o señalamientos que Cristo le hace a su pueblo: 1. Tienes allí a los que retienen la doctrina de Balaam y 2. Tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas.

1. Los que retienen la doctrina de Balaam

Balaam fue el único profeta gentil de todo el Antiguo Testamento. Los judíos lo reconoce como tal, pero también lo reconocen como un vidente que puso su talento al servicio del mejor postor. Un profeta que se dejó seducir por el dinero.

En el Nuevo Testamento se convirtió en el símbolo de la prostitución espiritual. Particularmente en el libro de Apocalipsis donde se le menciona como sinónimo de desviación espiritual e intromisión en la iglesia de prácticas paganas como la idolatría y la fornicación.

A la iglesia de Pérgamo se había introducido este espíritu demoniaco que ponía tropiezo a los hijos de Dios. En aquellos años literalmente llevaban a los creyentes a comer todo los sacrificado a los ídolos participan de manera directa en prácticas idolátricas y también en pecados sexuales.

Hoy en día estos falsos maestros conducen al pueblo de Dios a hacer del dinero un dios y a desviarse de la verdadera fe fornicando o prostituyendo la verdad de Dios por mentiras del maligno basados en falsas y heréticas enseñanzas apartadas completamente de la Escritura.

2. Los que retienen la doctrina de los nicolaítas

Muchos comentaristas bíblicos señalan como fundador de esta cofradía desviada a Nicolás, el diácono que fue electo junto con otros seis hermanos en Jerusalén. El gentilicio nicolaíta procede precisamente de Nicolás, quien según algunos biblistas se desvió.

Su mención tanto este mensaje como en el de la iglesia de Éfeso hace pensar que la falsa enseñanza de este personaje se extendió por varias congregaciones y era necesaria atajarla porque desviaba a los creyentes de la verdadera adoración ya que promovían inmoralidad de todo tipo en la iglesia.

IV. Llamado a la iglesia

El llamado a la iglesia es que se arrepintiera. La palabra arrepentimiento tiene el sentido de dar vuelta o cambiar de mentalidad. El arrepentimiento es más que solo sentir pesar. Es deponer nuestra actitud incorrecta y someternos a los preceptos de Dios.

En este llamado encontramos de nueva cuenta la expresión “espada de mi boca” en una clara referencia a la Escritura. A los seguidores de los nicolaítas y balaamitas los habría de confrontar con su palabra que es viva y eficaz y mas cortante que toda espada de dos filos, tal como sucedió, según la carta de Judas.

V. Promesa a la iglesia

Dice el verso 17 de nuestro texto:

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

Hay dos promesas para esta iglesia: 1. Al que venciere daré de comer el maná escondido y 2. Una piedrecita blanca con un nombre nuevo que tienen relación directa con el mensaje que han recibido. Una iglesia que lucha contra el maligno como lo hizo esta congregación merece un grande galardón.

Los dos galardones están íntimamente ligados porque el mana es escondido y el nombre solo lo conoce el que lo recibe. Hay secrecía, hay privacidad o con reserva o confidencialidad que intención de hablar del cuidado y protección que Dios tiene de la integridad de los creyentes.

1. Maná escondido

El maná escondido es el alimento espiritual que habrán de recibir los creyentes. Cristo se definió como el maná que descendió del cielo. También la palabra de Dios es definida como el maná. Cristo es el Verbo o el Logos, la Palabra de Dios encarnada.

A los vencedores se les promete la perpetua compañía de quien sustenta y da vida para siempre. Una eternidad sin hambre espiritual. Una eternidad llena de satisfacción, luego de vencer al maligno y no doblegarse ante sus emisarios.

2. Una piedrecita blanca con su nombre

Diferentes explicaciones sobre la piedrecita blanca con un nombre que solo su poseedor conoce para esta promesa. El color blanco nos lleva a pensar en la pureza de Dios. Los vencedores compartirán con Cristo su presencia victoriosa.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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