La Biblia dice en Salmos 119:45

“Así podré vivir en libertad, pues he seguido tus preceptos.”

La libertad es después de la vida el derecho humano más valioso con el que los individuos pueden contar en esta existencia. La libertad consiste en hacer todo lo que uno quiera con un solo límite: el derecho de los demás, pero también se traduce o se práctica absteniéndose de hacer lo que uno no quiera hacer.

Por la libertad física los hombres han ofrendado su vida luchando contra la opresión y han dejado historias llenas de heroísmo y patriotismo en todo el mundo porque un hombre esclavizado es indigno, porque la ausencia de libertad solo permite la tiranía de unos cuantos sobre muchos.

El hombre fue creado libre y puesto en el Edén, pero el pecado lo aprisionó y llevó vivir si bien con liberta física, pero con cadenas que lo apresaban porque se dejaba subyugar por vicios, malos hábitos e inclinaciones malignas y entonces se hizo necesario un instrumento para libertarlo.

El salmista presenta a la Escritura como el instrumento perfecto para que el hombre pueda vivir en libertad. En las páginas de la Biblia los hombres pueden encontrar los instrumentos indispensables para no vivir bajo ninguna clase de yugo que los someta en contra de su voluntad.

Quien se adentra a ese bendito libro tiene la garantía que vivirá en libertad, que no será presa de ninguna clase de maldad y que podrá llevar su existencia con alegría y gozo viviendo en libertad porque conocerá la verdad que alumbrará su paso por este mundo y lo hará distinguir entre lo valioso y lo irrelevante.

Contra lo que muchos suponen, la Biblia está puesta en esta tierra para hacernos ver el camino a seguir para no vivir atados a nada, para conducir nuestra vida conforme los eternos propósitos de Dios y de esa manera alcanzar la ansiada vida libre de toda clase de ataduras.

En la Escritura encontraremos todo aquello que necesitamos para no dejarnos someter a aquellas cosas que no queremos hacer o que nos hacen daño o que dañan a nuestras familias. El salmista nos hace ver que la única libertad posible es aquella que viene de Dios, quien creó al hombre libre.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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