La Biblia dice en Hechos 26:24
“Al decir Pablo estas cosas en su defensa, Festo gritó: ¡Estás loco, Pablo! De tanto estudiar te has vuelto loco.”
Pablo supo y entendió que la predicación de Cristo crucificado representaría una locura para la cultura romana de su tiempo. El sistema judicial romano admitía la muerte como pena por delitos de sedición y la aplicaba tanto a ciudadanos romanos como a extranjeros. A éstos últimos la pena capital se aplicaba con la crucifixión.
La muerte por medio de ese instrumento era infame, cruel, pero sobre todo vergonzosa porque era una ejecución pública que se hacía a ojos de todo el mundo con lo que servía como espectáculo, pero también como advertencia a todos aquellos que se opusieran al imperio. Nadie quería morir así. Para todos esa clase de ejecución era para infortunados.
Cuando los apóstoles se presentaban a predicar a Cristo, entre sus compatriotas, si bien esa muerte era oprobiosa, no alcanzaba los tintes que para cultura romana tenía, que se burlaba y reía por el solo hecho de decir que el Hijo de Dios había muerto en ese horripilante tormento. ¿Cómo un Dios tan poderoso pudo dejar a su Hijo morir así? Era la interrogante.
Esa era una locura. Por eso cuando Festo, un gobernante romano escucha a Pablo predicar a Cristo le gritó que estaba loco y que sus palabras eran producto del desvarío que había llegado a su vida por tanto estudiar. Festo no pudo comprender el mensaje sencillo de la muerte vicaria de Cristo en la cruz por todos los pecadores del mundo.
La cultura romana dominante en esos días hacía imposible para muchos mirar a la cruz de otra forma, mirarla como el paso necesario e indispensable para la redención de la humanidad entera era algo complicado porque la cruz no era para hombres justos, desde la perspectiva romana, sino para malhechores y Cristo había muerto allí.
Era ilógico para ellos, como es ilógico hoy en nuestros días esa sencilla predicación de que Cristo murió por todos. Y la acusación contra quienes predican ese mensaje es idéntico al que Festo le lanzó a Pablo: Estas loco. Para muchos sigue siendo una locura decir que Cristo vino al mundo en un sencillo pesebre para morir por los pecados en la cruenta cruz.
Somos los locos que creemos que un hombre ejecutado de la forma más vergonzosa salva y redime el corazón de quienes confían en él. Somos los trastornados, los dementes, los enajenados, los que desvariamos y deliramos con esa verdad. Somos lo que vemos en ese pesebre a alguien más que un niño: vemos al Salvador del mundo.
Somos, como se dice en México, los chiflados, que encontramos en Jesús la única calma capaz de sosegar los violentos mares que se agolpan en nuestro interior.