La Biblia dice en Marcos 14:7
“Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mi no siempre me tendréis.”
Un perfume de gran precio utilizado para ungir la cabeza del Señor Jesucristo en una cena en casa de un fariseo llamado Simón despertó entre los concurrentes a esa celebración y los propios discípulos una acalorada discusión sobre si ese era un desperdicio de dinero y la clase de mujer que tocaba al Señor.
Jesús intervino para pedirles a todos que no molestaran a la mujer y de paso les preciso que si su interés por los pobres era genuino podrían siempre ayudarlos ya que siempre existirían. Judas había dicho que si se vendía ese perfume en lugar de “desperdiciarlo” en Cristo, muchos pobres se hubieran beneficiado.
Pero en realidad, no era una preocupación genuina, era un interés personal porque Judas, que era el tesorero del grupo, se quedaba con parte del dinero que ingresaba a la tesorería. Este diálogo sirvió para que Jesús planteara verdades que nos ayudan a entender nuestra realidad social.
Siempre tendréis pobres con vosotros, dijo. Y con ello estableció un triste condición humana en esta tierra. La pobreza que para muchos es resultado de la falta de trabajo o iniciativa de las personas, sin considerar que en muchos casos es la concentración inequitativa de las riquezas. El rico siempre quiere ser más rico. A cualquier precio.
El egoísmo y la ambición han hecho que la pobreza aumente considerablemente en todos los tiempos. Y la presencia de los pobres ha acompañado la historia de la humanidad para muchos como un lastre, pero para otros como una posibilidad de hacer con ellos actos de compasión.
“Cuando queráis les podréis hacer bien”, dijo Jesús respecto a lo que se puede hacer con las personas de escasos recursos. En cualquier momento se les puede ayudar todo depende de la voluntad que se tenga. No hay que ir muy lejos. A los necesitados los podemos localizar rápidamente.
Los pobres fueron y serán siempre una ocupación del Señor. A la iglesia le dejó esa responsabilidad. Cuando se hizo el primer concilio de la iglesia en Jerusalén, los apóstoles le pidieron a Pablo que en sus viajes misioneros no se olvidara de los pobres y por ello procuró con diligencia atenderlos.