La Biblia dice en Job 17: 5

“Al que denuncia a sus amigos como presa, los ojos de sus hijos desfallecen.”

En la Divina Comedia de Dante Alighieri sobresale su concepción del infierno que presenta como un icono invertido de nueve círculos en los que se localizan a los practicantes de los todos los pecados capitales. Son castigados allí los envidiosos, lujuriosos, codiciosos, iracundos, glotones, ladrones, asesinos y hasta los pusilánimes.

En el noveno círculo, el último, se encuentran los traidores, según el autor de esta obra que por estos días cumple setecientos años de haber muerto. Ese último espacio del infierno está guardado o protegido por una muralla de gigantes obviamente para que nadie pueda escapar. El castigo para los traidores es una existencia eternamente helada.

En los tres primeros pisos de ese lugar se sanciona para siempre a los que traicionaron a sus parientes, a la patria y a sus amistades. En el cuarto nivel del noveno círculos, que se localiza en lo más profundo se encuentra Satanás, cuyas tres cabezas devoran a los traidores a Dios y a la Humanidad, como Judas Iscariote o Bruto, el asesino de Julio César.

De manera ingeniosa Dante Alighieri nos ofrece la manera que según él concebía el castigo de los pecadores en particular de los traidores, de aquellos que defraudaron la confianza de familia, amigos y conocidos. Esa clase de personas merecían un espacio especial en el infierno por la magnitud de su felonía.

En el texto que hoy meditamos Job se refiere a esa clase de personas. La frase “al que denuncia a sus amigos como presa”, la Nueva Versión Internacional lo traduce así: “Quien por una recompensa denuncia a sus amigos verá a sus hijos desfallecer.” Y la versión Dios Habla Hoy lo hace así: “Sufrirán hambre los hijos de quienes, por una recompensa, traicionan a sus amigos.”

En la búsqueda de una razón del sufrimiento del patriarca sus amigos insinuaron que él habría incurrido en alguna falta, pero eso no fue así. Job sabía el castigo que merecían aquellos cuya conducta se apartaba de la voluntad divina y sabía perfectamente la clase de sanción que merecían los traidores. Pero él no era un traidor.

La deslealtad es propia de los ingratos e insensibles que sin ninguna clase de remordimiento cometen esa vileza cuando sus amigos o familiares confían plena y hasta ciegamente en ellos. Job dice que sus hijos están condenados a sufrir hambre.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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