Dice la Biblia en Joel 1:3

“Cuéntenlo a sus hijos, y que ellos lo cuenten a los suyos, y éstos a los que nazcan después.

En los tiempos del profeta Joel cayó sobre Jerusalén una devastadora plaga sobre todos los cultivos. Pero no fue cualquier clase de plaga, sino una en la que aparecieron algunas clases de insectos destructivos la oruga, la langosta, el cigarrón y el saltamontes, todos ellos de la misma familia de seres del reino animal expertos en destruir plantaciones.

En Israel estaban acostumbrados y conocían perfectamente la presencia de esos animales, pero lo que aconteció en tiempos del profeta Joel fue verdaderamente insólito, increíble y en cierta manera fuera de lo ordinario, lo que hizo que el vidente dejara constancia de lo acontecido en esos días.

Pero, al escribir su profecía quiso que ese evento no quedara en el olvido rápidamente, y por eso instruyó a los padres de familia de su tiempo que se lo contaran a sus hijos y éstos a los suyos, es decir a los nietos y éstos a sus hijos que serían los bisnietos, en una clara solicitud que no se dejara de hablar de lo ocurrido.

La idea del profeta inspirado por el Señor es que la gente tuviera presente la clase de calamidad que puede llegar a la vida de los creyentes, si se apartan de Dios. Olvidar lo que sucede cuando nos alejamos del Creador es un riesgo permanente que tenemos porque es muy fácil dejar de recordar.

Es muy interesante que el profeta les pidió contar oralmente el terrible momento que vivieron con una plaga brutal que no dejó rastro de cultivo alguno, pero él lo escribió y de esa manera dejó constancia por escrito para la posteridad de lo que acontece cuando a Dios no se le toma con seriedad.

Oír y leer nos ayudan a no perder la memoria. Recordar es una facultad exclusiva del ser humano y al hacerlo tiene un referente para entender su presente y acometer su futuro. La memoria es extremadamente útil para tener presente la manera que Dios ha obrado a lo largo de la historia, pero también de manera personal en nuestras vidas.

Al lubricar nuestros recuerdos podemos comprender que el Señor de la historia es el Creador y hace conforme a sus eternos propósitos. La plaga que vino a Jerusalén no debía olvidarse para ayudar al pueblo hebreo a tener presente que lejos de Dios puede venir a nuestra vida lo inimaginable o lo insospechable.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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