La Biblia dice en Proverbios 26:1

“No le va bien la nieve al verano, ni la lluvia a la cosecha, ni los honores al necio.”

El necio es el contraste del hombre sabio. Son estas dos clases de personas las que motivaron a Salomón a escribir el libro de los Proverbios. La necedad es un estado con el que nacemos todos los seres humanos. Los padres son los primeros responsables en lidiar con ella y corregirla. La escuela tiene cierta función, pero a veces se desentiende.

Definitivamente, entonces, son los progenitores los encargados de detectarla y comenzar el proceso de erradicación que en ocasiones se convierte en una experiencia con grandes dosis de frustración porque la necedad produce personas carentes de sensatez, porque hace que los seres humanos cometan acciones aún en contra del sentido común.

Salomón dice con toda claridad que los honores, el reconocimiento, la distinción y el engrandecimiento de esta clase de personas es sumamente inconveniente y pone dos ejemplos para clarificarlo. La nieve es completamente inoportuna en el verano y la lluvia a la cosecha.

Ambos fenómenos naturales son utilizados para señalar que no es bueno encumbrar al necio. La interrogante que surge es ¿por qué el necio no puede ser exaltado? La respuesta se encuentra en el hecho de que el necio es una persona insensata, es decir que es incapaz de tomar decisiones pensadas y razonadas porque se deja llevar por lo que ve, siente y oye.

La intención de Salomón es hacernos ver dos cosas: la primera es que como necios nunca vamos a recibir ninguna clase de distinción, y la segunda es que debemos evitar enaltecer a un necio. Ambas son delicadas, pero pienso que la primera es más porque tiene que ver con nosotros.

La necedad no nos llevará a nada. La actitud necia es incompatible con el engrandecimiento porque Dios nunca premia la necedad, al contrario la censura, la detesta y la castiga, aunque en ocasiones la sanción surge del mismo necio que por su conducta imprudente comete actos que le cuestan horas de sufrimiento.

Reconocer a un necio y darle un lugar de honor será desastroso como desastroso es que caiga nieve en verano o un torrencial aguacero cuando se cosecha.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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