La Biblia dice en Lucas 1:26
“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret.”
La profecía que señalaba a Belén como el lugar de nacimiento del Mesías judío no fue problema para que Dios tomará a una mujer que vivía al otro extremo de esa villa en un lugar llamado Nazaret. Literalmente ambos lugares, Belén y Nazaret, se encontraban en polos opuestos. De norte a sur.
A la virgen María Dios la tomó viviendo en Nazaret y él mismo se encargaría de que ella y José se dirigieran a Belén. Y lo hizo a través de un censo que ordenó Augusto César para que todos los judíos fueran contados en su lugar de origen. María quedó embarazada en Nazaret, no en Belén como debería ser humanamente para cumplir la profecía.
La navidad nunca nos dejará de sorprendernos cuando descubrimos los entretelones de esta maravillosa historia, como el hecho de que la pareja que daría hogar al Salvador del mundo ni siquiera vivía donde debería de nacer el Cristo para cumplir el oráculo de Miqueas que señaló la modesta villa de Belén para el nacimiento del Rey de los judíos.
Dios podría haber enviado a José y a María antes a ese lugar, pero optó por enviar a su ángel a Nazaret porque al final de cuentas el acomodaría todas las circunstancias para que ellos fueran a Belén. Dios nos muestra que cuando el comienza una obra o acción en nuestras vidas lo hace donde él le place.
No importa donde te encuentres. El te llevará al lugar donde cumplirás la voluntad de Dios. María vivía en Nazaret y se abandonó en las manos del Señor y Dios se encargó de que el nacimiento del Hijo de Dios se llevara a cabo en el lugar profetizado cientos de años antes por uno de sus videntes.
El Dios de la historia comenzaba de lleno su intervención en este mundo para acomodar todo de tal manera que el nacimiento del Salvador ocurriera tal y como estaba previsto. El había dicho que sería en Belén y el hecho de que los padres terrenales de Jesús vivieran en otro lugar no fue ningún impedimento.
La voluntad de Dios se ha de cumplir siempre. Nada lo puede detener cuando ha determinado obrar su palabra. No hay distancias, ni lugares que no se rindan ante su voluntad. La navidad nos recuerda que Dios es soberano y controla todas las circunstancias y que cuando nos disponemos a agradarle nos pondrá justo el lugar donde seremos bendecidos.