La Biblia dice en 2ª Pedro 1:3-4
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.
Introducción
El apóstol Pedro sabía que vivimos en un mundo corrompido o corrupto. La palabra corrupción que utiliza es interesante. Procede la raíz griega “phthora” que se puede traducir como decadencia, descomposición y podredumbre en términos estrictamente morales, es decir la conducta de las personas completamente apartada de lo bueno.
Pedro explica la razón o el origen del estado del mundo o de su condición: los deseos, dice la versión Reina Valera 1960. La raíz de esta palabra es “epithumia” que se traduce en otros pasajes como concupiscencia, anhelo de lo malo, apasionamiento por el placer y también como deseo desmesurado que en el rubro sexual se manifiesta con la lujuria.
Es fácil entender nuestra realidad cuando atendemos las palabras del apóstol Pedro que nos dice con toda claridad el medio en el cual nos desenvolvemos y sobre todo el espacio donde la iglesia despliega sus ministerios. Vivimos rodeados de un mundo lleno de deseos o inclinaciones irrefrenables con tal de seguir los sentidos.
En medio de esta situación, Dios dotó a sus hijos de su naturaleza. Qué quiere decir Pedro con que somos participantes de la naturaleza divina. Algo que el apóstol Juan ya ha dicho: Dios nos ha legado o nos ha dado su simiente, su gen, es decir nos ha hecho sus hijos y en esa condición nos ha dado de su sustancia.
Un hijo de Dios ha nacido de nuevo y al ser una nueva creatura Dios le ha implantado su condición santa que lucha justamente contra los deseos que personalmente tiene y que se detonan al vivir en un mundo corrompido por los falsos o engañosos deseos que hacen tropezar al creyente.
El autor de la carta nos muestra que las equivocaciones, yerros y tropiezos del creyente surgen exactamente cuando descuida la nueva condición que tiene y de deja arrastrar por los deseos del mundo que está corrompido, lleno de podredumbre y decadencia y al ser derrotado por el mundo, entonces se deja arrastrar por pasiones que lo hunden.
No se sorprendan: Los cristianos también se equivocan
Cuando abandonan la naturaleza divina
A. Porque tenemos lo que necesitamos para vivir piadosamente
B. Porque el conocimiento de Cristo transforma
C. Porque tenemos grandes promesas
D. Porque se dejan derrotar por la corrupción del mundo
A. Porque tenemos lo que necesitamos para vivir piadosamente
La primera parte del verso tres dice lo siguiente:
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder.”
La traducción al lenguaje actual de la Biblia traduce esta frase así: “Dios utilizó todo su poder para darnos lo que necesitamos”. Con esta frase en estos términos podemos entender claramente que los creyente tenemos en la palabra de Dios lo que requerimos para nuestra vida cristiana.
No tenemos que tomar nada del mundo, tampoco tenemos que inventar nada, en la revelación divina encontramos total y absolutamente suplidas nuestras necesidades tanto para nuestra vida material como para nuestra vida espiritual. Es interesante notar que Dios nos ha dotado de lo que requerimos para bien vivir.
Las grandes equivocaciones surgen cuando la palabra de Dios es sustituida por ideas que no surgen de lo que escribieron los apóstoles y santos hombres de Dios. Y los grandes errores se vienen en tropel cuando copiamos modelos del mundo, pero sobre todo cuando la insatisfacción con lo que tenemos nos hace buscar fuera de la Escritura la verdad divina.
B. Porque el conocimiento de Cristo transforma
La segunda parte del verso tres dice así: mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia.
La palabra conocimiento es antonimo de ignorancia. Al conocer a Cristo fuimos llamados a una vida donde en analfabetismo espiritual es derrotado porque empezamos a leer la palabra de Dios, luego a congregarnos y luego a orar y poco a poco la oscuridad se va esparciendo de nuestras vidas.
La palabra conocimiento que usa Pedro aquí procede de la palabra griega “epignosis” que se traduce con cuatro palabras percepción, discernimiento, reconocimiento o intuición. Lo que significa que conocer a Cristo es una cuestión mental, racional, más que emocional y esa clase de conocimiento nos hace distinguir claramente la obra y persona de Jesús.
Al conocer a Cristo somos transformados, pero también se nos dota de la capacidad para discernir lo bueno de lo malo. El Espíritu Santo nos guía a toda verdad gracias a que sabemos de Cristo Jesús, quien nos llamó por su gloria y excelencia, es decir fuimos objetos de una selección, fuimos elegidos nosotros por él y no nosotros lo escogimos a él.
Conocer a Cristo es el mejor antídoto contra los errores. Quien conoce a Cristo tal y como lo plantea Pedro puede tener la certeza de que no tropezará porque las enseñanzas de Cristo invariablemente evitarán que caiga, conocer a Jesús nos vacuna de errar y seguir errores.
C. Porque tenemos grandes promesas
La primera parte del versículo cuatro dice así: Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas.
Los editores de Biblias han editado una de ellas con el nombre de “Biblia de las promesas”, en las que el lector puede encontrar todas las promesas que Dios le ha hecho a sus hijos a través de los sesenta y seis libros que conforman la Escritura y de esa forma animarse a caminar con Dios, aun en los momentos oscuros.
Para no dejar de participar de la naturaleza divina debemos sumergirnos en todas las promesas que Dios nos ha dado. Dios se ha comprometido con nosotros y lo ha puesto por escrito a través de la revelación divina donde encontramos grandes y preciosas promesa. La palabra “preciosas” procede de la raíz griega “timios” que se traduce como valiosa.
D. Porque se dejan derrotar por el mundo
El verso cuatro termina así: para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.
Participar de la naturaleza divina es un concepto que ha sido definido de diferentes maneras: 1. Emerger, convertirse, pasar de un punto, reino o condición a otro. 2. Llegar a ser, no ser. 3. Convertirse, es decir, cambiar de condicion, estado o lugar y 4. Llegar a ser que implia movimiento, o crecimiento.
Los cristianos, entonces, somos participantes de la naturaleza divina porque hemos pasado de muerte a vida, porque dejamos nuestra condición pecaminosa y Dios nos implanta su naturaleza porque nos engendra.
Cuando dejamos de permanecer en esta condición y nos dejamos arrastrar por los deseos de un mundo corrompido, entonces, se vienen los grandes errores que hemos visto a lo largo de la historia.