La Biblia dice en 2ª Pedro 1:20-21
Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Introducción
Pedro llega al punto de la profecía de la Escritura. Hay que recordar antes de entrar de lleno a este pasaje que por Escritura debemos entender el Antiguo Testamento porque el Nuevo todavía no se conformaba. El canón de los veintisiete libro quedó establecido hasta el siglo IV de la presente era.
Vamos a referirnos entonces a los cuarenta y nueve libros del Antiguo Testamento que proclamaron, anunciaron y precisaron la llegada de Cristo o el Mesías a Israel porque en los tiempos del apóstol Pedro había ya graves problemas con su interpretación y su origen divino, es decir, algunos los tomaban como escritos cien por ciento humanos.
Se trata de diferenciar claramente toda la literatura humana de aquellos años, y también de los de hoy en día, con los textos sagrados escritos, preservados y resguardados por los hebreos. Los libros del Antiguo Testamento no son como el Popol Vu, tampoco son como La Eneida de Virgilio o La República de Platón o los escritos de Aristoteles.
La naciente iglesia, como la de estos días, debía entender perfectamente la condición o esencia de los libros divinos que los judíos tenían y que para ellos formaban parte de la revelación divina sin duda alguna y sin ninguna clase de excusa debían comprender su origen y su tratamiento.
Les pasaba en aquellos días en que cualquier persona hacía declaraciones sobre la Escritura ignorando o desconociendo el proceso mediante el cual esos libros llegaron a este mundo. En realidad esos libros como el resto de ellos, es decir el Nuevo Testamento, son un milagro por la manera en que se escribieron y se conservaron.
La profecía del Antiguo Testamento tuvo un propósito y para comprenderla es indispensable leerla, meditarla y reflexionarla y partir de los dos puntos que servirán a nosotros en este estudio: no es de interpretación privada y que no fue traída a este mundo por voluntad humana.
Es lógico pensar que en aquellos días algunos asumían como intérpretes de la palabra y que lo hacían así porque consideraban que era un texto humano o producto de la inteligencia humana y eso era totalmente equivocado. La profecía tienen un rango muy elevado que si no se entiende puede confundir.
No se sorprendan: Los cristianos también se equivocan
Por su incomprensión de la profecía
A. Ninguna profecía es de interpretación privada
B. Nunca la profecía fue traída por voluntad humana
Pedro comienza o más bien continua con su idea de la necesidad de atender a la profecía con mucho cuidado, pidiendo que entiendan algo en primer lugar. La palabra “entendiendo” procede de la raíz griega “ginosko” que se traduce como conocer, reconocer, percibir y aprender. Es una clase de conocimiento personal que quita toda clase de duda.
La profecía bíblica es el resultado de un estudio concienzudo, disciplinado y constante. De lecturas y relecturas del texto sagrado para comprender el sentido en el que se dijeron, el tiempo en el que hablaron los videntes de Dios y sobre todo el propósito que tuvieron cuando se proclamaron.
La historia del eunuco etíope nos aclara esta verdad:
26 Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. 27 Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, 28 volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías. 29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.30 Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? 31 Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. 32 El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así no abrió su boca. 33 En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida. 34 Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro?35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.
A. Ninguna profecía es de interpretación privada
Cuando el apóstol Pablo afirmó “el espíritu de los profetas esta sujeto a los profetas” quería acotar claramente a los profetas del Nuevo Testamento que la iglesia tenía, por ejemplo, en Antioquía, según Hechos 13: 1-3, a lo que la Escritura había revelado a quienes hablaron en nombre de Dios en el Antiguo Testamento.
Pedro vivía un problema complejo en la iglesia primitiva, muy parecido al que ahora se vive en la iglesia. Personas que se auto proclamaban como los intérpretes de los videntes del Antiguo Testamento y asumían sus profecías como infalibles y del todo correcta, aún cuando fueran muy personales.
El apóstol Pedro quería dejar en claro que las profecías no son textos escritos para que cada quien tenga su propia opinión y exija que se tome como la única y excluya otras. Los falsos maestros de los que hablará más adelante tenían como principal característica pensar que sus interpretaciones eran las inapelables.
B. Nunca la profecía fue traída por voluntad humana
Dios habló muchas veces, de muchas maneras, en otro tiempo a los padres por medio de los profetas, dice la carta a los Hebreos en su introducción para señalar que si Dios no hubiera hablado, entonces, no habría habido mensaje. Fue Dios quien inició el proceso de la comunicación.
Los hombres no fueron quienes trajeron la revelación divina. No es un acto humano y por tal razón trasciende a los hombres y los deja como pasivos y no activos, es decir, como seres necesitados del auxilio divino para comprender lo que Dios anunció que iba a hacer y en el caso del Antiguo Testamento hizo y en el Nuevo Testamento hará.