La Biblia dice en la 2ª carta de Pedro 1: 10-11
Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.11 Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Introducción
La noche que Jesús fue detenido y juzgado por el Sanedrín judío, la vocación y elección de Pedro entró en una grave crisis. Su fe fue puesta a prueba y no resultó aprobada porque le faltó valor, le faltó entereza y sobre todo porque le faltó firmeza para hacer frente a la gran presión que vino sobre todos los apóstoles.
Y no es que a los demás discípulos no les haya sucedido lo mismo, sino que a Pedro le sobrevino una mayor carga porque unos días antes de esos acontecimientos él había hecho alarde de su convicción, de que ante el miedo y deserción de todos a él nada lo amedrentaría y al contrario moriría con Jesús si eso era necesario.
Años más tarde, cuando está a punto de partir de este mundo, Pedro hace una revisión de esos momentos y les escribe a los cristianos del primer siglo para orientarlos con respecto a esa situación, cuando se viene la presión a niveles muy altos y la posibilidad de abdicar de nuestros compromisos cristianos parece irremediable.
Son esos tiempos o temporadas donde necesitamos firmeza. La palabra firmeza apunta a la resistencia, a la capacidad de soportar las presiones que vienen por tener una fe distinta a la mayoría, por creer en Jesucristo como el Hijo de Dios y porque no corremos junto con los pecadores a sus maldades.
La palabra que la versión Reina Valera 1960 traduce como “procuren” procede de la raíz griega spoudázo que propiament se traduce como ser rápido o si se quiere ser veloz en sentido figurado para señalar la necesidad de moverse rápidamente mostrando plena diligencia, aplicarse por completo o actuar con fervor.
La expresión firme es de suyo interesante porque el vocablo procede del término “bébaios” que literalmente quiere decir “lo que se puede pisar” y se refiere entonces a lo que es totalmente confiable, es decir, digno de confianza porque está sobre ” base sólida “.
Esto describe lo que es completamente seguro (estable) y, por lo tanto, se puede confiar en que brindará soporte completo.
Los creyentes debemos saber y entender que la fe en Cristo tiene adversarios por doquier. Pablo escribió que todos los que quieran vivir piadosamente sufrirán persecución y lo dice porque la fe no es de todos. Hay gente que no solo no tiene fe, sino que la combate abiertamente.
No se sorprendan: Los cristianos también se equivocan
Porque les hace falta firmeza
A. Para consolidar su vocación
B. Para consolidar su elección
El apóstol Pedro nos muestra que son dos los aspectos en los que se debe fortalecer el creyente. En primer lugar en su vocación y en segundo lugar en segundo lugar en su elección. Son dos palabras muy importantes porque revelan que clase de compromiso asumimos cuando aceptamos a Cristo.
Son vitales estas dos actitudes porque si tenemos fortaleza en nuestra vocación y si tenemos fortaleza en nuestra elección tendremos como resultado dos grandes beneficios o bendiciones: la primera es que no caeremos jamás y la segunda no menos importante que nos será otorgada amplia y generosa entrada al reino de nuestro Señor.
Se trata entonces de dos temas fundamentales en la vida cristiana porque nos aseguran permanencia en la congregación de los santos sin tropiezos ni caídas y nos garantizan entrar al cielo.
A. Para consolidar su vocación
La palabra “vocación” procede de la expresión griega “klésis” que sencillamente se puede traducir como llamado, invitación o si se quiere también “convocación”. Esa expresión es la que da sentido al término iglesia porque los que integran las congregaciones cristianas fueron llamados de afuera o fueron convocados y ese sentido tienen una vocación.
Pedro quiere que los creyentes se cercioren que ese llamado transite por un camino seguro o un camino que se puede pisar sin riesgo de caer o tropezar y sobre todo sin desviarse. Los cristianos se equivocan grandemente cuando caminan o viven en las movedizas arenas de la especulación doctrinal.
Dios nos llamó por supuesto. Ese es el punto de partida y sin ese acto divino jamás hubiéramos llegado a la iglesia, pero ahora, una vez instalados allí debemos consolidar esa vocación cuidando nuestra vida cristiana a través de la fe acompañada de la virtud, conocimiento, dominio propio, piedad, paciencia, afecto fraternal y amor.
B. Para consolidar nuestra elección
La palabra elección tiene el sentido de selección. El creyente fue elegido divinamente por parte de Dios, pero eso no significa de ningún modo que debe permanecer pasivo una vez que Dios los escogió para llevarlo a su reino. La idea que nos comparte Pedro es que el hijo de Dios debe hacer patente su condición de elegido.