La Biblia dice en 1ª Pedro 2:1-3

Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, 2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, 3 si es que habéis gustado la benignidad del Señor.

Introducción

Pedro quiere que los creyentes crezcan aún en medio del sufrimiento. El crecimiento del que Pedro habla no es el intelectual o de conocimiento, sino para salvación. El creyente debe madurar en su salvación, es decir debe alcanzar tal formación que la salvación sea el pivote o la base para el desarrollo de su carácter.

El apóstol ha hablado de la Escritura y señalado puntualmente su eternidad, como una de las características que la hacen singular y le dan autoridad para establecer las reglas de conducta que el ser humano debe observar en esta tierra para librar todas las trampas que existen.

La palabra de Dios forma parte fundamental no solo en la formación del carácter cristiano sino que es la piedra de toque o la espada del Espíritu para luchar contra los grandes adversarios que tenemos al asumir nuestra fe en Jesucristo. Pedro quiere que los creyentes se compromentan con la Biblia.

La revelación divina es para el autor de la carta el mejor antídito contra el desaliento y desánimo frente al sufrimiento. Los embates, el hostigamiento y la persecución que trae consigo el sufrimiento solo puede resistirse con el auxilio de la Escritura que da fuerza y ánima a la hora de las grandes adversidades.

Para el creyente es un imperativo la lectura, meditación, reflexión y práctica de la palabra de Dios. Solo de esa forma saldrá victorioso ante los retos y desafíos que trae consigo la tribulación. La Biblia es un manual diseñado para saber qué hacer cuando el dolor llega a nuestra vida.

La Escritura nos ofrece útiles recomendaciones, grandes ejemplos y destacados relatos de personas que vivieron experiencias dolorosísimas y se lograron levantar y sostener confiando en el poder de Dios. Es una fuente inagotable de fortaleza para luchar contra las dificultades que llegan a nuestra vida.

No se sorprendan: Los cristianos también sufren
Crecen en medio del sufrimiento
A. Al conducirse con piedad
B. Al desear la Escritura

Pedro sabe que los creyentes luchan con hábitos pecaminosos que deben abandonar. En estos versos enumera una serie de conductas que no corresponden a personas que han nacido de nuevo y por ello deben dejar de practicarlas y dirigir su atención y tiempo a la palabra de Dios.

A. Al conducirse con piedad

La vida piadosa conductas que dañan al creyente y a quienes le rodean. El verso uno de nuestro estudio dice de la siguiente manera:

Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones.

Si ponemos atención en la lista de cinco actitudes que se deben tirar a la basura, ese es el sentido de la expresión “desechando” en tres ocasiones se usa la palabra “todo”, una característica muy interesante en la que debemos poner atención para conducir correctamente nuestra vida.

  1. Toda malicia

La palabra malicia procede la raíz griega kakia que se traduce también como maldad. Los griegos asociaban esta palabra con un demonio que recibía ese nombre y era el encargado de personificar el vicio y la inmoralidad. La retrataban como una mujer excedida de peso, maquillada exageradamente y con ropas muy ligeras.

  1. Todo engaño

El engaño es la manifestación de la mentira. Engañar es una de las facetas más tristes de las personas porque piensan que sus actos nunca serán descubiertos, pero en realidad tarde o temprano sale a luz lo que cada persona hace. Se puede engañar a muchos, incluso a uno mismo, pero tarde o temprano la verdad sale a la luz.

  1. Hipocresía

La palabra hipocresía nos remite al teatro griego. Los hipócritas eran actores que interpretaban un personaje. Los griegos nos heredaron obras teatrales que a pesar de haberse escrito, actuado y presentado hace siglos, siguen impresionándonos como las tragedias de Sófocles. Un hipócrita era un actor. El creyente debe ser genuino. No actuar.

  1. Envidia

Uno de los grandes males que pueden desarrollar los cristianos es la envidia. En su obra Virtud militante contra las cuatro pestes del mundo: la envidia, la ingratitud, la soberbia y la avaricia, Miguel Ángel de Quevedo escribe sobre la envidia lo siguiente: “La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come.”

  1. Todas las detracciones

Un detractor es alguien que solo se dedica a juzgar por eso algunas versiones traducen la frase “todas las detracciones” como “toda clase de chismes”. Dejar de hablar de los demás será siempre parte de una vida piadosa.

B. Al desear la Escritura

El verso dos de nuestro estudio dice de la siguiente manera:

Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.

Pedro nos ordena desear la leche espiritual no adulterada, una forma para referirse a la palabra de Dios. La figura retórica que usa compara a los creyentes con los niños recién nacidos que lloran para comer y cuando la madre acerca su pecho a ellos buscan con desesperación su alimento.

De esa misma forma el creyente debe buscar o desear la leche espiritual o la palabra de Dios que no esté adulterada. Algunas versiones traducen “leche espiritual pura” para referirse a la calidad de la Escritura que deben buscar para que por medio de ella crezcan para salvación.

La salvación ha de traer madurez a la vida de los creyentes y esa madurez se alcanza cuándo se comprometen con la Palabra de Dios. Pedro quiere que deseemos, es decir que se convierta en una necesidad de vida leer, meditar y practicar la palabra de Dios. De esa manera tenemos garantizado nuestro desarrollo.

Pedro agrega que esta determinación ocurrirá “si es que habéis gustado la benignidad del Señor”, es decir si es que realmente hemos llegado a darnos cuenta de que el Señor es bueno.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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