1ª Pedro 3:13-16

¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? 14 Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, 15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; 16 teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.

Introducción

Pedro está muy interesado en convencer a sus lectores que el sufrimiento es una realidad en la vida de los creyentes y por ese motivo les escribe para alentarlos y saber que se debe hacer cuando se está padeciendo. Una de las cosas que nos suceden cuando el dolor llega a nuestra vida es que no sabemos qué hacer.

El sufrimiento siempre ha sido asociado a la calamidad o al infortunio. Los romanos pensaban que una persona sufría porque había hecho mal. Jamás asociaban al sufrimiento a otra causa que no fuera la conducta de las persona que padecían. Bajo ese esquema los creyentes sufrían por haber hecho algo malo.

El apóstol les escribe a los seguidores de Cristo para explicarles que habrá personas que les pregunten por qué razón mantiene su fe en medio de los sufrimientos y ellos deben estar preparados para explicar la razón que los ánima y no deben avergonzarse, al contrario lo que se deben apenar son ellos al ver la buena conducta de los hermanos.

Lo que Pedro le está pidiendo a la iglesia primitiva y a la iglesia en general es que aun en medio del dolor este lista y preparada para defender su fe. Que sufrir jamás debe ser motivo de vergüenza y sobre todo que jamás debe servir de pretexto para dejar de hablar del mensaje de Cristo.

La defensa de la fe se debe hacer con mansedumbre y respeto. Dos características muy importantes a la hora de explicar a los incrédulos los motivos de nuestra fe porque para muchos será sorprendente que en medio del sufrimiento mantengamos la calma y la seguridad en quien hemos creído.

No se sorprendan: Los cristianos también sufren
Defiende tu fe en medio del dolor
A. Sin temor
B. Con santidad
C. Con buena conciencia

La vida piadosa tiene desafíos que debemos conocer para estar listos a la hora en que tengamos que enfrentar situaciones adversas y cuando tengamos que explicarle a la gente por qué soportamos lo que soportamos o por qué no renunciamos a nuestra fe en Cristo Jesús y abandonamos el Camino.

Pedro no pudo hacer eso cuando negó al Señor. Pedro se amedrentó y no pudo defender su fe y por eso nos dice o nos orienta para saber qué hacer en esos momentos en los que se nos interroga sobre nuestra fe.

A. Sin temor

Los versos trece y catorce de nuestro estudio dicen de la siguiente manera:

¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? 14 Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis.

Pedro nos dice con toda claridad que si nosotros vivimos haciendo el bien, nadie nos podrá hacer daño. Hacer el bien es una garantía para que vivamos en paz, sin dificultades en una primera instancia. Alguien que vive haciendo el bien puede esperar menos problemas que una persona que se dedica a obrar maldad.

Sin embargo, el apóstol sabe que aún en muchas ocasiones, a pesar de vivir haciendo el bien, podemos padecer. Sufrir por vivir piadosamente de ningún modo debe ser motivo de tristeza, sino al contrario debe ser motivo de gozo. La razón de tan singular declaración se basa en que Cristo sufrió antes que nosotros y es nuestro gran ejemplo.

En este último escenario Pedro nos pide que hagamos nos pide tres cosas: 1. No amedrentarnos. 2. No tener temor y 3. No conturbarse.

En el caso de las dos primera palabras, el autor de la carta utiliza una expresión que tiene como raíz la palabra “phobos” que en nuestro español se traduce como fobia, que quiere decir miedo, susto, terror. Y la palabra conturbarse proce de la raíz griga “tarassó” que significa agitación, es decir la perdida de la tranquilidad.

La presión sobre nosotros generalmente trae a nuestra vida agitación o intranquilidad. Pedro nos da una formula para sostenernos en medio de estas circunstancias.

B. Con santidad

El verso quince de nuestro estudio dice de la siguiente manera:

Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.

Pedro nos pide defender nuestra fe santificando a Dios en nuestros corazones. La palabra santificar procede de la raíz griega “hagiazó” que se traduce como consagrar, purificar, limpiar, apartar y separar. Para defender nuestra fe, dice Pedro, debemos tener nuestro corazón limpio o apartado para el Señor.

La agitación que viene de enfrentar serios adversarios y adversidades hace necesario e indispensable que nuestros corazones estén limpios para que no nos llenemos de amargura ni de miedo. Dejar que Dios habite en nuestros corazones en esos momentos será de gran ayuda para nuestras vidas.

Pero además de santidad requirimos preparación. Pedro dice “estad preparados”. La palabra “preparados” se origina de la expresión griega “hetoimos” que se traduce como estar listos y también “con los preparativos necesarios hechos”. Lo contrario a listos es la improvisación.

Una vez santificado nuestro corazón y listos para hacer defensa de nuestra fe, debemos hacerlo con mansedumbre y reverencia. Algunas versiones en lugar de mansedumbre y resepto traducen “humildad” y “respeto”, mientras que otras señalan “con docilidad y respeto”.

La palabra humildad procede de la raíz griega “prautés”, mientras que la palabra respeto procede de la expresión “phobes”. Ambas se traducen como “fuerza suave” y “respeto reverente”. Cuando alguien nos pide que le demos razones de nuestra esperanza o que le expliquemos porque confiamos tanto en el futuro lo debemos hacer con estas dos virtudes.

C. Con buena conciencia

El verso dieciséis de nuestro estudio dice de la siguiente forma:

Teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.

El cristiano debe tener buena conciencia. Pablo la procuraba mucho, según leemos en Hechos 24:16 que dice:

“Por eso procuro tener una buena conciencia delante de Dios.”

Pedro le pide a los creyentes que tengan una buena conciencia ya que les será muy útil antes sus acosadores y acusadores.

La conciencia es la facultad que se le dio al ser humano para distinguir lo moralmente bueno a fin de rechazar lo malo o lo que es incorrecto. Pedro quiere que los creyentes conduzcan sus vidas apegadas a los que dicta la conciencia, entendiendo a ella como la que nos da la capacidad de obra rectamente.

La gente podrá decir muchas cosas de lo que hacemos o decimos, pero si nuestra conciencia no nos reclama nada, entonces, podemos decir que no hemos hecho nada incorrecto y entonces la gente que nos acusa equivocadamente tendrá que avergonzarse al saber y conocer que no hacemos ni hemos hecho nada malo.

Indígena zapoteco de la sierra norte de Oaxaca, México. Sirvo a Cristo en la ciudad de Oaxaca junto con mi familia. Estoy seguro que la única transformación posible es la que nace de los corazones que son tocados por Dios a través de su palabra.

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