La Biblia dice en 1ª Pedro 2:17
Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.
Introducción
En este solo verso encontramos cuatro mandamientos. Es poco usual que en un solo texto encontremos cuatro ordenes de Dios para nuestra vida, pero tiene una relación estrecha porque están vinculados con la conducta que el creyente debe desplegar en su vida en los diferentes roles que tiene en la sociedad.
Pedro nos muestra que la iglesia se vive en el mundo. Hay una constante interacción con toda clase de personas creyentes y no creyentes. Hay una relación con Dios que hay que cuidar, pero también hay una relación con los gobernantes de este mundo y nosotros estamos llamados a mantener con ellos una conducta respetuosa.
Se trata, entonces, de tener presente que si bien nosotros tenemos un destino celestial, de que está no es nuestra casa, es necesario mantener una actitud positiva ante las personas que no creen y ante las autoridades que a veces o muchas veces incumplen con sus obligaciones legales.
Pedro de una manera muy sabia clasifica los roles de los hijos de Dios: Todos, incluyendo a toda clase de persona, incrédula o creyente. A los hermanos de la iglesia. A Dios como fuente de todo lo que somos y tenemos y también al rey que merece respeto y consideración de parte de los creyentes.
La vida cristiana si bien se desarrolla en las iglesias, tiene repercusiones en la vida cotidiana. Ese el sentido del verso que hoy estudiaremos. La iglesia tiene obligaciones y deberes para con su entorno. Se trata de asimilar que los seguidores de Cristo no viven fuera de la esfera social.
La iglesia cristiana tiene claro su destino, por supuesto, pero también debe considerar que aún esta sobre esta tierra y mientras nuestro peregrinar dure debemos asumir cierta conducta ante quienes nos rodean. No podemos ni debemos menospreciar a nadie o vivir sin ley.
No se sorprendan: Los cristianos también sufren
La conducta del creyente en la sociedad
A. Respeto a todos
B. Amor a los hijos de Dios
C. Temor a Dios
D. Respeto al rey
En la década de los ochentas surgió lo que hoy en día un grupo religioso que constituyó un grupo de creyentes católicos llamado “Nueva Jerusalén” en Michoacán.
Todo comenzó en 1973, cuando parte de la población del municipio de Turicato, Michoacán decidió cumplir los dictados de la virgen de Rosario, quien según la leyenda se le apareció a una anciana y le solicitó crear una comunidad “protegida por Dios”.
A su vez, la vidente transmitió el mensaje al párroco local, quien comenzó las labores de prédica para la fundación de la comunidad. Tras la creación del pueblo, la anciana comenzó a ser llamada Mamá Salomé y el párroco recibió el alias de Papá Nabor. Como consecuencia, la iglesia católica excomulgó al sacerdote. Pero creó la Nueva Jerusalén.
Pedro escribe su carta para enseñar la iglesia lo que debemos hacer como ciudadanos de este mundo.
A. Respeto a todos
Pedro dice que debemos honrar a todos. La palabra honra que usa la versión Reina Valera 1960 en este texto procede de la raíz griega “timaó” que significa “dar valor”, “valorar” y “estimar”. Por eso algunas versiones la traducen como respetar a todos.
La falta de respeto es una expresión de la altivez. De pensarnos superiores a los demás. Si algo ha de caracterizar al creyente es que respeta a la persona o les da el valor que tienen, independientemente que ante nuestros ojos parezca seres sin importancia o seres sin ninguna capacidad.
Pedro le pide a los creyentes del primer siglo conducirse con aprecio a los demás. Que consideren a las personas con quien interactúan como personas a las que se le debe consideración por el solo hecho de ser seres humanos. Lo contrario al respeto es la descortesía.
Debemos respetar a los demás independientemente de que crean o no crean lo mismo que nosotros. Es un contra sentido decirnos creyentes y ser intransigentes con los demás, criticar a quienes piensan distinto a nosotros o condenar a quienes a nuestro juicio son indignos.
Aquí Pedro no esta hablando de los creyentes de la iglesia, sino de las personas con las que convivimos en el mundo. Con los que interactuamos en el trabajo, en la escuela u otro lado.
B. Amor a los hijos de Dios
Los creyentes se deben amar. La palabra amor que usa Pedro en este verso es justamente “ágape”, un término que señala con toda claridad el amor divino que Dios tuvo para con todos nosotros cuando se entregó en la cruz del calvario. Es la clase de amor sin egoísmo, solidario y empático.
Amarnos tiene implicaciones muy grandes para los creyentes porque es la esencia del cristianismo. El amor ha de reflejarse en todas las relaciones que tenemos, en la conducta que desplegamos y en la forma en que tratamos a las personas que asisten con nosotros a la iglesia.
Pedro le recuerda a los creyentes del primer siglo que el amor es indispensable, sobre todo hacia quienes sufren. No podemos darle la espalda o ignorar a quienes padecen a causa de la piedad. Al contrario debemos apoyarles con todo nuestro corazón, en ocasiones con nuestras oraciones, pero en otras con nuestros recursos, cuando tengamos.
C. Temor a Dios
La palabra temor procede la raíz griega “phobos” de donde viene la expresión “fobia”. En este pasaje se utiliza no en el sentido de tener fobia ante Dios, sino más bien en el sentido de reverenciar, venerar y tratar con deferencia u obediencia reverencial, es decir Dios merece nuestra reverencia obediente.
El creyente tiene una relación con Dios. Esa relación esta basada en lo que es Dios. El creyente ha de mostrarse respetuoso con Dios. La irreverencia o falta de respeto a Dios no cabe en un hijo de Dios. Pedro nos lleva a pensar en lo importante que debe ser nuestro estilo de vida ante Dios.
Debemos tener una buena relación con las personas, debemos amar a los hermanos, pero sin perder el respeto a Dios. Es muy probable que ante la necesidad de tener buenas relaciones con los demás de pronto tengamos la tentación de hacer cosas indebidas, pero Pedro nos aclara que debemos respetar al Señor.
D. Respeto al rey
La palabra que utiliza aquí Pedro es la misma que usa con respecto a todos. Pedro demanda respeto para el rey o la autoridad. Los gobernantes suelen ser personas carentes de escrúpulos y en muchas ocasiones se han ganado la repulsa y el rechazo de sus gobernados por actuar de manera indolente.
El apóstol nos recuerda que debemos actuar con consideración hacia ellos, sabiendo que al final de cuentas ellos y todos nosotros rendiremos cuenta ante el Creador y entonces recibiremos recompensa o castigo.