La Biblia dice en 1ª Pedro 5:12
Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, amonestándoos, y testificando que esta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis.
Introducción
La duda es la primera que se presenta cuando sufrimos. Parienta de la incredulidad se presenta para hacernos ver que lo que estamos viviendo es una señal de que Dios no está con nosotros o que nuestras convicciones no parecen ser reales o verdaderas y entonces nos incita a dejar nuestra fe.
Pedro vio con mucha tristeza lo ocurrido a los apóstoles y a él cuando fueron puestos a prueba durante la detención, juicio y condenación de Cristo. Todos ellos huyeron, tuvieron miedo, se encerraron y pensaron que todo había terminado con la crucifixión del Señor porque el pueblo entero dejó morir a Jesús.
El sufrimiento los hizo presa de esa sensación de abandono que todos experimentamos cuando nos percatamos que solo somos nosotros los que estamos padeciendo y entonces cuestionamos o nos preguntamos si es real o ficción lo que creemos. Llegamos, a veces, a tal punto que llegamos a creer que es una ilusión la fe que hemos abrazado.
Pedro escribe a los cristianos de primer siglo para decirles que no deben caer en esa condición y les asegura que están en la verdadera gracia. Esta frase nos ayuda a entender los sentimientos y pensamientos que se agolpaban en el corazón de los perseguidos, hostigados y presionados discípulos del primer siglo.
La adversidad les hacía poner en tela de juicio la certeza de sus convicciones. No se suponía que al encontrarse con Cristo habría paz y tranquilidad. Esa era su expectativa, pero lo que sucedió fue todo lo contrario. De pronto se vieron en una situación en la que eran señalados por tener una fe distinta a la de los demás.
Llegó entonces el momento de saber o conocer si estaban en la verdadera gracia o habían equivocado el camino y se encontraban creyendo a viviendo algo totalmente sin sentido y sin ningún rumbo o destino porque todo parecía estar en su contra como si se tratara de un engaño de quienes les predicaron.
No se sorprendan: Los cristianos también sufren
Los padecimientos descubren la verdadera gracia
A. Con toda seguridad
B. A pesar del dolor
La palabra gracia que usamos en este pasaje se define sencillamente como “favor inmerecido”. Pedro dice que estamos en la gracia verdadera, la palabra verdadera se traduce sencillamente como auténtica, sin falsedad o sin mentira. Ambas palabras expresan un concepto básico: el auténtico favor de Dios.
Cuando sufrimos pensamos que Dios se ha olvidado de nosotros y que su gracia o bien nos ha dejado o definitivamente nunca existió. Pero eso es una grave equivocación que no debemos dejar asentarse en nuestro corazón porque solo es imaginaria, es decir, no es real y cierta.
A. Con toda seguridad
Pedro les dice que a los lectores de su carta que “les ha escrito amonestando y testificando que están en la verdadera gracia.” El término amonestando tiene diversas acepciones, pero en el contexto en el que está colocada en realidad significa: animar. Pedro les escribió para alentarnos, impulsarlos, motivarlos.
Pero también le redactó esta epístola para testificar, es decir, ponerse como testigo de que estaban en la verdadera gracia. Y quién mejor que él como prueba viviente de la gracia, el favor inmerecido y la compasión gratuita del Señor. Pedro falló, pero Jesús no lo abandonó ni lo condenó.
Él había prometido que no fallaría, pero falló. Había caminado con el Maestro, pero lo negó. En la peor crisis de su vida, renegó, pero aun así Cristo lo volvió al redil. Nadie como Pedro, entonces, nos puede asegurar que estamos en la verdadera gracia. La experimentó de manera personal.
Todos nosotros sufrimos mucho cuando padecemos por causa de nuestra fe. Pensamos que Dios nos ha abandonado. Muchas veces cuestionamos el porqué de lo que nos ocurre y no logramos entender cómo es que tenemos tantos problemas si creemos en Cristo Jesús, pero eso de ningún modo quiere decir que Jesús se haya apartado de nosotros.
Pedro quiere convencer a sus lectores y quiere convencernos a nosotros para no decaer pensando que lo que creemos es algo imaginario, que en realidad Dios no está con nosotros y que lo que creemos es bonito, pero en realidad no tiene ninguna certeza o no nos puede dar ninguna seguridad.
No podemos, ni debemos dejarnos llevar por esa idea equivocada porque estamos en la verdadera gracia.
B. A pesar del dolor
La mención de Silas en este verso nos hace ver que Pedro y sus colaboradores sabían del sufrimiento por Cristo y no teóricamente, sino experimentalmente, así nos lo hace ver la vida de Silvano.
La mayoría de los comentaristas sostiene que el Silvano mencionado en la 1ª Carta a los Tesalonicenses 1:1, la 2ª Carta a los Tesalonicenses 1:1, la 2ª Carta a los Corintios 1:19 y en la 1ª Carta del apóstol Pedro 5:12 es el mismo Silas y la deducción tiene muchas probabilidades debido a que el nombre Silas es griego y Silvano es en latín, ambos derivados del arameo Sei’la, equivalente a Saúl en el Antiguo Testamento.
Silas o Silvano fue el compañero del apóstol Pablo en el segundo viaje misionero. Era un judío con ciudadanía romana. Fue un profeta que se convirtió en unos de los líderes de la iglesia cristiana de Jerusalén. Su piedad y su compromiso con la obra del Señor fue reconocida por esa comunidad y fue el encargado de llevar una misiva a Antioquía que liberaría a los gentiles de las obras de la ley.
Silas dominaba tanto el hebreo como el griego. Era igual que Lucas un hombre de gran cultura y al igual que Timoteo, compañero de Pablo también en el segundo viaje misionero tenía la doble nacionalidad: judío-romana.
Quizá la característica más importante que podemos encontrar en este hombre, al que el Nuevo Testamento solo dedica 13 versos, es que fue el reemplazo de Juan Marcos, el compañero del primer viaje misionero de Pablo que en la isla de Pafos, renunció a su labor y fue el motivo de la separación entre Pablo y Bernabé.
Al tomarlo como ayudante el segundo periplo que haría, Pablo tomó el riesgo de encontrarse con un colaborador sin el compromiso, ni la lealtad y fidelidad al Señor para enfrentar los riesgos y retos que imponía la obra del Señor en tierras lejanas y distantes de Jerusalén que gozaba de calma y tranquilidad.
Y Pablo no se equivocó porque Silas fue una colaborador comprometido con el Señor y su obra. Así lo testifica Lucas en el libro de Hechos donde relata su conducta en las nueve ciudades donde estuvo con él: Derbe, Listra, Troas, Filipos, Tesálonica, Berea, Atenas, Corinto y Cencrea.
Si Juan Marcos se había apartado para regresar a Jerusalén, Silas resistió cárcel, persecuciones y peligros junto con el apóstol Pablo y colaboradores de él como Lucas, Timoteo, entre otros.
En la verdadera gracia se sufre, esa es una realidad.