La Biblia dice en Marcos 14: 31
Mas él con mayor insistencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.
Sólo a Pedro Jesús le dijo que lo negaría tres veces y el apóstol le aseguró que no lo haría. Es más le dijo que ni la muerte podría hacer que el renegará de su Maestro, y aún cuando a los otros discípulos no se les dijo nada, ellos también ofrecieron su vida para patentizar su solidaridad y acompañamiento en las horas de sufrimiento de Jesús. Todos fallaron.
Vehementemente Pedro le aseguró a Jesús: “Aunque tenga que morir contigo, yo jamás te negaré.” Pero sucedió y ocurrió porque fue parte de esa misteriosa e inexplicable voluntad permisiva de Dios a la que solo Pedro iba a entrar, los demás discípulos no pasarían por eso proceso doloroso, angustioso y perturbador.
Jesús sabía que Pedro lo iba a negar. Rogó al Padre para que una vez que eso ocurriera, Pedro tuviera las agallas y la humilidad de reconocer que había hecho mal y retornar. Lo que en efecto ocurrió, pero lo que sigue siendo siempre una interrogante es por qué Dios permitió que su apóstol viviera esa experiencia.
Son de las preguntas que siempre nos haremos y que irremediablemente nos conducirán a la soberanía de Dios. Al acercarnos a este atributo de Dios no tenemos menos que inclinar nuestra cerviz en humildad y reconocer que todos estamos expuestos a vivir una clase de experiencia como esa.
Nadie puede ni debe sentirse intocable o imperturbable. Nadie debe confiar excesivamente en que nunca vivirá una experiencia de ese calibre sino al contrario debe reconocer y suplicarle a Dios que lo libre de tal experiencia y si llegado el momento tiene que vivir esa situación, suplicar por el auxilio divino para no perderse.
Marcos subraya que cuando Jesús le dijo a Pedro que iba a negarlo, él con más insistencia decía que eso no ocurriría, lo que nos habla de su profunda confianza en sí mismo. No hallamos en el apóstol una súplica para que Jesús lo ayudará a que eso no ocurriera, todo lo contrario se aferró a sí mismo.
Hay muchas circunstancias en la vida que nosotros no controlamos. Hay muchas situaciones que llegan a nuestra vida y que nos sacan de equilibrio y hay problemas que surgen y nos agobian y casi nos ahogan. Seamos lo suficientemente modestos para reconocer que en esos momentos Dios nos ayude a depender absolutamente de él.
Digamos como el profeta Joel escribió: Diga el débil, fuerte soy. Y quítemonos esa equivocada actitud de poder resolverlo todo con nuestras propias fuerzas.