La Biblia dice en 1ª Corintios 16:9
“Porque las puertas se me han abierto de par en par para el trabajo, a pesar de que muchos están en contra mía.
En el Nuevo Testamento la palabra puerta se usa en dos sentidos: 1. En un sentido físico como parte de los enseres de una casa y 2. En sentido figurado como una oportunidad, una coyuntura o un momento adecuado. En el verso que hoy meditamos Pablo la usa en este último sentido.
Pablo le escribe a la iglesia de Corinto para decirle que en el momento en que escribe la epístola tiena una oportunidad de trabajo, por supuesto se refiere a su labor como misionero dedicado al difusión del evangelio, algo que va a aprovechar porque su mayor pasión es precisamente llevar las buenas nuevas a los perdidos.
Sin embargo a la par de esa oportunidad, el apóstol advierte que para llevar a cabo esa labor tiene muchas adversidades y adversarios, en lo que constituye uno de los grandes ejemplos que nos ha legado el apóstol Pablo a todos nosotros que a veces pensamos equivocadamente que para servir al Señor debemos esperar que todo este listo o en orden.
La Biblia nos enseña una y otra vez que cumplir con el plan que Dios nos ha dado en este mundo muchas de las veces, la mayoría diría yo, debemos enfrentar contrariedades. Por ejemplo Nehemías encontró un gran apoyo del rey al que servía como copero para reconstruir Jerusalén, pero al llegar allí encontró a Sanbalat y sus secuaces que se oponían.
David fue ungido rey, pero no asumió como tal hasta que murió Saúl quien lo persiguió de manera encarnizada antes de llegar al trono. Mardoqueo fue reconocido por el rey Artarjerjes, pero siempre tuvo como opositor a Amán.
Las oportunidades para avanzar en nuestra labor muchas veces vienen con dificultades, con problemas, con adversarios y adversidades que es necesario e imperativo trascender para alcanzar el propósito por el cual Dios nos ha llamado a servirle. Las oportunidades no siempre aparecen sin obstáculos.
Pablo estaba contento porque no veía las adversidades, sino las oportunidades. Él sabía perfectamente que si solo se quedaba mirando los estorbos o impedimentos jamás podría aprovechar las oportunidades que Dios le había dado.
Pablo encontró una puerta abierta y no estaba dispuesto a desperdiciarla, tal vez convencido de que hay ocasiones en las que las oportunidades no se vuelven a presentar y de no utilizarse se corre el riesgo de que nunca más vuelvan a aparecer en nuestras vidas y eso pueda frustrarnos.